* Aguirre

La destitución, ayer, de Javier Aguirre como técnico del Atlético de Madrid, lo convierte, ipso facto, en candidato natural a dirigir a la Selección Nacional en cuanto se consume --más temprano que tarde, probablemente--, lo que parece inevitable y hasta inminente: el cese de Sven-Goran Eriksson como timonel del “Tri”.

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Con todo y las decepciones que críticos y aficionados han acumulado a lo largo de la “era” de Eriksson al frente del “Tri”, lo políticamente correcto, en circunstancias normales, no sería condicionar su continuidad al resultado del encuentro del próximo día 11 contra Estados Unidos, en el inicio del hexagonal decisivo por los boletos para el Mundial del año venidero en Sudáfrica.

Lo decente, considerando que las posibilidades de una victoria mexicana en ese encuentro son prácticamente nulas, sería darle un mínimo de tres partidos.

Después de todo, conviene tener presente que el duelo con los norteamericanos dista mucho de ser decisivo, entre otras cosas porque en la competencia se disputan tres boletos --no uno, como antaño-- y un repechaje.

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Aguirre, por lo demás, ya fue candidato cuando se trató de designar al sucesor de Hugo Sánchez. De hecho, él mismo se descartó porque tenía como prioridad crecer profesionalmente en el futbol de España. Y lo hizo, porque hasta antes de la racha de malos resultados (y de las intrigas del “Kun” Agüero, según dicen) que le costaron la chamba, había alcanzado todos los objetivos que él y los dirigentes del cuadro “colchonero” se trazaron.

Javier, cuando se supo nominado, agradeció la distinción, dio sus motivos para quedarse en Europa... y pidió que no se le descartara del todo.

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El relevo, en esas condiciones, parece “carambola hecha”: algo muy parecido a lo que sucedió en días pasados, cuando se conjugaron, primero, el cese de Ricardo La Volpe con el Monterrey, y, en seguida, la mala racha inicial del Atlas en el Torneo de Clausura.

Porque conoce la idiosincrasia del jugador mexicano; porque el historial que ha desarrollado en el deporte le concede respeto y ascendiente en el medio; porque la guerra por los boletos para el Mundial no está tan perdida como parece en vísperas de la batalla contra Estados Unidos, y porque ser técnico de la Selección Nacional no viene nada mal como premio de consolación tras el cese en España, el retorno de Javier al “Tri”, pues, parece inevitable.