Miércoles, 22 de Octubre 2025
Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* Adriano

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

Se quejan los futbólatras: “Los escritores no toman en serio al deporte...”.

Tienen razón... al menos en parte. Pocos de ellos se interesan por los libros.

Pero los pocos que buscan, en los libros, historias relacionadas con el futbol, se frustran: no hay.

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Ocasionalmente, algunos escritores se dan permiso de desentenderse de sus temas, de desconectarse de los personajes de sus novelas en plena gestación, para incursionar en la crítica del deporte más difundido sobre la faz de la tierra.

Los mundiales, por ejemplo, son buenos pretextos para comprobar, cuando los García Márquez, Benedetti, Villoro o García Montero deciden tomarse un mes sabático para ejercer como comentaristas, que el futbol perdió, en beneficio de la literatura, a excelentes prospectos de críticos.

Mientras el box o el toreo aportan, sistemáticamente, personajes dotados de la hondura espiritual o de la estatura humana necesarias para ser transportados a los libros, y seducen a escritores consumados para que se encarguen de dar forma a sus historias, el futbol, en ese aspecto, es avaro. Maradona, por las brutales contradicciones derivadas de que, salvo prueba en contrario, todo el talento que Dios decidió darle para sobresalir en este mundo se lo puso en la pierna izquierda, sería una de las excepciones que confirman la regla de que el futbol, más allá de las canchas, sólo da materia prima para los tópicos periodísticos que se reciclan hasta la náusea --sin que los lectores lo adviertan, por lo visto-- todas las semanas: “Así es el futbol...”; “Tenemos que cambiar de actitud...”; “Queremos ser protagonistas...”.

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Garrincha, de la generación anterior, fue otra de las excepciones. Sin embargo, la literatura que consignó algunos episodios de la tragicomedia que fue su vida, no consiguió sobrevivirlo. “Mané” --su apodo más familiar-- ya es una referencia remota, una ficha deteriorada en la memoria de los ancianos que fueron testigos de sus proezas en las canchas.

Adriano, que podría seguir sus pasos, se queda en el anecdotario. El ariete del Inter decidió la semana pasada, intempestivamente, bajarse del trono que su equipo está en vías de conquistar en Italia, y desentenderse de los cinco millones de euros que el futbol le reporta cada año, para reintegrarse a su ambiente, las favelas, y a su ambiente, el pandillerismo. (Como escribe en “El País” Enric González: “El chico dejó la favela, pero la favela no dejó al chico”).

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