* “Al pan...”

Una cosa eran las perspectivas que tenía Omar Bravo de sobresalir en el Guadalajara, y otra cosa son las posibilidades reales de que en el Deportivo La Coruña se pueda reeditar la historia...

Una cosa es que haya caído de pie, ayer, durante la presentación ante la prensa, el público y sus nuevos compañeros, y otra muy diferente el protagonismo que pueda tener, ya en la cancha, a medida que salgan al paso los adversarios...

Una cosa es, a priori, el buen deseo de que el mochiteco pudiera desarrollar en España una carrera tan brillante y exitosa como fue --referente inevitable-- la de Hugo Sánchez en sus años en el Real Madrid (la etapa en el Rayo Vallecano, como la del Celaya y el América, fue, en lo deportivo, una mancha; un corolario indigno; un ejemplo de cuán triste, en todos los órdenes de la vida, es no saber retirarse a tiempo), y otra muy diferente es alimentar, lógicamente, la esperanza de que así ocurra.

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“Al pan, pan...”.

Omar Bravo supo ser pieza importante en las filas del Guadalajara durante varios años. Quizá no tuvo el carisma necesario para convertirse en ídolo, en la dimensión en que llegaron a serlo, en su momento, colegas y compañeros suyos como Ramón Ramírez, el “Bofo” Bautista u Oswaldo Sánchez, verbigracia. Sin embargo, el peso específico de su aportación, especialmente en el capítulo de los goles (llegó a la cifra mágica de cien poco antes de concluir su ciclo con el “Rebaño Sagrado”), ahí queda.

Si no se le abrieron de par en par las puertas del futbol de Europa antes de que pudiera contratarse libremente con el equipo que más le conviniera, fue porque, salvo la ya señalada excepción a la regla --Hugo Sánchez--, el futbol mexicano no sólo es deficiente sino notoria, escandalosamente deficitario (que no es lo mismo) en materia de producción de atacantes. La prueba está en casi todos los equipos mexicanos, y el subrayado en las tablas de goleo y en el resumen de casi todas las jornadas en la competencia doméstica: los goles con que se escribe la historia en el futbol de México, llevan, vía de regla, la rúbrica de los atacantes importados.

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Bravo, además, va a un equipo modesto. En esa tesitura, llegar a convertirse en figura sobresaliente será más que una proeza...

Será casi un milagro.