Entretenimiento | Aquí se encuentran el arpa y los instrumentos de teclado. SERIE MAYO, LAS SECCIONES DE LA ORQUESTA: Ocasionales pero resonantes Se puede cerrar este recorrido hablando de los instrumentos que si bien no se usan tan frecuentemente como los ya descritos sí suelen integrarse al grupo orquestal Por: EL INFORMADOR 29 de mayo de 2008 - 17:01 hs Llegado el momento de finalizar el repaso de los distintos instrumentos que conforman la orquesta filarmónica y una vez que han sido expuestas aquí todas las secciones bajo las que se agrupan, se puede cerrar este recorrido hablando de los instrumentos que si bien no se usan tan frecuentemente como los ya descritos sí suelen integrarse al grupo orquestal con magníficos resultados. Aquí se encuentran el arpa y los instrumentos de teclado. Arpa Es un instrumento de cuerdas que son pulsadas. Se compone de una serie de cuerdas tensadas entre los extremos superior e inferior de un marco que las soporta. Es uno de los instrumentos cuyos orígenes que se remontan a la antigüedad, encontrándose ejemplos en Asiria, el viejo Egipto y la Grecia clásica. El instrumento que se conoce hoy en día cuenta con 47 cuerdas y tiene una extensión de seis octavas y media. Las cuerdas están fabricadas de tripa y de nylon, según el registro al que pertenezcan. Como ayuda al intérprete para localizarlas, las cuerdas do son rojas y las cuerdas fa son azules. En el siglo XIX se encontraba en la arpa una cuerda por cada nota de la escala cromática. Esta arpa cromática evolucionó en la actual, cuyo sistema conocido como “doble movimiento” permite obtener las diferentes notas a partir de cuerdas que corresponden sólo a una escala, pero que pueden ser alteradas en su entonación mediante el uso de pedales. La arpa se toca pulsando las cuerdas con las puntas de los dedos de ambas manos (excepto con el meñique) mientras que el instrumento descansa sobre el hombro derecho del ejecutante. El sonido que se obtiene es resonante y fuerte aunque no sostenido, por lo cual, los pasajes melódicos que se la confían suelen ser de carácter moderadamente activo, pero no por ello recargados. Una de sus funciones comunes en la orquesta es la de tocar figuras de acompañamiento por medio de arpegios, acordes y diversas figuras. El uso de efectos como el glissando y el trémolo son habituales en la técnica artística, conformando su peculiar carácter que enriquece con su color y viveza a la formación musical. Es importante añadir por último que es muy común que algunas obras requieran del empleo de más de una arpa -por lo general dos-, habiéndose llegado al inusual caso de El ocaso de los dioses, de Wagner, en que se utilizan seis. Se pueden escuchar buenos ejemplos de su participación también en El mar, de Debussy, y en la Sinfonía fantástica de Berlioz. Instrumentos de teclado Piano El más destacado de este grupo de instrumentos es sin duda el piano. Su aparición en la orquesta -como uso orquestal y no como solista- se dio con la antigua práctica de que un pianista tocase a lo largo de la pieza para mantener el tempo y dar soporte a los pasajes más desasistidos, función heredada del periodo barroco, en el que en el caso del clave, el maestro ejecutaba el bajo cifrado de la obra para mantener unido al conjunto. El piano se puede considerar como la evolución del clave. Consiste en una arpa metálica montada sobre una tapa armónica; sus cuerdas son golpeadas por macillos de fieltro y su mecanismo le permite graduar la intensidad de dicho golpe, lo que constituye la principal característica de este instrumento en relación a los demás instrumentos de teclado. El piano suele usarse para conferir firmeza a cualquier sección de la orquesta duplicando su parte, además de otorgar brillo o potencia a ciertos instrumentos según se requiera. Al igual que la arpa, se le suele usar procurando que mantenga viveza en sus intervenciones y es también común que se escriban para él importantes partes de solo y que, en ocasiones, interprete acordes con funciones más que nada rítmicas. Petruchka, de Stravinsky, y la Sinfonía numero 5 de Shostakovich, entre cientos, son dos buenos ejemplos de la participación del piano en la orquesta filarmónica. Celesta Inventada en París en 1886, la celesta es una especie de glockenspiel (metalófono) con teclado, pues en este instrumento el sonido se produce cuando sus teclas hacen que unos macillos golpeen unas lámina de metal, produciendo un sonido cálido y rico -semejante a pequeñas campanas-, aunque discreto y breve, por lo que es frecuente que aparezca sobre todo de manera decorativa en pasajes suaves. Se la puede apreciar en obras como El caballero de la rosa, de Strauss, o en el célebre pasaje de la Danza del hada del azúcar que ejecuta en El Cascanueces, de Tchaikovsky. Clave A diferencia del piano, las cuerdas en este instrumento no son golpeadas por macillos, sino punteadas por púas. A pesar de su plena identificación con el periodo barroco, compositores modernos le han dado uso en sus obras aprovechando su sonido metálico y brillante, así que además de su importante papel en la música de su época se le puede oír en obras más recientes, como El retablo del maese Pedro, de Manuel de Falla, y la Suite de danzas al estilo de Couperin, de Strauss. Órgano En la época e Bach y Haendel, el órgano era imprescindible para interpretar los oratorios y cantatas, realizando el bajo cifrado. Con el cambio de textura de la música, volviéndose más armónica que lineal, dejó de ser necesario que cumpliera esta función. A pesar de lo señalado, el órgano no ha sido nunca un instrumento orquestal en el sentido en el que lo es, por ejemplo, el piano, sino que se le asocia con la formación musical para fines específicos. Aparece sin embargo con gran éxito en el Rex tremendae del Réquiem de Mozart, en la Sinfonía número 8 de Mahler o en la escena de La tempestad del Otelo de Verdi, presencias, sin embargo, muy puntuales. Se podría concluir que el órgano es un instrumento demasiado autosuficiente como para formar parte de la orquesta. Ondas Martenot Es un instrumento eléctrico inventado en 1928 por Maurice Martenot y para el que han escrito muchos compositores franceses. El sonido se origina por las pulsaciones creadas al combinar dos corrientes eléctricas cuyas frecuencias difieran ligeramente. Las ondas de aire resultantes se amplifican y suenan a través de altavoces. Un teclado permite al intérprete obtener los sonidos deseados alterando las frecuencias en la medida necesaria, aunque para su ejecución se emplea también una cinta asida al dedo índice con un anillo, logrando así que suenen las tonalidades intermedias entre las notas del teclado. Su extensión es prácticamente la de un piano; su timbre puede ser modificado, pero es en esencia suave y muy grato y bajo ciertas condiciones se asemeja a la voz humana. A pesar de que se puede decir que está en un estado experimental como para ser considerado un instrumento orquestal, las ondas Martenot ya han sido empleadas en obras de gran calidad como la sinfonía Turangalila, de Olivier Messiaen, y Juana de Arco en la hoguera, de Honneger. Tras este repaso, se puede concluir que las posibilidades de la orquesta sinfónica son inmensas. Las combinaciones de factores que ofrecen los instrumentos que la integran plantean el reto a los intérpretes, a los mismos oyentes y a los nuevos compositores, quienes no dejan de extraer de ella novedades en la textura, en el timbre y en el color, riqueza que es el producto de las más diversas combinaciones y variedad de empleos, en la que el único límite proviene de la creatividad humana. por: Eduardo Escoto Temas Tapatío Lee También El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal Año de “ballenas flacas” El maestro de la brevedad: a 107 años del nacimiento de Juan José Arreola La vida del jazz tapatío Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones