Barcelona es el nuevo favorito en la Champions

BARCELONA, ESPAÑA.- Dos, tres toques, la red que se revuelve furiosa detrás del portero, el estadio que estalla después de un instante de incredulidad, el azoro que se extiende desde Barcelona al resto del mundo, que asiste mudo al sacrificio sobre la cancha del Camp Nou.

Ahí, cae humillado un grande del futbol mundial. El Bayern Munich en su funeral, impávido. Mira pasar a las saetas blaugranas que se comunican sin hablar, quizá incluso sin pensar. Que se mueven a sus espaldas, a velocidades más allá de lo humano, que recurren lo mismo a la magia de Messi que a lo gamberro de Henry, quien debió ser detenido por la policía después de tan artera entrada al arquero alemán, Hans Joerg Butt, a quien dejó tendido y sangrando sobre la grama.

¿Que el Bayern llegó entregado a la casa del líder español? El que sabe un poco de futbol entiende que un equipo alemán nunca se entrega. Batallarán hasta el último segundo del último minuto, destruirán, impondrán su físico, buscarán una oportunidad y la aprovecharán. Los alemanes nunca creen en la superioridad del rival.

Lo que pasó ayer fue mucho más que superioridad. Los del Barca juegan al futbol con reglas diferentes que el resto. Son prestidigitadores, no al estilo brasileño de esconder el balón tras el artificio. Lo hacen como en la esquina del barrio, donde la mano (o el pie) es más rápido que la vista: ¿dónde quedó la bolita?

Cuando el rival lo entiende, el daño está hecho y no hay más que ir por el balón y llevarlo al centro del campo.

Así se organizaron Eto’o y Messi para los dos goles con los que desbarataron al poderoso rival teutón, apareciendo desmarcados para aprovechar los pases diagonales en el área. Primero, del africano para el argentino, y después el sudamericano, que corresponde al camerunés, en los minutos 9 y 12.

Pudo caer el tercero antes de tiempo, cuando Messi fue derribado en el área, recurso desesperado de la zaga que no atinaba a controlar lo que se le venía encima. La jugada costó la expulsión de Joseph Guardiola por su furibundo reclamo.

Henry explotó por la izquierda. En carrera es de los delanteros más difíciles de atrapar y no se entiende cómo los alemanes, a sabiendas, le permitieron esas libertades. El centro que envió en el minuto 38 fue cazado por Messi, entre cuatro piernas rivales y el portero espectante, que nada pudo hacer.

Y después, la magia gambetera. Messi le dejó enredadas las piernas a los rivales que osaron salir a marcarlo, hasta que lo derribaron, pero la jugada siguió, pues Henry quedó con el balón en favor y culminó el gol en el minuto 43.

Hecho el daño, el Barcelona se dedicó a cuidar que no les cayera un gol de visitante. Rafael Márquez tuvo algo de trabajo con Ribery, impredecible, pero solo y desanimado.

La eliminatoria está sentenciada. El Barça ya es el favorito para ganar la Champions.