* Indigencia

“Chepo” de la Torre, con Guadalajara y con Toluca, demostró haber alcanzado su nivel de competencia en el mundo raro del futbol, en la faceta de director técnico. Su reciente designación como técnico de la Selección Nacional abre la incógnita de si no habrá alcanzado, ipso facto, su nivel de incompetencia.

Al margen del buen deseo --por él, un técnico serio..., y por el futbol mexicano, un caso serio-- de que las cosas funcionen, de que se cumplan los objetivos, de que se clasifique para el Mundial de Brasil y de que, ya ahí, se superen las muestras y se venza a fantasmas y atavismos del pasado, hay, por una parte, la advertencia de Goethe: “No todos los caminos están hechos para todos los caminantes”; y hay, por la otra, algunos antecedentes: entre los cercanos, Hugo Sánchez y Enrique Meza; entre los remotos, Javier de la Torre y José Antonio Roca.

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La de Hugo, después del Mundial de Alemania-2006, fue la designación obligada: el ex “Pichichi” se había convertido en la almorrana de cabecera de Ricardo La Volpe durante todo el proceso. La cancha, que no miente, demostró que, en efecto --para las pulgas del susodicho--, “cae más pronto un hablador que un cojo”.

Meza, antes del reciente “interinato” para el encuentro amistoso ante España, llegó al puente de mando del “Tri” avalado por sus títulos con equipos de club. Ya en la Selección comenzó a hacérsele bolas el engrudo. Resultado: su era se resolvió en un aborto.

Javier --tío de “Chepo”, por cierto-- fue un técnico exitoso con el Guadalajara “campeonísimo” y un estimable colaborador de Nacho Trelles y Raúl Cárdenas. La vida le dio la alternativa después del Mundial de México-70... y lo reprobó en la eliminatoria zonal de Haití: el de Alemania-74 fue el primer Mundial al que México faltó.
Roca, triunfador con el América --vuelta al Principio de Peter y al nivel de competencia--, fracasó en toda la línea en el Mundial de Argentina-78.

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“Chepo”, desde la noche del lunes, luego de su designación --“carambola hecha”, dadas las circunstancias--, ya dio las primeras señales de que no será el técnico nacional ideal para la prensa; (sus declaraciones, al menos esa vez, fueron de una pobreza conceptual rayana en la indigencia). Falta que sí lo sea --¡ánimas santas...!-- para los jugadores.