* Limpia

Por lo pronto, en lo que se decide la probable venta del equipo, o, al menos, la transformación del Atlas --a semejanza de lo que hizo hace rato el Guadalajara-- de Asociación Civil en Sociedad Anónima, los dirigentes rojinegros ya se decidieron, al parecer, remando en sentido contrario a su propia histórica, por una limpia en el plantel.

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La premisa básica de la decisión tomada, de ser cierto lo que se afirma, es la maldita realidad del equipo en el aspecto deportivo...
Con la amenaza del descenso al circuito inferior no se juega, y más cuando en el Atlas coinciden, por una parte, el antecedente de dos destierros a la Segunda División que constan en actas; por la otra, el justificado temor de que con el plantel que pudiera tener en la división de ascenso y a diferencia de lo que sucedió en sus anteriores estancias en el purgatorio, de ninguna manera tiene garantizado el retorno tras una sola temporada de expiación de sus culpas.

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Así pues, a partir del reconocimiento tácito de que la lumbre les está llegando a los aparejos, los dirigentes del Atlas resolvieron dejar a un lado, por esta vez, los sentimentalismos...
Al margen de su identificación personal con la institución, se partió, en esta ocasión, de criterios objetivos. Se hicieron evaluaciones desapasionadas acerca del rendimiento de los jugadores que integraron el plantel durante el Torneo de Apertura. Se llegó, fríamente, a la conclusión de que algunos de ellos (el caso de Fabricio Fuentes sería, quizá, el mejor ejemplo) ya dieron lo que tenían que dar.

Se decidió, también, que a los jugadores extranjeros que llegan al equipo con la etiqueta de “refuerzos”, se les puede tener paciencia durante algunas semanas... pero no durante meses. En esas condiciones, ni Jorge Achucarro ni Michael Ortega pueden quejarse de que se les haya reprobado por una especie de ojeriza personal. Uno y otro deberán aceptar que la nota reprobatoria que se les dio, corresponde, en justicia, a sus lamentables respuestas en los exámenes ordinarios sustentados durante la campaña.

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Si el Barcelona, “Campeón de todo”, no dudó en mostrar la puerta de salida a una luminaria del futbol mundial como Ibrahimovic, nada tiene de sensacional que el Atlas haga lo propio con quienes, en sus circunstancias presentes, son --muy a su pesar, desde luego--  más lastres que puntales del equipo.