* “Ya merito...”

El 3-0 del partido de ida pone al Necaxa, con respecto al León, en la lucha por el ascenso a la Primera División, en una posición muy similar a la que tuvo el Guadalajara con respecto al Vélez Sarsfield en la Copa Libertadores: “Ya merito...”.
En palabras más claras: el favorito para ganar el próximo partido puede ser cualquiera; (“la moneda está en el aire”, como dice el lugar común). El favorito para llevarse el gato al agua, en cambio, parece estar predeterminado; (“los dados están cargados”, diría otro tópico).

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Parece lógico... Por una parte, un equipo que se acostumbra a sumar, como este Necaxa que lleva ya 21 jornadas al hilo cosechando buenos resultados, difícilmente claudica a la hora del apretón definitivo. Por la otra, el simple repaso, a vuelo de pájaro, de la alineación del partido del miércoles, proclama que el Necaxa es un cuadro de Primera División desterrado transitoriamente en la de Ascenso, mientras el León, aun con jugadores como Toño Pérez, Denis Caniza y Carlos Casartelli en el elenco, se limita a ser un buen equipo del circuito inferior. Punto.
Al caso aplica, por tanto, la lógica del adagio: “Más tiene el rico cuando empobrece (el caso del Necaxa) que el pobre cuando enriquece (el del León)”.

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Las dudas, en todo caso tienen que ver con el futuro...
En el aspecto inmediato, el temor de que si el León confirma que no sabe ganar --o que no tiene con qué hacerlo--, sus simpatizantes más furibundos demuestren que no saben perder y canalicen su frustración hacia las expresiones de violencia.

En el mediato, la sospecha de que el Necaxa seguirá siendo una especie de judío errante, que ahora se asienta en Aguascalientes como podría haberlo hecho en Zacasonapan, Tingüindín o Chalchihuites. No es un equipo con arraigo en la plaza. Es, en cambio, un equipo que perdió la brújula en el camino: de los años de gloria (fue el primer equipo mexicano al que se colocó la etiqueta de “Campeonísimo”, si bien con argumentos mucho menos sólidos de los que luego se lo transferirían al Guadalajara) al destierro en Aguascalientes, pasando por la intentona de rebautizarlo como Atlético Español y su reconciliación con la grandeza en la última década del siglo XX.

En Aguascalientes, el Necaxa es (y quizá lo siga siendo, aun en tiempos de bonanza) un advenedizo.