Entretenimiento | Cómo olvidarnos en el vocho rumbo a Barba Azul Entre cuarentones y veinteañeros En primera instancia casi todos tuvimos un “vocho”, al que era obligatorio “bajarle la suspensión”, ponerle un tapón de Mustang en el cofre y una calcomanía de Mickey Mouse en el vidrio de atrás. Por: EL INFORMADOR 8 de mayo de 2008 - 17:40 hs Por: Ricardo Santos. Y bueno, ya instalados en los finales de los años 70, esta generación de cuarentones demostró tener más ingenio para pasarla bien con menos recursos que los que hoy hay. En primera instancia casi todos tuvimos un “vocho”, al que era obligatorio “bajarle la suspensión”, ponerle un tapón de Mustang en el cofre y una calcomanía de Mickey Mouse en el vidrio de atrás, además de “arreglarlo”, lo que significaba pintar los interiores de negro con una bomba de DDT, ponerle faros de Renault con focos amarillos, doblar las placas para hacerlas parecer europeas y en general, hacerle todo tipo de modificaciones con el simple propósito de convertirlo en un vehículo singular y único, con un mejor desempeño de ingeniería automotriz y una estética impecable. Para lograrlo, invertíamos gran parte de nuestro tiempo y dinero en conseguirlo, se nos iba el día y gran parte del fin de semana en asearlo, pulirlo, encerarlo y aplicar glicerina a las llantas cuando el armor all simplemente no existía. Entonces, los domingos en la tarde enfilábamos en caravana rumbo a Plaza del Sol y dábamos vueltas por el circuito del estacionamiento con la esperanza de impresionar a las niñas más fresas de la ciudad. Para financiar esto, tuvimos que agenciarnos uno o varios trabajos temporales en período escolar y de tiempo completo durante el verano. Esta nueva generación, en cambio, se niega rotundamente a trabajar, eso simplemente no cabe en su cabeza. Total, que aunque no teníamos antros, nos tocó asistir a las tardeadas del mítico Barba Azul, tal vez la primera “discotheque” de Guadalajara, donde los sábados en la tarde había tardeadas en las que nos era permitido entrar a pesar de ser menores de edad puesto que no servían alcohol. Ahí aprendimos a bailar al ritmo de The Doobie Brothers, Tina Turner, James Brown o Kc and The Sunshine Band bajo las luces de una gran esfera de espejos, donde hombres y mujeres bailábamos formados en la pista y era obligatorio conocer los pasos del hustler, algo bastante más complicado que brincar como chapulines como sucede actualmente. Además, siempre estábamos atentos en espera de que llegaran las calmaditas a cargo de Barry White, que era un Barry...Gón que cantaba muy cachondo y por supuesto, en el momento menos esperado, aparecía Reasons de Earth, Wind and Fire, lo que nos permitía bailar arrepegados, algo que ya no se ve prácticamente en los antros actuales, al menos en la pista de balie. Esos bailes, son sin duda causantes de varios tórridos y sonados romances, y en una de ésas, algunos de estos veinteañeros no son más que el resultado directo de esa canción o alguna similar. Y para cualquier veinteañero con ánimos de replicar, o cuarentón que quiera añadir, les paso mi correo electrónico a todos: r_santos62@yahoo.com.mx. Temas Tapatío Lee También El invierno llegó Donde duele, florece: el universo de Frida Kahlo Sobre el pensamiento femenino de las comunidades nahuas del sur de Jalisco Isaac Hernández, del patio de su casa al “Olimpo” del ballet Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones