* 'Ya merito'

El Cruz Azul, en efecto,  ya hizo historia: al perder, el domingo, su tercera final en dos años, y cumplir doce años sin reverdecer laureles, arrebató al Guadalajara de la etapa anterior al glorioso ciclo del “Campeonísimo”, el título de “El ‘Ya Merito’ por excelencia del futbol mexicano.

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Desde antes del partido dominical en el Estadio Azul; desde que el Monterrey hizo la hombrada de sacudirse el 3-1 adverso del primer tiempo para ganar por 4-3 el encuentro de ida de la Final, comenzó la competencia de cuchufletas para los “Cementeros”: desde la nueva denominación de “Frustrazul”, hasta la designación de “subcampeones honorarios vitalicios”.
Sin embargo, se antoja de elemental justicia reconocer que tanto el técnico Enrique Meza como sus jugadores tuvieron algo que no siempre se da entre los vencidos: categoría para apañar el resultado. En sus declaraciones no hubo los desahogos de impotencia con que se retratan de cuerpo entero, en toda su insignificancia, los mediocres: ni ofensas, ni pretextos; vaya: ni siquiera las inevitables referencias a los errores arbitrales que eventualmente gravitaron en contra. Al contrario: un reconocimiento al pundonor, a la bizarría y a la inteligencia con que el Monterrey labró el resultado --“golpe a golpe, verso a verso”, diría Machado--, y, en consecuencia, a la indiscutible legitimidad de su victoria.

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Quedan, en todo caso, para el trance de lavar --“en casa”, como ordena el adagio-- la ropa sucia, las reflexiones sobre los errores tácticos cometidos por los “Cementeros”; los disparatados cambios en la alineación dispuestos por el técnico sobre la marcha de los dos partidos decisivos, cuando la lógica, en apariencia, dejó de funcionar como fórmula; el diametral cambio de actitud que tuvieron luego de poner el 3-1 en el marcador en el partido de ida: de la agresividad que les permitió dar la voltereta a los cartones, al conformismo que denotaron cuando creyeron, quizá, que ya tenían al rey por las orejas; el menosprecio --o algo muy parecido a eso-- de la capacidad de los reyneros para levantarse de la lona; el aparente desdén de la calidad individual y colectiva de las huestes rayadas...

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Ambos, por lo demás, fueron fieles al espejo de su comportamiento en la etapa semifinal: el Monterrey, tan bravo como cuando dejó al Toluca fuera de combate; el Cruz Azul, tan gris como cuando dejó en el camino al Morelia.