* En casa, con 12

Santos Laguna hizo la tarea: aprovechó la “superioridad numérica” (en una final, el local siempre juega con 12) para tomar ventaja sobre el Monterrey en la primera batalla de la guerra por el título del Torneo de Apertura.

Cinco goles en un partido de ida de una final, pintan de cuerpo entero, por su ambición, a los finalistas. Ambos corroboraron que son dignos aspirantes al gallardete... aunque los goles del segundo tiempo fueran sendas “metidas de pata”: la de Lacerda, al perder con De Nigris el balón que Cardozo puso en la red, y la de Davino, al firmar la derrota de su equipo con un autogol.

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Normalmente, el partido de ida de una final se caracteriza por los afanes especulativos de los actores. Anoche, en cambio, por momentos parecía que la consigna expresa era matar o morir. Como si no hubiera un mañana...

Si el local consiguió dos veces tomar la sartén por el mango, el visitante no demoró demasiado en recuperarla. La tercera vez que Santos Laguna tomó la delantera... al Monterrey se le acabó el tiempo.

Aunque, bien vistas las cosas, aún le quedan 90 minutos... y la seguridad de que en su casa, como anoche los “Guerreros” en la suya, jugarán con 12.

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Mientras tanto, la FIFA dejó a un lado las historias de espionaje y sobornos para la elección de candidaturas que venían siendo noticia, y despejó la incógnita con respecto a las sedes de los Mundiales de futbol que vendrán después de Brasil-2014. A saber, Rusia en el 2018, y Qatar (o Catar, como sugieren los académicos de la Lengua) en 2022.

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Las dos resoluciones fueron anticlimáticas. Si Brasil está en vías de sumarse a México y Alemania como organizador de dos Copas del Mundo, tanto Inglaterra como España (al alimón con Portugal) y Estados Unidos, al postularse para el 2018, supusieron que por ahí mismo vendría la mano.

La FIFA, a la hora de la verdad, ponderó los beneficios económicos y de expansión del deporte que dejaron los recientes mundiales de Corea-Japón (2002) y Sudáfrica (2010), y se decantó por una política agresiva: en vez de suscribirse a fórmulas de eficacia comprobada, pero a las que podría tildarse de conservadoras, prefirió llevar la máxima competencia del futbol mundial a la conquista de nuevos territorios: señal inequívoca de la pujanza del deporte más popular en nuestros días.