Lunes, 16 de Junio 2025
Deportes | Desde temprana edad sufrió una tragedia que le marcó la vida

Rangel, un hombre de retos

A sus 29 años, Pedro Rangel no deja de trazarse metas día a día, poniendo de manifiesto su amor por la vida y por el deporte

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- A los ocho años de edad, asistir a la escuela, jugar con los amigos, hacer travesuras y soñar con llegar a ser policía, bombero, futbolista o, ¿por qué no?, presidente de la República, es lo que normalmente los niños suelen hacer. Pero la vida le tendría preparado un destino diferente a Pedro Rangel Haro, tras un acontecimiento que le cambió su perspectiva de manera tajante.

Acostumbrado a jugar con sus amigos subiendo a los trenes en movimiento en la colonia Miravalle, donde creció, un día el juego se convirtió en tragedia. Pedro Rangel no coordinó sus movimientos, cayó en las vías del ferrocarril y sufrió la amputación de sus dos piernas.

Él recuerda ese momento que le cambió la vida para siempre.

“Era muy vago y era un experto en colgarme de los trenes, pero en esa ocasión no sé qué pasó; me quise subir sin correr a la par del tren, me giré, me tumbó para adentro de las vías y me amputó las dos piernas”, comenta Pedro.

“En ese momento no sentí nada; fue un impacto muy fuerte, pero yo quedé consciente todo el tiempo del accidente, así que tuve oportunidad de darle mi dirección a los médicos y a la gente que me preguntaba”.

Y a su corta edad, acostumbrado a hacer deporte, ¿cómo superar el hecho de que de la noche a la mañana ya no iba a poder caminar?

Pedro asegura que fue una situación muy difícil. Empero, y gracias a su familia, en especial a sus padres, Pedro y Dolores, pudo salir adelante.

“Mi familia siempre estuvo a mi lado, y con una dureza mental sobresaliente me supieron conducir con mucha sabiduría”.

Después de un año de rehabilitación, el ahora nadador paralímpico recuerda que llegó a su casa y pensó que “ahora sí, a puro tirar la flojera”, aunque no contaba con la postura que tomarían sus padres.

Siendo el sexto hijo de una familia de 11 hermanos, los papás de Pedro le dijeron que en su casa todos trabajaban o estudiaban, y si no quería hacer ninguna de estas dos actividades, entonces tendría que colaborar con las labores del hogar.

“Yo escogí la última; hacía mis cosas, me lavaba mi ropa, porque mi mamá me dijo que ahí no había ‘chacha’; me hacía de comer cuando no había quien lo hiciera y, a veces, les ayudaba a arreglar uno que otro cuarto”.

Y esta postura por parte de su familia, Pedro reconoce que fue lo que le ayudó a no sentirse diferente a los demás y a entender que tenía que valerse por sí mismo para poder salir adelante.

Con el paso de los años, este exitoso deportista comenta que se enteró de un secreto que su madre guardó por largo tiempo.

“Ya después, platicando con mi mamá, me decía que le costaba mucho trabajo decirme las cosas que me decía, porque me veía tan pequeño e indefenso, que al dar la vuelta, muchas veces rompió en llanto sin que yo la viera”.

Al comentar lo anterior, Pedro sonríe lleno de orgullo y reconocimiento a esta actitud de su mamá.

Pero el mal tiempo pasó de largo, las cosas cambiaron y Pedro Rangel buscó un rumbo diferente: el deporte.

Sin embargo, también tenía que trabajar para poder ayudar en su casa, y el nadador recuerda su primer empleo, a los 14 años.

“Yo soy orfebre de profesión y mi papá vendía plata en el tianguis, así que mi primer trabajo fue ese. Me pagaba cinco pesos cuando iba con él”.

Tras dos años laborando al lado de su padre, Pedro decidió probar suerte en otro ámbito, y animado por un amigo fue a solicitar trabajo a una carpintería.

“Fui y no me dieron chamba; me regresaron por estar a la mitad, y cuando iba saliendo me encontré al dueño de la carpintería y me dio la oportunidad de quedarme a prueba. Sí funcioné; incluso hubo una ocasión que corrieron a todos y nada más a mí me dejaron”.

Con sólo estudios de primaria, después laboró en varias empresas de electrónica, siempre buscando retos nuevos en su vida y crecer como persona en todos los ámbitos.

Incursión en el deporte

Antes de su accidente, Pedro Rangel era un niño acostumbrado a practicar varios deportes de manera recreativa, como futbol, basquetbol y beisbol, pero pasado el tiempo, y una vez superado el trauma de quedar amputado, el gusto por el deporte volvió a nacer, siendo la natación la actividad que hasta hoy le ha dado las mayores satisfacciones.

“Una vez fuimos a una alberca con los amigos a Chapala y yo estaba en un colchoncito de esos inflables, pero a un amigo se le ocurrió quitármelo; me fui hasta el fondo y me estaba ahogando”, señala.

Es ahí donde surge su inquietud por aprender natación, y en un periodo de vacaciones en su trabajo, fue al Code Jalisco, donde se encontró con quien hasta la fecha es su entrenadora, Margarita Hernández Contreras.

“Prácticamente al segundo día de clases mi entrenadora me dijo que me pusiera listo, porque tenía mucho talento para la natación, y al tercer día ya estaba nadando”.

Y Margarita tuvo ojo clínico y voz de profeta, ya que la carrera de Pedro fue siempre en ascenso.

“Mi primera competencia internacional fue un Mundial en Argentina, en 2002; ahí conocí a los mejores atletas de mi categoría y desde entonces los puse en la mira para estar sobre ellos”.

Desde entonces, Pedro Rangel ha conseguido logros tan importantes como medallas panamericanas, innumerables triunfos a nivel nacional y, el más importante y reciente: la medalla de oro y el récord del mundo en los Juegos Paralímpicos de Beijing 2008, en la prueba de los 100 metros pecho.

Sin embargo, para llegar a la cúspide Pedro tuvo que trabajar arduamente, compaginando el estudio, el trabajo y sus entrenamientos.

“Me acuerdo que iba por la mañana a estudiar un curso al Conalep, a media mañana me iba a entrenar y por la tarde al trabajo, así que mis jornadas eran de seis de la mañana a una de la mañana de otro día”.

Pero hubo muchas ocasiones que en el trabajo le cambiaron el horario, por lo que los entrenamientos tenían que ser de noche.

“A veces salía bastante tarde y me tenía que ir en mi avalancha desde el Code hasta Miravalle, así que venía llegando a mi casa como a las dos o tres de la mañana. porque ya no había camiones y no tenía dinero para el taxi”.

Y Pedro conserva todavía esa avalancha, la cual le regaló uno de sus hermanos en una Navidad, y no pierde la esperanza de algún día volverla a utilizar, aunque actualmente ya tiene su propia camioneta.

“La tengo en mi balcón, en mi cuarto, como una pieza de exhibición, porque tiene un historia que tiene que ver mucho con mi familia.

“Tenía una silla de ruedas de esas ortopédicas; feísima, ni siquiera caminaba, y en una Navidad a un hermano mío menor le regalaron la avalancha; en una ocasión estábamos jugando y vio que yo me movía muy bien en ella y me la regaló nuevecita”.

Platicar con Pedro Rangel es darse cuenta en cada frase de que ha vivido una vida llena de obstáculos, pruebas, retos, pero todos los ha superado con una fuerza de voluntad y un carácter inquebrantables.

Y como hombre de retos que es, Pedro no para en su camino a través del deporte: su siguiente meta es convertirse en el primer atleta paralímpico varón en cruzar el Canal de la Mancha, meta para la que ya se está preparando, por lo que cambió su residencia a Puerto Vallarta, para entrenar a nivel del mar.

Pero además, tiene la mira puesta en los Juegos Parapanamericanos de Guadalajara 2011 y los Paralímpicos de Londres 2012; en estos últimos planea competir en la disciplina de remo y canotaje, pero contra deportistas convencionales.

Pedro Rangel Haro es todo un ejemplo de perseverancia y amor a la vida: alguien a quien debemos tomar como muestra para comprobar de que no hay poder más grande que la fuerza de voluntad cuando se quiere alcanzar una meta.

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