Atuendo futbolero

Hace muchos años, Ricardo La Volpe viene diciendo que está cerca del retiro. La primera vez que lo hizo fue cuando el Atlas llegó al subcampeonato al perder, paradójicamente (como ayer), en la cancha del Toluca la final.

Desde ahí deslizó la posibilidad de retirarse de la banca para asumir un cargo directivo-deportivo en el cual pudiera trabajar con jóvenes.

Esta semana recordó: “Hace años le dije a Alberto de la Torre que quería ser director general, por diferentes circunstancias no se dio. Yo tengo la capacidad para serlo, sé lo que es trabajar y darle el oficio al jugador, ya he dirigido jugadores jóvenes de Primera División. Para mí un joven no tiene un cassette, está virgen, le puedes meter la canción que quieras, porque cuando agarras un jugador con tiempo jugando no te hace caso”.

También habló de cuándo se cumpliría su fecha de caducidad para estar en la banca: “Yo dije que en los 50 ó 52 años, que cuando tuviera la posibilidad de ser un director general (pueda retirarse), no se me ha dado, por eso aún no estoy preparado (para el retiro), pero si mañana un equipo me dice ‘quiero un director general’ la acepto”.

Hoy, La Volpe, nacido el miércoles 6 de febrero de 1952 puede ir pensando en serio, pero en serio, en dar el paso de costado. Tiene bien cumpliditos 57 años con siete meses y 15 días. Quizá llegó su tiempo tras la crítica situación en que está dejando al Atlas, en el lugar 15 de la tabla de porcentaje, sin posibilidades reales de enfilar hacia la calificación a pesar de que está en el peor grupo del torneo y con un vestidor nuevamente fracturado por el choque con Darío Botinelli.

Ricardo La Volpe, quien ha acumulado un buen capital económico en sus más de 25 años de trabajar en México (“yo estoy salvado”, ha dicho muchas veces, al explicar que no tiene ninguna necesidad económica de seguir dirigiendo), aceptó en la semana que su pasión está dentro del futbol: “Estar fuera (del futbol) todavía no, me volvería loco en casa, uno llega a la edad para no tener mucha presión. Mis objetivos no son tan grandes, lo que piden los demás ni me entra ni me sale”.

Lamentablemente para él, un entrenador en activido tiene exigencias diartias, en este caso no permitir que el Atlas siga en picada libre, con seis fechas consecutivas sin ganar en este torneo, en el que sólo ha conseguido dos victorias, a cambio de dos empates y ya cinco derrotas.

Por eso sorprendió que el presidente Carlos Martín del Campo (uno pensaba que después de Ernesto Fregoso no llegaría nada peor al Atlas... pero a veces uno se equivoca), tibio entre los tibios, hablara esta semana de una extensión de contrato para La Volpe de tres años más.

¿Estamos locos? Siempre que las cosas andan mal, y aún cuando están peor, La Volpe amenaza con irse si no le cumplen caprichos, ampliaciones de contratos o aumentos de sueldos. Él entrena mejor a los directivos que a los futbolistas. Su verso encontró eco en las débiles mentes de directivos apesadumbrados ante falta de resultados... que el mismo La Volpe provoca.

Esta noche los rojinegros tienen una asamblea en la que harán un recuento del caos: deudas por más de 100 millones de pesos, falta de cobros en las transferencias de algunos jugadores (El Depor debe todavía 2.3 millones de euros por el traspaso de Diego Colotto), algunas intenciones ocultas o ya abiertas de socios que quieren vender al Atlas y problemas reales de descenso. Eso dejaron en el Atlas las administraciones de Ernesto Fregoso y Fernando Acosta, aunque Carlos Martín del Campo tal parece que lo hará peor que ellos.

Pensar en extender el contrato a La Volpe es una de las peores atrocidades que han hecho con el pobre corazón decenas de miles de aficionados que todavía tienen residuos de sufrimiento para aportar a la causa.

Basta ver los números: La Volpe llegó el torneo pasado para dirigir en la fecha tres, luego de la salida de Darío Franco y a partir de entonces ganó 5 partidos, empató 6 y perdió 4, para un total de 21 puntos sobre 45 disputados, es decir una efectividad de 46 por ciento, con 21 goles a favor y 23 en contra, diferencia de menos dos. No calificó porque faltando cinco partidos se peleó con el vestidor adivirtiéndole a varios jugadores que se consiguieran equipo para el siguiente torneo porque no entraban en sus planes. El Atlas se derrumbó en los últimos cuatro juegos, en los que fue goleado 4-1 por Santos, luego empató sin goles con Toluca, cayó de visita 4-2 ante Morelia y estrepitosamente cerró en casa perdiendo 0-5 ante Pachuca.

A partir de entonces La Volpe perdió la ruta pues en el actual torneo comenzó ganando a Pumas 1-0, luego fue goleado por Monterrey 0-3, recibió de nuevo a Santos, al que venció 2-1, para luego continuar su seguidilla de malos resultados: perdió 1-2 con América en el Azteca, luego en el Jalisco ante Morelia 0-2, empató 1-1 en casa de Indios, volvió en empatar como local 0-0 con San Luis, cayó en casa 0-1 ante Cruz Azul y ayer consolidó su mala racha al perder 0-2 con Toluca. En los últimos seis partidos lleva cuatro derrotas por dos empates, sin victorias, con dos goles a favor y ocho en contra, sin anotar en los últimos tres juegos.

Aunque sea mucho pedir, los directivos del Atlas están obligados a hacer una seria y profunda reflexión sobre los resultados y la actitud de su entrenador. Pareciera que La Volpe les hubiera hecho el favor de sentarse en la banca de un equipo con mucha tradición pero pésimos manejos en sus últimos años. La Volpe dijo en días pasados: “Cuando asumí esta responsabilidad lo hice para darle a un equipo lo que me dio, vine a jugarme el prestigio y pelear. Mientras siga dirigiendo quiero salir campeón. Sabía que venir al Atlas era una responsabilidad mayor al resto de los equipos y bueno, la estoy asumiendo”.

La noble y fiel afición del Atlas bien vale una reflexión para que esta noche, en la asamblea del Atlas, por fin alguien levante la voz de la cordura. Tanta estupidez nos puede llevar otra vez al descenso.