Lunes, 17 de Noviembre 2025
Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* Vacuna anti-infarto

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

Los tres partidos dominicales prometían mucho, y todos defraudaron al empatar sin goles. NOTIMEX  /

Los tres partidos dominicales prometían mucho, y todos defraudaron al empatar sin goles. NOTIMEX /

Tarea para los memoriosos: ¿desde cuándo no había un domingo sin goles en el futbol mexicano...?

Fueron tres encuentros (Toluca-Cruz Azul, Morelia-Santos Laguna y América-Monterrey) de los que se esperaba mucho. Los tres, a la hora de la verdad, se resolvieron en el clásico “mucho ruido... y pocas nueces”. Los tres fueron partidos como para que los aficionados, a la salida, se amotinaran en las taquillas, exigiendo la devolución de sus entradas.

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Así las cosas, el último gol de la undécima jornada del Torneo de Apertura vino a ser, la noche del sábado, el segundo del Atlas; el del penalty decretado por el silbante Mauricio Morales Ovalle en el minuto 93 de partido y convertido por Gerardo Espinoza en el 95 de tiempo corrido: el del triunfo, en suma --al más puro estilo rojinegro: dramático en grado superlativo-- sobre el San Luis.

Una semana antes, en el “Clásico” ante el Guadalajara, el Atlas perdió, en el último minuto de tiempo de compensación, merced a un autogol de Vidrio, dos de los tres puntos que ya parecía tener en la bolsa. El 2-2 de aquella tarde fue, para su causa, un empate con sabor a derrota.

El sábado, los rojinegros abrieron el marcador en el minuto 25. El San Luis porfió, y aunque nunca había amenazado en serio al marco local, aprovechó un desconcierto colectivo de la zaga para empatar, 51 minutos más tarde. Y cuando parecía que el epílogo volvería a ser un empate con sabor a derrota, una jugada personal de Flavio Santos, cuando el silbante esperaba solamente que la acción concluyera para dar por terminado el partido, dio pie al desenlace que ya parecía, a esas alturas de la película, imposible.

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Mientras los simpatizantes del Guadalajara veían languidecer las remotas esperanzas que aún alientan de que su equipo llegue a la “Liguilla” (no se sabe exactamente para qué...), y los “Tecos” lamentaban la masacre ocurrida en Monterrey, donde los “Tigres” masacraron sin misericordia a los plumíferos, los rojinegros de pura cepa salieron del Estadio Jalisco, unos, felices: habían conseguido una victoria con la que ya no contaban; otros, preocupados: con esas vacunas contra el infarto que con tanta frecuencia les suministra el equipo de sus amores, y que lo mismo les amargan la existencia que se las endulzan, ¿de qué diablos se supone que va a morirse un seguidor del Atlas...?

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