Viernes, 26 de Julio 2024
Deportes | Por Jaime García Elías

* De prestado

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

Como hecho a propósito para agregar la humillación al fracaso: no se acababa de escribir la crónica de un cese anunciado --el de Ricardo La Volpe, como consecuencia lógica de su desastroso paso por el puente de mando del Atlas, donde fue la encarnación de un mito, entendido como “una mentira que crece”--, cuando se difundía la nota complementaria: sin perjuicio de que los dueños de la pelota analicen otras opciones y se decanten por alguna de las que actualmente parecen menos sólidas, hay cuatro candidatos para tratar de sacar el buey de la barranca, primero, y para intentar hacer realidad, después, los sueños de dirigentes y simpatizantes del añejo equipo rojinegro, de volverse protagonista y dejar de ser el eterno “extra” de los campeonatos mexicanos...
Nombres: Efraín Flores, Eduardo de la Torre, Benjamín Galindo y Fernando Quirarte.

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No hace falta demasiada erudición en cuestiones futbolísticas para reparar, de bote-pronto, en la coincidencia de que los cuatro nombres están estrechamente ligados... con el Guadalajara.
Cierto: Efraín Flores pasó por el Atlas, como entrenador de fuerzas inferiores y (fugazmente) del primer equipo, antes de enrolarse con las “Chivas”. Cierto también: Galindo ha declarado que sus simpatías, en sus tiempos de aficionado, se inclinaban más hacia el Atlas que hacia el Guadalajara, donde vivió algunos de sus mejores años como futbolista. Cierto asimismo que Quirarte pasó del Guadalajara al Atlas... y que muchos aficionados nunca se lo perdonaron; (por la facilidad con que se cambió de chaqueta, lo veían como un mercenario de las canchas).

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Hubo, en el pasado, varios jugadores de extracción rojinegra, nacionales y extranjeros, que cambiaron los arreos por “la cachucha, el silbato y la cruz” --como solía decir el compadre Ney Blanco-- que caracteriza a los técnicos: Eduardo Valdatti, Javier Novello, Jesús del Muro, el “Gallo” Jáuregui, el propio Ney...
Salvo los dos primeros, que hicieron época como entrenadores (Valdatti al ganar el único título de Liga que el Atlas ha conseguido en su historia y Novello al sacar a la inolvidable generación de “Los Niños Catedráticos” que dio la réplica, a base de buen futbol, al Guadalajara “Campeonísimo”), los demás no consiguieron dejar huella, en su nueva faceta, en el equipo de sus orígenes.
Una pena extra, pues, para el Atlas, en medio de sus dolorosas y complejas circunstancias actuales: estar condenado --irremisiblemente y por mucho tiempo-- a vivir de prestado.

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