* Vela

Encaramar en los cuernos de la luna a un futbolista porque un buen día anota tres goles en una sola sentada, no tiene nada de novedoso. El mexicano Carlos Vela actualmente está viviendo esa experiencia en Inglaterra, merced al “triplete” con que contribuyó a un triunfo retumbante (6-1) del Arsenal sobre un Sheffield United que alguna vez maravilla fue, Llorona, y ahora ni sombra es.

Se explica el ruido mediático que provocan esas jornadas. Sin embargo, parece exagerado darles, de buenas a primeras, dimensión de proeza. Colgar a su protagonista, por ese simple hecho, la etiqueta de “crack”, por lo consiguiente.

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Vela, ahora mismo, está siendo envuelto en una nube de color de rosa, como la que envolvía las actuaciones de Thalía en “Siempre en Domingo”. Y no sólo por el incienso que le ha dedicado cierto sector de la prensa mexicana a raíz de su “hazaña”, sino porque --aunque las novelas de Sherlock Holmes no aportaran ninguna referencia en ese sentido--, por lo visto, también en Londres se cuecen habas.

De hecho, en la página web del Arsenal se abrió un foro destinado a recoger todas las lindezas que se quieran dedicar al joven atacante mexicano. Uno de los foristas ya se atrevió a aseverar que Carlos es “la mayor figura del futbol mexicano, con calidad de exportación, desde los tiempos de Hugo Sánchez”: algo que se antoja desorbitado, porque el juicio sobre la estatura futbolística de Hugo se hizo en función del desempeño que cumplió durante varias temporadas. No se le dio el rango de figura por su ya mítico gol de chilena al Logroñés, ni por ninguna de las jornadas en que consiguió goles por racimos a beneficio del Real Madrid; se le concedió ese rango por su consistencia.

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Vela, por supuesto, tiene facultades. Es obvio. Si no las tuviera no se le hubieran abierto, desde que era un juvenil, espacios en Europa, primero en España y ahora en Inglaterra...

Sería lo deseable que el “triplete” del martes ante Sheffield United fuera, en efecto, el primer paso en firme de una carrera rumbo a la titularidad con el Arsenal, y el primer capítulo de un tomo prodigo en conquistas en Inglaterra. Muchos días de estos.

Pero querer que se le dediquen, desde ahora, placas de bronce y hasta alguna estatua ecuestre en Cancún, es --admitámoslo-- un poquitín exagerado.