Una corrida para poderle, pero...

Madrid.- Con la tarde como estaba; azulado el cielo y fresco el ambiente sin el molesto viento, un llenazo más y la esperanza del aficionado por ver un festejo de triunfo pero…

Pero no… No hubo la conjunción entre toros y toreros imponiéndose los primeros con hierro y divisa de Las Ramblas, con cinco castaños y un colorado, éste el extraordinario primero que estuvo muy por encima de su matador dadas las condiciones que ofreció: nobleza, claridad, recorrido, clase y son, mucho son, repitiendo con codicia y gran fijeza, toro de puerta grande que lamentablemente se desperdició.

Los restantes con desigualdad en tipos, romana y juegos que cumpliendo en caballos, traían dentro mucho qué torearse cuando había que podérseles con imposición, sitio, recursos y un ánimo bien templado para responder al imperioso requerimiento de exponer. Así…

Así, Juan Bautista se llevó el de premiación, el colorado, bociblanco ojo de perdiz bien puesto de cuerna que abrió siendo bravo, noble, fijo y con clase para bordarlo por un torero con gusto que supiera imprimir intensidad a su obra, y que en Bautista no lo encontró, con todo y que tuvo momentos destacables en series de toreo por abajo por el derecho y el izquierdo a un ejemplar que repetía con emotividad y celo; vamos un astado con transmisión al que el diestro galo, insisto, no alcanzó a su nivel, despenándolo de entera desprendidilla volcándose y vaciando como mandan los cánones. Aplausos en el arrastre y palmas leves para el torero que dejó ir una oportunidad de valía.

Con el cuarto, un trasteo tesonero y descompasado rematando con otra entera tendida que bastó.
Los otros dos alternantes venían prácticamente de la cama cuando Serafín Marín lesionado de las vértebras de una tremenda cogida sufrida en la plaza de Zaragoza, y Matías Tejela de una cornada en el coso francés de Nimes.

Destaco la disposición de Marín, un diestro valiente y entregado que quitando en un toro de Matías con ceñidas gaoneras muy embraguetadas rematadas con plástica revolera, recibió el fuerte batir de palmas; y ya con los de su lote, con el segundo que tenía repetición y viaje, salvo pases aislados que se le corearon tanto con la mano diestra como con la de cobrar, no se acopló terminando de media estocada tendenciosa. Y ya con el quinto, un castaño salpicado que registró 659 kilos de peso, feo de tipo y hechuras, abueyado, como salido del tiro de cabestraje del inmenso Florito, resultó un auténtico “regalito”, el valiente catalán anduvo en profesional, muy dispuesto con gran empeño y decisión en el toreo por abajo, cerrando con una serie de estatuarias manoletinas para irse con determinación tras de la espada cobrando entera y perdiendo la muleta en el embroque para escuchar aplausos del respetable.

Por cuanto de la actuación del otro reaparecido, Matías Tejela, puedo resumirla en el tenor de voluntad inefectiva, viéndose hasta con tesón pero de lucimiento escaso estoqueando al tercero de pinchazo y entera, como al sexto de entera para silencio.

Lo agradecible del festejo fue la brevedad, — claro, cuando poco se ve… —, saliendo temprano de la plaza para disfrutar con frescor de una noche madrileña.

Y para hoy, con toros de Alcurrucén y de Lozano Hermanos, propietarios de ambos hierros, un cartel con fuste alternando Enrique Ponce, en su única comparecencia en Madrid, con Sebastián Castella y Morenito de Aranda que se ganó con su pasada actuación la substitución de Joselito Adame, afectado por una enfermedad hepática que lo tiene retirado por un tiempo.

Interesante cartel, que sí, del que con poco que metan el morro los toros podrá disfrutarse de una tarde de excepción… Amén.

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