Y arrancó el Santo... con el izquierdo

MADRID, ESPAÑA.- Siempre ilusiona volver al inicio de un ferial.

Ilusiona, que sí, porque algo fundamental en el aficionado debe de ser la esperanza enmarcada en el buen ánimo de que se verán cosas buenas. De ahí la alegría de volver a saludar y ver caras de los amigos no vistos desde el pasado año. El estrechón de manos; el abrazo y los parabienes. Todo esto ilusiona, que sí, pese a que en el papel la feria madrileña del hoy dista con mucho de la categoría y el fuste que a no dudar merece la primera plaza del mundo.

Cosas, pues, de la crisis. Y así…

Así, cartel modesto; muy modesto; modestísimo con tres toreros del grupo bajo y, lo peor, una ganadería, La Martelilla, que hacía prever la crónica de un fracaso anunciado.

Roto el paseíllo, el Presidente pidió un minuto de riguroso y respetuoso silencio por la muerte de Manuel Capetillo y la del subalterno Manoliyo de Valencia que partieron en estos días.

Tarde de bochorno, nubladota y con calor con una entrada de tres cuartos espaciosos con un público variopinto como fue el encierro que se corrió. Se mira a leguas la exigencia de sacar el abono para no perder la localidad, aunque luego la concurrencia a los tendidos sea distinta tarde con tarde.

De ocho reses salidas, -- dos sobreros, uno de Moisés Fraile y otro de María Cascón --, sólo uno, el castaño sexto que cerró plaza sirvió por su temple y recorrido cuando se le cuidaba de no someterlo en exceso porque doblaba las manos. Mucho trote cochinero en los demás ausentes del galopar del bravo, acusando falta de casta y clase obligando a Eugenio de Mora como a Rafaelillo a poner mucha más voluntad que lucimiento, siendo a la postre Emilio de Justo que enfrentó al primero de su lote devuelto y a los dos sobreros, llevándose el castaño bien armado y largo como una cuaresma sin pan, al que entendió en espacio y sitio, midiendo las embestidas, ya de largo como en corto fijando los toques y empleándose en series templadas que se le corearon en una labor prolongada rematada con una estocada de soberbia ejecución, -- hay que ver cómo vació --, pero resultándole un tanto cuanto desprendida otorgándosele una oreja tan justa como su apellido, Justo pues…

Para mañana, viernes, la segunda del ferial, -- espero, confío y deseo que el patrono dé el paso con el derecho --, alternando Antonio Barrera, Leandro y un torero al que he visto esperanzadoramente desde sus inicios novilleriles por su capacidad y formas de interpretar el toreo, Sergio Aguilar, enfrentándose a una corrida de Gerardo Ortega.

Mejor suerte sí, pero para todos, que los que presenciamos toda la feria y más la de Aniversario, hombre como que… Como que la merecemos, ¿No cree..?

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