* Los mejores

Llegó a decirse que el Torneo de Apertura que el domingo pasado culminó con la coronación del Monterrey, fue un campeonato “desairado”.
Cuestión de perspectiva...

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Se comprende que, para la mayoría de los aficionados, en la disputa de un campeonato “que se respete”, a partir del elemento tradicional, necesariamente tienen que estar los equipos que de ordinario parten el queso, como luego dicen; el Toluca; el Cruz Azul; un poco los Pachuca, “Tigres” o “Pumas”; por supuesto, Guadalajara y América. Se supone que, sin esos ingredientes en la receta, el que se ofrezca a los comensales tendrá que ser, forzosamente, el clásico plato de segunda mesa.
Sin embargo, implica una rotunda injusticia calificar de “desairada” una final como la del domingo...

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De entrada, la aseveración implica una absoluta falta de objetividad. Por principio de cuentas, la intensidad de los dos encuentros decisivos respondió con creces a las expectativas: el primero, por la ambición y la agresividad bien entendida de los dos equipos; el segundo, por la capacidad de reacción del Monterrey, a fin de remontar un marcador adverso y ganar con la amplitud suficiente para dejar sin efecto las aseveraciones, inevitables, por lo demás, de que las igualmente inevitables pifias arbitrales no sólo gravitaron sino fueron determinantes en el resultado.
Seguro que en el Distrito Federal y en Guadalajara --los dos mayores núcleos urbanos del país-- no se paralizaron las actividades porque los aficionados se hayan quedado en casa a ver la final por televisión. En Monterrey y en Torreón, en cambio, cualquiera capta el impacto social que tuvo la final inédita: fue algo histórico.
A continuación, la etiqueta denota incapacidad para la autrocrítica: ¿ya pensaron, dirigentes y seguidores de Toluca, Cruz Azul, América, Guadalajara y demás, qué les hizo falta para llegar a la meta? ¿Ya se dieron cuenta de qué tuvieron los otros (Monterrey y Santos Laguna), que no tuvieron ellos?

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Ahí está, si tantito le piensan, el quid del asunto: Santos Laguna y Monterrey llegaron a la final por méritos propios. Fueron los mejores equipos del certamen, a partir de criterios objetivos. Tuvieron a los jugadores más aptos. Desarrollaron el plan de trabajo más pertinente. Fueron los conjuntos mejor dirigidos... En una palabra, pusieron la muestra a todos los demás.