* Jerarquías

En efecto: en el futbol, como en todos los órdenes de la vida, las jerarquías no son para siempre. La grandeza de un equipo tiene que revalidarse periódicamente. Si no, de la misma manera que los enanos, eventualmente, llegan a crecer, aun los más grandes pueden pasar a ser del montón.

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La coronación del Monterrey, por cuarta vez en su historia, es una invitación a replantear jerarquías en el futbol mexicano...

Porque en relativamente pocos años desde que se implantó el profesionalismo se convirtió en el fenómeno social por excelencia, el Guadalajara fue, casi seguramente --por encima del Atlante, llamado “El equipo del pueblo”, y del legendario Necaxa “de los Once Hermanos”-- el primer grande, en toda la extensión de la palabra, del medio.

Porque le pisaron la sombra a las “Chivas” y porque respaldaron sus campañas con títulos, América y Cruz Azul se agregaron a la élite del deporte más popular en este país.

Por los campeonatos conquistados, tanto en la era de los torneos largos como en la actual, de los cortos, el Toluca ganó plaza en esa lista.

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Aunque son habituales aspirantes en los torneos caseros, la irregularidad ha sido su sello; “Pumas” y “Tigres”, por tanto, ocasionalmente trascienden los niveles de mediocridad en el medio. De Monterrey y Santos Laguna, protagonistas de la final del recién finalizado Torneo de Apertura, habría que decir lo mismo.

Puebla y  Morelia, con esporádicos destellos, no alcanzan ese rango. Atlante y Necaxa, a despecho de su grandeza pretérita, ni siquiera acertaron a conservar la plaza: dejaron el Distrito Federal --la plaza más importante del país, por obvias razones-- a disposición del América, y permitieron que “Pumas” y Cruz Azul, relativamente bisoños en el circuito, les comieran el mandado... El Atlante pasó por Querétaro y emigró finalmente a Cancún; el Necaxa, a Aguascalientes: es decir, a plazas sin tradición en el deporte, y en las que siguen siendo, de alguna manera, equipos carentes de raíces, transplantados a sus actuales sedes por intereses estrictamente deportivos.

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San Luis y Atlas, con más penas que glorias en sus respectivos historiales, serían los modestos del vecindario. Y en cuanto a León, Irapuato, Veracruz y Celaya, actualmente desterrados en el circuito inferior, han sido equipos que como vienen, se van: plazas, equipos e instituciones “de temporal”, incapaces de hacer huesos viejos entre los grandes... o más o menos.