Atuendo futbolero

Fácil, muy fácil. Increíblemente fácil. Lastimosamente fácil. Jugar partidos así, en los que nunca está en riesgo el triunfo, en los que todo es tan cómodo que hasta los errores garrafales defensivos no serán capitalizados por un equipo cuya pobreza no sólo es deportiva, sino social. Haití es el país más pobre de América, uno de los de menores ingresos per cápita en todo el mundo de los pobres. La pobreza lastima. Y su futbol mueve a la conmiseración.

Había mostrado durante la Copa de Oro algunos destellos de entusiasmo ordenado, con cierta noción táctica impuesta por el entrenador colombiano Jairo Ríos, como aquel empate a dos contra los suplentes de los suplentes de Estados Unidos.

Pero Haití había mostrado en todos los demás partidos una pobreza futbolística que no le permitía salir como favorito ante una selección mexicana que aunque tampoco había jugado, al menos tenía la esperanza de mostrar algo de la calidad individual de sus jugadores.

Pero Javier Aguirre sigue viendo cosas en la cancha que no le gustan. A pesar del 4-0 final y de la inevitable declaración de que ve cosas positivas de sus jugadores. Es una diplomática y obligada declaración al final de cada partido. Pero en el fondo e que Israel Martínez, José María Cárdenas, Ismael Rodríguez, Efraín Juárez, Juan Carlos Valenzuela, el “Gringo” Castro y varios más no debieron haber sido llamados nunca a la selección por su baja estatura en la tabla de la calidad. Uno de ellos, el “Jagger” Martínez, parecía que tenía personalidad, pero se aventó su frase dominguera de que sus compañeros y él iban a topar la boca de sus críticos de tan bien que iba a jugar y arrollar esta selección. Y desde entonces se fue a la banca, primero para dar paso a Alberto Medina y últimamente para que juegue Carlos Esquivel.

Esta selección entregará como saldo final, al margen del resultado del jueves ante Costa Rica, una cuota muy baja de jugadores para ser considerados el 12 de agosto próximo ante Estados Unidos.

¿Quiénes mostraron que son confiables? Guillermo Ochoa, Gerardo Torrado y... nada más. Johnny Magallón ha mejorado, pero no tanto como para pensar en que dará seguridad defensiva al lado de Rafael Márquez. También mejoró Israel Castro, pero ese lugar es de Pável Pardo. Y Giovani dos Santos, aunque en ese lado derecho seguro pondrán a Cuauhtémoc Blanco. Y Miguel Sabah, el goleador de este equipo, quien ante la carencia de delanteros que metan la pelota quizá inicie ante Estados Unidos, si el “Guille” Franco no toma su ritmo. Total: dos o tres jugadores, pero uno no será titular porque Javier Aguirre confía a ciegas en el “Conejo” Pérez y por lo tanto Ochoa irá a la banca. Queda Torrado, nada más. Y los otros diez seguramente serán Ricardo Osorio, Rafael Márquez, Carlos Salcido, Óscar Rojas, Pável Pardo, Andrés Guardado, Nery Castillo y Miguel Sabah o Guillermo Franco.

El experimento de la Copa de Oro, con el desenlace que finalmente tenga, no será muy saludable porque ganar es una obligación sin matices, porque tanto Costa Rica como Estados Unidos traen selecciones igual de alternativas como la nuestra, pero con un funcionamiento más parejo.

Por lo pronto, pasar los cuartos de final contra Haití fue realmente fácil, escandalosamente fácil. Ni prueba representó. Fue un simple trámite en el que sólo faltaba ponerle el número final a la cuenta. Fue un 4-0... pero pudieron ser cuatro más.

Más que intercambio de camisetas al final, los jugadores mexicanos debieron hacer una coperacha para darles a los haitianos una prima por vergüenza profesional porque mientras Guillermo Ochoa gana casi dos millones de dólares anuales entre sueldos y patrocinios publicitarios, entre todos los jugadores haitianos viven con salarios de 200 dólares americanos al mes, los que más, pero la mayoría trabajan como meseros, taxistas, albañiles o burócratas en su país, dedicándole algunos minutos del día a ensayar con la pelota.