Entretenimiento | Nunca ocultó sino que exhibió y proyectó a través de su labor, incluso sobre este tema religioso y en el resto de su producción ARTES PLÁSTICAS: Grecia en la Obra de Federico Cantú En Monterrey sí se mostró su obra en diferentes exposiciones, así como también en el D. F., en dos extraordinarias retrospectivas de homenaje en Bellas Artes. Por: EL INFORMADOR 15 de mayo de 2008 - 17:53 hs Por: José Luis Meza Inda. Fotos: Alfredo García. Aunque históricamente fue menospreciado y expulsado definitivamente del Olimpo de los grandes maestros de la Escuela Mexicana de Pintura, por no comulgar con doctrinas liberales o socialistas – requisito que aún hoy día continúa siendo “conditio sine qua non” para que alguien puede ser considerado digno de figurar dentro del ámbito de la “kultura” o miembro de la “intelligentsia progresista”-; don Federico Cantú, natural de Cadereyta,Nuevo León, cuyo centenario de su natalicio acaba recientemente de celebrarse; (¿quiénes tendrán la razón, aquéllos que datan su nacimiento en 1907 o quienes lo inscriben en 1908?) fue sin duda y pese a todo, uno de los más espléndidos dibujantes, grabadores, pintores, escultores, muralistas y creadores de monumentales obras tridimensionales del siglo XX en nuestro país. Sus obras, algunas de las cuales fueron desgraciadamente destruidas tanto por torpe mano humana como por ciega fuerza de la naturaleza, se encuentran diseminadas en diferentes partes de la República; y hoy, aunque a regañadientes, finalmente han tenido que ser aceptadas por críticos e historiadores contemporáneos, como magníficas y trascendentales, desde diferentes puntos de vista. Y es que, pese al rechazo de su ideología conservadora, a su proclamado cristianismo, a su individualismo irreductible que nunca ocultó sino que exhibió y proyectó a través de su labor, incluso sobre este tema religioso y en el resto de su producción, don Federico, desde sus inicios como estudiante de pintura a los 14 años en la Escuela al Aire libre de Coyoacán, con su paisano Ramos Martínez, hasta sus postreros trabajos escultóricos antes de finar en 1989, pasando por sus años de aprendizaje y madurez, de prolongadas y fructíferas estancias en Europa, en los Estados Unidos de Norteamérica y de su asentamiento definitivo en México, demostró siempre ese apego a sus convicciones, pero sobre todo, dio fe de su incuestionable talento, de la finura de su retina para captar y transcribir figuras y formas inteligibles, de su capacidad para absorber lo mejor de las influencias europeas, desde las clásicas, románicas, renacentistas y barrocas, hasta las modernas y contemporáneas como el impresionismo, el expresionismo, el cubismo, el simbolismo, de todo lo cual fue decantando un estilo propio y personal con peculiares acentuaciones de raíz mexicanista que nunca perdió ni su pintura ni su escultura, pero que jamás quiso encerrar en dogmatismos nacionalistas, ni pintorescos folklorismos de moda, como tampoco pretendió emplear su obra como vehículo para repartir “mensajes” sociales ni revolucionarios. Él mismo lo señaló acertadamente, al percatarse de que no era tomado en cuenta por quienes en plena orgía postrevolucionaria se repartían el pastel de la fama pictórica, la gloria y los billetes: “Es injusto que algunos no consideren mi pintura ‘mexicana’ simplemente porque mis cuadros no escurren mole ni destilan pulque”. Volviendo hacia atrás la vista para otear el campo de las exposiciones pictóricas presentadas en esta ciudad, al menos en los últimos 40 años de que tengo memoria, no recuerdo que antes se hubiera presentado aquí una exposición, integrada por obras de este maestro regiomontano. De hecho, yo sólo tenía el gusto de conocer algunas de sus esculturas y relieves más representativos realizados en la capital de la República para el IMSS, institución que lo favoreció particularmente a partir del sexenio de López Mateos. Obviamente que en Monterrey sí se mostró su obra en diferentes exposiciones, así como también en el D. F., en dos extraordinarias retrospectivas de homenaje en Bellas Artes; una, en 1970 y otra, tres años antes de su fallecimiento; mas aquí en Guadajalara no ha sido hasta ahora, que en el atinadamente remodelado espacio de exhibiciones de la Casa Vallarta de la Universidad de Guadalajara, galería dirigida hoy por el experimentado maestro Carlos Beltrán, en que hemos tenido el gusto de poder atisbar una mínima muestra de la sabiduría pictórica y escultórica de Cantú, a través de 40 obras originales suyas, entre esculturas exentas, relieves, pinturas, grabados y dibujos, excelentemente museografiadas, y cuyo denominador común, es su referencia a la Grecia clásica. Aquí se puede admirar en su estado más puro la bárbara capacidad dibujística de trazos clasicistas de don Federico, aplicada tanto a sus delicadas estampas, plenas de fabulación intensa y personalísima, como a su pinturas, (precedidas por su célebre autorretrato) en las cuales a partir de personajes, narraciones y enredos mitológicos helenísticos, da rienda suelta a su barroca imaginación, colmando sus lienzos de ilustraciones, interpretaciones, símbolos y alegorías, de paisajes evocadores y misteriosos, todo ello coloreado con una paleta agria pero armónica, de texturas granulosas, sentidas en la yema de los dedos y orgiásticamente embadurnadas. Igual admiración y respeto merecen sus relieves y esculturas, donde ya sea partiendo de piedras o mármoles o modelando materia blanda para vaciarla al bronce, logró extraer figuras cargadas de minuciosidad e intensidad, mediante las cuales supo transmitir su admiración por los cánones clasicistas y su emotividad a flor de piel; obras que hoy al ser contempladas siguen teniendo la densidad, volumen y peso estético capaz de despertar esos mismos sentimientos en los observadores. Temas Tapatío Lee También El invierno llegó Donde duele, florece: el universo de Frida Kahlo Sobre el pensamiento femenino de las comunidades nahuas del sur de Jalisco Isaac Hernández, del patio de su casa al “Olimpo” del ballet Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones