* Un milagro

Si se cumple el adagio de que “A la tercera va la vencida”, ésta —“la vencida”, entendida como la reconciliación con la imagen que quisieran verle sus devotos— vendrá mañana, para los intereses del Guadalajara, en el partido “histórico” ante el Manchester United, concertado para la inauguración de su estadio.

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Hasta ahora, en las dos apariciones cumplidas desde el arranque de la temporada, el equipo más popular de México ha sembrado entre sus legiones de simpatizantes más dudas que certezas.

El “Rebaño Sagrado” abrió la marcha con un par de compromisos formales, a los que llegó, en teoría, con los momios a favor...

Primero, el sábado, en la jornada inicial del Torneo de Apertura, sin excederse, sin abrir el frasquito de las esencias, jugó para ganar. Fue nítidamente superior al Puebla... Sin embargo, no tuvo gol.

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A medida que se malograban las oportunidades que se generaban casi por inercia, se hacía notoria la diferencia entre el Guadalajara actual y el de la temporada anterior...

Más concretamente, se agigantaba la ausencia del “Chicharito” Hernández en la alineación. Con él, en los dos torneos de la campaña precedente, los rayados tenían lo que requiere un equipo con aspiraciones: gol... Ya sin él (a reserva de que Bravo resurja de sus cenizas, o de que Arellano o el “Venado” Medina se decidan a dejar de ser eternas promesas y pasen a ser realidades), el Guadalajara es, para decirlo sin eufemismos, un equipo del montón.

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Después, la noche del martes, con el escenario astutamente preparado con la deliberada intención de provocar el pánico escénico en el adversario, los rayados, al programar su compromiso en el Estadio Azteca, se aseguraron una concurrencia más nutrida y más cálida para recibir a la U. de Chile en el encuentro de ida de la Copa Libertadores. Y aunque aún tienen encendida la llamita de la esperanza de llegar a la final (en función, sobre todo, del diagnóstico de los críticos que conocen a los chilenos y sostienen que éstos son mejores para especular tácticamente con los partidos que para tomar la iniciativa, y que son, en consecuencia, más eficaces como visitantes que como locales), queda la duda de qué tendría que hacer el Guadalajara, en ese trance supremo, para aspirar a la victoria... como no sea esperar una metamorfosis que necesariamente tendría que ser calificada de milagrosa.