Jueves, 23 de Octubre 2025
Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* Canibalismo

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

A ver...

El problema no estriba en que los árbitros actuales sean más deshonestos o más incompetentes que los de antes. El problema estriba en que actualmente es más fácil detectar errores que antaño pasaban inadvertidos.

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La modalidad de ver con lente de aumento el desempeño de los árbitros en los partidos de futbol y de poner el acento en sus errores, primero, y de atribuirlos a ineptitud o corrupción, después, llegó de la mano de los avances tecnológicos...

Así, mientras que hasta hoy es imposible llegar a un consenso, por ejemplo --el inevitable botón de muestra--, con respecto a la legitimidad del primer gol de Inglaterra en la final del Mundial de 1966, porque las pocas fotografías que se tomaron y la única toma de televisión que existe (en blanco y negro, por cierto) dejaron, como casi siempre, más dudas que certezas, en la actualidad es prácticamente imposible que algo, en una cancha de futbol, pase inadvertido para las cámaras omnipresentes.

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Antiguos árbitros, tan erráticos o más, en sus años en el ejercicio de la profesión, que los silbantes actuales, se abrogan la tarea de decidir si los pobres mortales encargados de dirimir las contiendas entre los dioses de los estadios, sin más arma que un silbato, acertaron o se equivocaron en sus fallos; más que eso, son jueces que condenan y verdugos que ejecutan. Y aunque las reglas del juego aún no han llegado al punto de establecer que la instancia de los comentaristas de televisión será la suprema y definitiva, y sí, en cambio, han reiterado que lo que los árbitros aten en las canchas atado quedará en los cielos, y lo que desaten en las canchas desatado quedará en los cielos, para efectos de la reputación de los silbantes, ante los ojos del vulgo necio --que diría Lope de Vega--, la última palabra es la que dicen los petulantes expertos en arbitraje... aunque ni siquiera entre ellos se pongan de acuerdo.

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La modalidad de poner a los silbantes en la platina del microscopio, es sórdida. Si exhibir sus yerros incluyera la posibilidad de ponderar limitaciones y considerar atenuantes, sería un ejercicio honesto y saludable. Como se ejerce, no pasa de ser, hablando en plata, una forma desleal y ventajosa --porque quienes la ejercen disponen de recursos que los árbitros no tienen-- de canibalismo intelectual. Punto.

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