Jueves, 23 de Octubre 2025
Deportes | Por Jaime García Elías

* Él no; ¿quién sí...?

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

Muy bien: Ischia no... Entonces, ¿quién sí...?

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Hubo consenso. En contra, pero lo hubo... Fue obvio que la mayoría de los observadores tienen serias dudas acerca de la pertinencia de la decisión de los dirigentes del Atlas, de poner en las manos del argentino Carlos Ischia, durante un año, la suerte del equipo rojinegro.
De entrada, ¿quién es el valiente que quiere apostar a que Ischia, o quien sea, dura un año en el puesto?... Si los técnicos, como lo sabe cualquier recién llegado al peculiar mundillo del futbol, “son hijos de los resultados”, ¿quién puede garantizarle al recién designado timonel rojinegro que no tendrá que pagar con el pescuezo --metafóricamente hablando-- una racha de resultados adversos?... Si Enrique Meza, Fernando Quirarte, Sergio Bueno y muchos más, de los que se dijeron las mismas lindezas que ahora se dicen de Ischia cuando se puso en sus manos el chayote caliente que desde tiempo inmemorial ha sido ese equipo, ya desfilaron por ese moderno Paso de las Termópilas, ¿quién le firma al recién llegado la certeza de que a él no se le medirá con la misma vara?...

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A diferencia de lo que sucedió con su antecesor, Ricardo La Volpe, Ischia no tiene un historial que lo avale. De Ricardo, por lo sucedido en su primera “era” como timonel atlista, se hizo un mito que los resultados, en el Torneo de Apertura que está en vías de culminar, hicieron trizas. Ischia llegó enarbolando como suyos los títulos conseguidos con el Boca Juniors; sus detractores se encargaron de hacer pública la otra cara de la moneda: el desplome que vendría a continuación.
Además, está el handicap (o el agravante, como se prefiera) de que el flamante --y aún inédito-- timonel atlista, llega a un equipo que andará volando bajo en la tabla de los promedios, y a un medio que no conoce.

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Así y todo, si ninguno de los técnicos disponibles --los actuales desempleados-- cubre satisfactoriamente el perfil para dirigir al Atlas, quizá haya que admitir que los dirigentes la tenían difícil; quizá haya que concederles, a favor del ungido, el beneficio de la duda... Y, en todo caso, esperar a que se produzcan los primeros descalabros y las primeras decepciones de su gestión, para tirársele --entonces sí, con los pelos de la burra parda en la mano-- a la yugular.

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