* Disyuntiva

Es cíclico: no bien termina la participación de ciertos equipos en un campeonato, cuando se inicia el proceso de depuración de sus planteles.
De hecho, el proceso se inicia desde antes: desde que se advierte que hay jugadores que no justifican su presencia en la nómina; desde que se vislumbra la posibilidad de contratar a un jugador que está subutilizado en otra institución; desde que hay señales de que algunos futbolistas consideran finalizado su ciclo en el club en que han militado a últimas fechas, o de que acarician el legítimo anhelo de cambiar de aires al efecto de conseguir el beneficio económico que una transferencia suele implicar para un profesional del deporte.

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Dentro de ese  esquema, por la popularidad del equipo; por el antecedente de que en las últimas campañas se ha quedado con las ganas de ser protagonista y se ha conformado con el rol de “extra”, y porque aún está estrenando mandos tanto en la mesa, con Rafael Lebrija como vicepresidente deportivo, como en la cancha, con José Luis Real como técnico designado para la siguiente campaña, sobresale el caso del Guadalajara.

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Lebrija llegó con la tarjeta de presentación de los varios títulos conseguidos con el Toluca. En días pasados hizo declaraciones: se fijó un plazo --más corto que largo-- para hacer del Guadalajara “el mejor equipo de México”...
Al margen de las buenas intenciones, debe subrayarse que en Toluca no tenía más límite que la chequera para incorporar al equipo la materia prima que hiciera falta para convertirlo en un trabuco. Fue así que cubrió la falta de un defensa central sobresaliente con el paraguayo Paulo da Silva. Fue así que armó tandems ofensivos con José Saturnino Cardoso, respaldado primero por Carlos María Morales y posteriormente por Vicente Sánchez: el primero, paraguayo; los dos restantes, uruguayos.

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En el Guadalajara, al margen de los costos y de que eventualmente se considere inadecuado pagar por el “Bofo” Bautista --inevitable botón de muestra-- lo que se dejen pedir los dueños de su carta, existe la complicación adicional de la imposibilidad de incorporar jugadores extranjeros.
De ahí que las “Chivas” sólo tienen dos caminos: comprar figuras, a como se las vendan, para incorporar seleccionados nacionales a su plantel... o dedicarse a producir jugadores, para convertir --con el tiempo y el ganchito consabido-- a su primer equipo en la Selección Nacional del futuro.