Miércoles, 22 de Octubre 2025
Deportes | Por Héctor Huerta

Atuendo futbolero

“Ni hay una filosofía sin virtud, ni hay una virtud sin filosofía”. Séneca.

Por: EL INFORMADOR

Las Chivas de Raúl Arias necesitaron siete partidos para meter seis goles. Las Chivas de José Luis Real necesitaron 41 minutos para anotar cuatro goles. No hicieron más nuevamente por las fallas en la definición, y porque no hacía falta apretar el acelerador para propinarle al Atlas otra humillante derrota en el Clásico Tapatío.

Éste es el único Clásico donde el Atlas juega algo en materia de honor deportivo. Este examen lo reprobaron estrepitosamente todos los integrantes del Atlas, directivos, cuerpo técnico y jugadores, en perjuicio directo del lastimadísimo corazón de sus fieles y nobles aficionados.

Chivas tiene clásicos contra América y Atlas. Pero el Atlas sólo tiene Clásico ante Chivas. Los aficionados rojinegros esperan cada seis meses el enfrentamiento del honor, el recrudecimiento de la rivalidad, la oportunidad de mofarse del adversario más odiado. Los atlistas no piensan en ganar el campeonato porque generalmente no tienen equipo para pensarlo en forma racional. Pero sí quieren ganarle a Chivas. Ganar el Clásico es salvar medianamente el torneo. Este Atlas de LaVolpe es una vergüenza. Si el entrenador argentino tuviese un gramo de dignidad, hubiese renunciado al minuto 41 del primer tiempo, anoche mismo, cuando el “Chicharito” Hernández le puso el último clavo al ataúd de la tristeza rojinegra.

Ambos equipos han quedado a deber en lo que va del torneo. Pero al menos Chivas encontró remedio para mitigar el dolor de sus aficionados, cuando menos ganando el Clásico, aunque su calificación todavía pende de un hilo y si Cruz Azul disputa el partido contra ellos el sábado con su plantel completo, se tendrían pocas posibilidades. Pero también depende Chivas que San Luis empate o pierda ante Querétaro, además de ganar los rojiblancos al Cruz Azul.

Las matemáticas están ahí, pero la ley de las probabilidades juega en contra por los pésimos resultados que dieron Paco Ramírez primero y Raúl Arias después, además de los malos que da siempre Jorge Vergara.

Es increíble cómo en cada partido, aún en el anterior en que lamentablemente se empató un juego que se debió haber goleado a Indios, que el equipo de Chivas produzca entre 10 y 15 posibilidades de gol en cada partido con la filosofía de buscar el marco contrario. Contra Indios se tuvieron más opciones de gol que en todos los siete partidos que por desgracia la historia consigna que estuvo Raúl Arias.

Y anoche, ni se diga. En tres minutos se ganó el Clásico. En 41 minutos se consumó la goleada. Y en 90 minutos se humilló al odiado rival atlista.

Pobres jugadores de Chivas, la verdad. Con ese dueño y los entrenadores que pone, quién se puede divertir. Cuando ellos salen a jugar, se les ve la alegría en la cara a Ramón Morales, a Gonzalo Pineda, a Alberto Medina, a Omar Bravo, al “Chicharito” Hernández, al “Chore” Mejía. Y los de la función defensiva como Omar Esparza, Héctor Reynoso, Aarón Galindo y Jonny Magallón a ratos se descuidan porque están tan entretenidos en ver cómo funcionan sus volantes y delanteros, que cometen la distracción por fascinación.

Cuando menos en poner en práctica la filosofía que pregona el dueño, ya debió darse cuenta (aunque a veces parece no darse cuenta de nada) Vergara que cometió uno de los peores errores de su vida (deportiva y personal) al poner en la banca a un entrenador que desde el principio le dijo “viejo payasón” y luego demostró en la cancha que manejó Chivas a su antojo, no al gusto de la afición ni del dueño. Vergara fue quien traicionó su propia filosofía por error en la elección del técnico.

Hoy, con un hombre de casa, le devuelve la sonrisa y la esperanza a sus aficionados jugando a lo que el plantel de Chivas sabe y puede: al ataque.

Lo que maneja Jorge Vergara no es un equipo de futbol. Es el sentimiento de medio país. Es la esperanza de milllones y millones de mexicanos que buscan en día que juegan las Chivas la alegría que les niega la vida el resto de la semana. Vergara no maneja números. Maneja sentimientos. Y es muy peligroso volver a equivocarse al elegir el entrenador. Ya se mencionan otros candidatos en los que, todo parece a indicar, Vergara volverá a meter la pata, en perjuicio directo de su afición.

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