* Ineficacia

El “Tri”, sin prodigarse, sin cubrirse de gloria, sin conseguir siquiera la consabida estrellita en la frente, se limitó a hacer la tarea...

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Ganó, como estaba obligado a hacerlo (por la historia, por el cúmulo de circunstancias propicias derivadas de la condición de local, porque “aún hay castas”...), a un rival --Canadá-- que saltó a la cancha del Estadio Víctor Manuel Reyna, de Tuxtla Gutiérrez, no con complejo, sí con conciencia de inferioridad.
Lo hizo con la nitidez previsible en la cancha, aunque sin la amplitud deseable en el marcador. Lo hizo a pesar de que el comportamiento futbolístico fue descorazonador.

Es cierto que tuvo la pelota la mayor parte del tiempo. Es cierto que técnica y tácticamente quedó de manifiesto el abismo que aún hay entre el futbol de México --el más añejo y por mucho tiempo el más prestigioso de la zona geográfica de Norte, Centroamérica y el Caribe-- y el de Canadá, uno de los de más lento desarrollo de la región...

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Sin embargo, la escuadra mexicana volvió a adolecer de una fórmula ofensiva eficaz. Si en la frustrada eliminatoria olímpica la falla sistemática consistió en que los atacantes elegidos por Hugo Sánchez fueron escandalosamente chambones para concretar las nítidas oportunidades de gol que el equipo generó al por mayor, esta vez la deficiencia más notoria consistió en que el binomio Vela-Giovani volvió a naufragar... ¿Indicio, tal vez, de que su nivel de competencia estaba en la Selección Sub-17 que fue campeona mundial de su categoría hace tres años, y su nivel de incompetencia está en la llamada “selección grande”?... Ya se verá en la siguiente fase de la eliminatoria... si para entonces Sven-Goran Eriksson insiste en esa fórmula, sacrificando a jugadores como Bravo y Vuoso, que en sus respectivos equipos han demostrado una razonable consistencia como especialistas en aportar al funcionamiento colectivo el maravilloso ingrediente del gol.

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Negar que Cuauhtémoc Blanco tiene talento para jugar al futbol, sería una necedad. Soslayar que sus facultades físicas menguan y que eso lo limita como jugador de Selección, sería una necedad aún mayor...

En todo caso, quemarle tanto incienso como se le ha dedicado, en ocasión del anuncio de su retiro del “Tri”, y pretender entronizarlo como “uno de los diez mejores futbolistas mexicanos de toda la historia”, da la razón a quienes sostienen que “El que no conoce a Dios...”, etc.