* De trámite

La historia, de hecho, se escribió desde el jueves, en el partido de ida...

La victoria del Santos Laguna, a domicilio, resultaría determinante. Para que el resultado se revirtiera, hubiera sido necesario, como se señaló en su oportunidad, que se conjugaran dos sucesos poco probables: uno, la metamorfosis del Cruz Azul; otro, la debacle de los “Guerreros”.

Ninguna de las dos hipótesis se cumplió. Los “Cementeros” se lanzaron al abordaje con el silbatazo inicial... pero el gol de Ludueña los enfrió. La tónica se repitió en los minutos finales, cuando Vuoso y Ludueña anticiparon el desfile a las regaderas.

Ya con Benítez en plan de “Llanero Solitario”, los flamantes campeones generaron un par de amenazas serias, que por muy poco se malograron; en compensación, lo que sobró de enjundia faltó de serenidad en la presión de los visitantes. Y aunque Lozano acortó distancias en el marcador y reanimó esperanzas en las tribunas, a la postre resultarían decisivos el orden y la bravura con que los locales defendieron lo que ya tenían en su poder...

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El asedio de los “Cementeros”, en los primeros minutos, le puso sabor al partido de ayer. Sin embargo, ese dominio abrumador no generó peligros serios para el marco de Oswaldo Sánchez. De hecho, el primer disparo propiamente dicho —de Lugo—, a los 11 minutos de juego, careció de dirección.

El gol —corrección: ¡golazo...!— de Ludueña, un minuto más tarde, subrayó uno de los factores que a la postre resultarían determinantes: mientras el Cruz Azul confirmaba su personalidad como un equipo ordenado, pero sin individualidades relevantes, Santos Laguna, con su funcionamiento, dejaba constancia de la presencia en sus filas de jugadores que —como ahora se dice— “marcan diferencias”: el “Lorito” Jiménez y el “Chato” Rodríguez en el medio campo..., pero, sobre todo, Ludueña en la franja en que se requiere creatividad, y Vuoso y Benítez en la zona del campo en que la potencia, la agresividad y la contundencia son valores supremos.

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Por supuesto, los “Cementeros”, hasta donde lo permitieron sus limitaciones —en el aspecto ofensivo, sobre todo—, fue un digno finalista. Empero, lo medular es que el Santos Laguna confirmó los progresos que gradualmente ha hecho en las últimas campañas, a partir de aquella en que por muy poco libró el descenso, y no dejó margen para las dudas: ¡ganó el mejor!