* “Taquiza”

Anótelo en la agenda: el 11 de agosto --es decir, el próximo miércoles-- habrá un partido de futbol (el partido de ida de la final de la Copa Libertadores de América)... y una charlotada (el amistoso México-España, a título de nada, sin ningún buen pretexto que lo amerite, pactado sobre las rodillas).

*

El principal atractivo del encuentro programado para celebrarse en el Estadio Azteca es, en teoría, que es el primer compromiso de los peninsulares ya como campeones mundiales. En la práctica, hay una larga serie de dudas acerca de las bondades de la ocurrencia...

Desde la perspectiva del “Tri”, es evidente que eso que llaman “la familia futbolera” aún está en plena resaca, tras la frustración de que tampoco en el reciente Mundial de Sudáfrica se consiguieron los objetivos que se habían planteado como razonables: una victoria sobre una lamentable selección francesa, que no está de presumirse, y pare usted de contar.

Los jugadores que participan en la liga local apenas están calentando motores; los que juegan en Europa, ni eso, ya que se encuentran en plena pretemporada...

Vaya: ni siquiera hay un técnico nacional propiamente dicho, una vez que la “era” de Javier Aguirre se cerró tras el Mundial, y los dueños de la pelota se sacaron de la manga --so pretexto de rendirle “un homenaje” que ni el propio homenajeado entiende-- la designación de Enrique Meza para confeccionar la Selección, armar un remedo de equipo y disputar un partido de caricatura.

En España, la designación del plantel con que se cubrirá el expediente,  también ha generado malestar: los dirigentes del Barcelona deploran que se convoque a siete de sus jugadores, que vienen de vacaciones... y, además, tienen en puerta, tres días después del intrascendente “amistoso” contra México, la disputa de la Supercopa de España ante el Sevilla.

*

Si España no hubiera ganado el reciente Mundial de Sudáfrica, cualquier combinado posible sería más que suficiente para cumplir con el compromiso. Pero como resulta que es el campeón, ahora se le exige que, aunque no estén en forma, alineen --no que jueguen, porque en este momento no están para eso-- la mayoría de los héroes de la batalla contra Holanda, decisiva en la guerra del Mundial sudafricano.

En el fondo, lo único cierto es que haber pactado ese “partido” fue tan inteligente (?) como organizar una taquiza... al día siguiente de un banquete.