* Omar... y Michel

Podrá decirse que no ganó el mejor... pero nadie podrá poner en tela de duda que ganó el que supo esgrimir el argumento supremo del gol.

La historia del “Clásico” disputado anoche en el Estadio Jalisco —más luchado que jugado—, puede resumirse en la frase clásica: “Goles son amores”.

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El América se había visto más ordenado, más combativo y más incisivo durante los primeros 35 minutos. Fue dueño del balón, se distribuyó mejor sobre la cancha y estuvo mucho más cerca del gol que el adversario. Sin embargo, el protagonismo de dos individualidades, Omar Arellano y Luis Ernesto Michel, fue determinante en el triunfo de las “Chivas”

Se había anticipado que una cosa sería la posible ausencia del “Chicharito” Hernández en la alineación... y otra muy diferente que el Guadalajara, por ese hecho, fuera a jugar con un hombre menos.

Omar Arellano, que en esta temporada —precisamente por el excelente rendimiento del gran ausente de ayer— no había conseguido plaza de titular, aprovechó la oportunidad que le sirvió en bandeja de plata la lesión de Javier para hacer, en la clásica jugada personal, el gol que puso de improviso el mango de la sartén en las manos del “chiverío”, después de 35 minutos, como ya se dijo, de nítida hegemonía táctica del América.

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También se había anticipado que un factor determinante en el resultado podía ser el rendimiento de los dos arqueros que estarán disputando la titularidad con la Selección Mexicana en el ya muy próximo Mundial de Sudáfrica...

En ese duelo hubo un vencedor absoluto: mientras Michel fue un baluarte en el marco rayado, con dos intervenciones sobresalientes en el primer tiempo y una más en el segundo, Ochoa, en el del América, flaqueó a la hora buena: en el fusilamiento de Arellano, cerró los ojos... y dejó pasar la pelota por el único sitio por el que no debería pasar: entre él y el primer poste.

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En los minutos finales, el Guadalajara retiró a tres de sus cuatro atacantes netos —Bravo, Arellano y Bautista— para sobrepoblar el medio campo y estropear la posible reacción americanista...

Era lo sensato: con tal de asegurar el resultado, cuya consecuencia inmediata —amén de lo que representa ganar un “Clásico”— es asegurar, con cuatro semanas de anticipación, el boleto para la “liguilla”, la cacareada “filosofía chiva” puede dejarse para mejor ocasión.