Atuendo futbolero

Son dos jugadores de raza distinta, ambos procreados en países futboleros, con culturas diferentes, pero que coinciden en una esquina de la vida: son producto de su propia reflexión, de ese ajuste de cuentas con sus familias por los errores cometidos en su fase de inexperiencia.

Uno, el brasileño Adriano Leite Ribeiro (Río de Janeiro, 17 de febrero de 1982), aceptó recientemente en el portal de internet “R7” que vivió preso en la cárcel del alcoholismo por situaciones que no comprendió en su momento y que hoy ve con toda claridad.

En una extraña confesión a corazón abierto, el goleador Adriano reconoció lo que era un rumor generalizado: su problema con la bebida.

El brasileño explica la razón: “Enfrenté una depresión entre 2005 y 2009. Sólo yo sé cuánto sufrí. La muerte de mi padre, en agosto de 2004, me dejó un vacío enorme. Acabé sintiéndome muy solo y me aislé cuando murió. Fue lo peor. Me vi solo, triste y deprimido en Italia... Sólo me sentía feliz bebiendo, todas las noches salía de fiesta, bebía lo que pasaba por delante mío: vino, whisky, vodka, cerveza... mucha cerveza”.

Reconoce que al despertar no sabía ni dónde estaba, lo que le ocasionó problemas con el entrenador del Inter de Milán, Roberto Mancini: “No había cómo disimularlo. Llegaba borracho por la mañana a los entrenamientos, con miedo a perder la hora durmiendo.

Me presentaba aunque estuviese borracho del todo. Y esto sucedió varias veces. Me llevaban a dormir al departamento médico y decían a la prensa que sufría dolores musculares. La dirección del Inter se portó de manera sensacional conmigo y me intentó ayudar de todas formas, pero lógicamente empecé a llevarme mal con Mancini y la situación llegó a ser insoportable. No paraba de beber y tuve que dejar el Inter”.

En Italia no pudieron soportar su estilo de vida y lo cedieron temporalmente al Sao Paulo de Brasil. “En Sao Paulo me ayudaron a arreglar mi vida y dar un nuevo rumbo porque estaba perdido. Entendí lo mal rodeado que estaba de amigos, que sólo me llevaban de farra, con mujeres, bebidas y sin pensar en nada. Y entonces la dirección del Sao Paulo me abrió los ojos”.

Volvió al Inter tras la salida de Mancini y la llegada de José Mourinho, pero fue un paso atrás. “Regresé porque estaba Mourinho.

Lo que ocurrió es que cuando me vi en Italia, me sentí solo, sin el apoyo que necesitaba y volví a beber. Recordándolo hoy, tengo hasta pena de Mourinho, quería ayudarme y peleó con la directiva que me quería echar... Mi representante me quería internar en un clínica, pero lo evité. Volví a la favela de Vila Cruzeiro, donde crecí, y me vi fuerte, confiado, cercado de mi familia y de mis verdaderos amigos, esto me hizo volver a ser yo mismo y salir de la depresión... La gente dice que estoy loco cuando renuncié a mi contrato (con el Inter), pero lo que hice fue comprar mi felicidad. No hay millones de euros que compensen haber vuelto a casa”.

Otro caso notable es el del italiano Antonio Cassano, hoy una de las figuras del Calcio por su actuación con la Sampdoria, quien en su autobiografía y en entrevista reciente con el diario La Gazzetta dello Sport hizo revelaciones sorprendentes de sus indisciplinas, sus excesos y la soberbia con que enfrentó la llegada de la trilogía fama, dinero y popularidad.

A Fabio Capello lo tuvo como entrenador en la Roma y en el Real Madrid, aunque en este equipo la relación fue tan mala por sus indisciplinas que llegó a los insultos en un partido celebrado en España: “En Tarragona me tuvo calentando durante todo el segundo tiempo con Ronaldo. En los vestuarios le dije: ‘eres un hombre de m..., eres más falso que el dinero del Monopoly’... Yo no reniego de nada en mi pasado, excepto el periodo en el que jugaba con él (Capello), durante el que habría merecido que me matasen, porque era insoportable, no tenía ganas de entrenarme. Por la mañana llegaba cuando me gustaba y me ponía a dormir. Muchas veces Capello hizo la vista gorda ante mis comportamientos, porque me quiere… No se merecería todo esto, en mi vida he pedido disculpas pocas veces, pero con él tengo que hacerlo”.

Cassano relata que un primo suyo, Franco, en un regreso de España a Italia, en el avión, le advirtió: “Vas a terminar mal”.

La sacudida de conciencia le hizo reflexionar al darse cuenta “de todas las tonterías que estaba haciendo por culpa de mi mal carácter”.
El delantero, que ha sido seleccionado en otras ocasiones y hoy no se atreven todavía a volverlo a convocar, admite que fue un error aceptar la oferta del Real Madrid, pero que “no habría podido renunciar a la oferta del equipo más fuerte del mundo. Tenía que ir al Madrid. Fue un error, pero me fortalecí en el ánimo y entendí muchas cosas. En aquel periodo hice tantas tonterías que, si pudiera volver atrás, pagaría para no repetirlas, pero, cuando uno consigue jugar en el Real Madrid, todo lo demás es aburrimiento”.

Cassano reconoce en su autobiografía lo promiscuo de su vida personal al revelar que ha tenido en su vida “entre 600 y 700 mujeres, unas 30 del ambiente artístico” de España y de Italia.

Esos encuentros no se realizaban sólo en sus días libres, sino en plena concentración, como reconoce en aquella etapa de Merengue: “En Madrid, era aún más fácil, porque estábamos en el hotel, todos en la misma planta; así, en la (planta) de encima o de debajo podías invitar a quien querías y reunirte con ella en el corazón de la noche... Tenía un amigo camarero. Su misión era llevarme tres o cuatro ‘croissants’ tras haber realizado el amor. Me los llevaba a la escalera, yo acompañaba a ella (chica) y hacíamos en cambio: él se llevaba a la ‘tipa’, y yo me hinchaba de ‘croissants’. Sexo y comida, la noche perfecta”, confiesa.

Hoy, Antonio Cassano y Adriano Leites han vuelto a las canchas luego de profundas reflexiones en sus vidas y podrían ser convocados para participar con las selecciones de Italia y Brasil en la próxima Copa del Mundo de Sudáfrica 2010.

¿Hay casos actuales en México similares a las distraídas vidas de Adriano y Cassano? Las hay, claro, pero pocos jugadores se atreven a aceptar el tipo de vida personal que llevan fuera de las canchas.