Cultura | Durante la FIL 2011, el pintor presentará una monografía sobre su trabajo Roberto Rébora: la incomodidad motora Durante la FIL 2011, el pintor presentará una monografía sobre su trabajo, con una selección de 51 obras. La edición está cargo de Ditoria, su casa de publicaciones Por: EL INFORMADOR 25 de septiembre de 2011 - 02:15 hs Roberto Rébora, en su estudio de Guadalajara. ''Adopto elementos que a estas alturas me pertenecen...'', explica. M. FREYRÍA / GUADALAJARA, JALISCO (25/SEP/2011).- Roberto Rébora dice que nunca está cómodo. Tiene tres talleres en dos ciudades y varios amores, entre ellos la pintura, la edición y Taller Ditoria. El artista plástico está por unos días en Guadalajara para trabajar en su obra en gran formato y ver nacer el ejemplar número 15 de la Colección del Semáforo, dedicado a la poeta argentina Tamara Kamenszain. Después regresará a la Ciudad de México para seguir con uno de sus proyectos, el más personal, una monografía sobre su trabajo que incluye un repaso por 51 obras. El espíritu inquieto de Rébora (Guadalajara, 1963) está presente en su estudio, ubicado a unos pasos del Parque Revolución. Ahí, el aroma a pintura se percibe al cruzar la puerta y una colorida papeleta ilumina los ojos, los cuadros están no por todos lados, pero podría decirse que así se siente. También hay libros, hojas sueltas, lápices, lecturas en pausa, la computadora y los ejemplares de la Colección del Semáforo de Taller Ditoria, sello editorial que ha publicado casi medio centenar de títulos en 17 años de existencia. Sus obras están ahí, algunas ya están terminadas y otras en proceso, las cuales posiblemente llegarán a un espacio expositivo en 2012, según uno de los planes del tapatío, quien no expone en Guadalajara desde hace cinco años y en la Ciudad de México desde hace casi siete. Para sus obras, Rébora no emplea bocetos, pinta directo sobre el lienzo y crea así sus personajes, hombres que caminan confundidos por el mundo y mujeres que van tras su destino. En la Ciudad de México está la sede de Taller Ditoria, donde “se hacen los libros tipográficos y donde pintó cuadros en pequeños formato”. La casa editorial tiene como novedad el título Este México triste, de Juan Bautista Villaseca (1932- 1969) y está en impresión el catálogo de Martha Pacheco. Exposición Antológica, muestra organizada por el Museo de Arte de Zapopan (MAZ). Se trata, de acuerdo con el editor, del libro con mayor proyección de su casa de publicaciones por el tiraje, superior a los mil ejemplares. Como autor, el tapatío trabaja en una monografía personal, la cual estará lista en las próximas tres semanas y se presentará en la edición número 25 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en noviembre próximo. “Es un libro comentado, de cuadros pintados durante 18 años. Es una selección de 51 cuadros comentados, es una antología personal, arbitraria… He estado concentrado en la antología y en la revisión de un trayecto de mi trabajo, que ha sido para mí un ejercicio significativo”. El ejemplar combina una página digital con una tipográfica. “Es un juego de sistemas técnicos muy bonitos porque una –página- es muy lisa y muy intensa de color, casi eléctrica, y la otra tiene la sequedad de la tipografía”. El nombre de la pieza que da título al libro es Inmaterial. En el cuadro un hombre va preocupado por la calle. “Es el hombre que usa la red, donde el mundo es ligero y luminoso, ahí nos sentimos cómodos por la extraordinaria revolución que estamos viviendo, a partir de las comunicaciones. Sin embargo, es un hombre que va pensativo en la calle porque todo a su alrededor son tensiones, lo que yo creo que es la realidad contemporánea”, expresa el autor, quien toma un lápiz bicolor para hacer algunos trazos en una hoja, que después tirará al bote de la basura, mientras responde una serie de preguntas. — A más de 20 años de trayectoria artística, ¿cuáles son los temas sobre los que reflexiona ahora en su trabajo? — He pasado por distintas etapas. Tuve una etapa erótica muy fuerte en mis inicios, donde pinté niños perversos, coitos, relaciones muy apasionadas, figuras muy rápida, muy arrebatadas. Y después pasé a lo contrario con una cierta pintura impresionista, donde pinté muchas cosas familiares como la visión íntima de lo que son las relaciones, pero en un entorno protegido que es la familia. Luego, cuestiones urbanas. Todo ha sido buscar el gesto, el trazo, en todo momento. Para mí, aunque cambia el objeto a descripción, no cambia para nada el principio del estímulo. — De esas etapas, ¿hay nostalgia por algún tema o está cómodo en el presente? — No, nunca estoy cómodo. Es justamente la incomodidad la que hace que uno se mueva. Al contrario, rechazo todo lo que me parece que es reiterativo, y sin embargo, adopto elementos que a estas alturas me pertenecen como la representación de la colectividad, la forma en general, hecha desde un impulso memorioso. —En la monografía que realiza destaca 51 cuadros, ¿qué momentos sobresalen? — Es una lectura de mi propio trabajo, tanto desde el significado como desde la oposición formal o temática entre los cuadros, como una manera de reunir por opuestos o por una asociación libre aquello que ha sido mi preocupación expresiva, entonces reflexiono de manera impersonal. Inicio con un cuadro de 2009 o 2006 y después me voy hasta 1984, que es el cuadro más antiguo que presento; así voy saltando indistintamente de periódico y de camada. — ¿Cómo fue la selección de las piezas para la antología? — Fue una cosa que se dio. -Las piezas- me permitieron reflexionar sobre el oficio y ofrecer algo, hay muchos cuadros que son inéditos y otros que se han publicado. — En esta edición comenta sus obras, ¿qué dice de ellas? — Comento ideas para referirme a algo preciso. En cada cuadro hay una visión de absoluto, es decir que uno se la juega, y sin embargo esta visión se niega cada vez que uno vuelve a pintar, entonces es una consideración, digamos, activa en el momento de pintar. Hablo de lo que es el dibujo y sus características, del oficio y de la necesidad de la inspiración. — De ser artista plástico, ¿cómo llega al oficio de editor? — Fue una terquedad de mi parte. Sucedió un azar precioso, como un cuento para niños, que en mí creó encantamiento, que fueron unas letras tipográficas que llegaron a Taller Ditoria, llevadas por Clemente -Orozco Farías-, quien se ausentó dos o tres años del país. Se fue a estudiar a Estados Unidos, pero las letras se quedaron en mi círculo de amistades de poetas y escritores y eso prendió. Clemente nunca se imaginó que a su regreso íbamos a tener siete u ocho libros hechos cabalmente. — ¿Por qué abrir una editorial? — Por la sensación preciosa, que es la independencia. Influyó para mí muchísimo ese imán, que fue la Chandler (equipo de 1887). Me acercó a los libros de mis amigos y eso me marcó porque se hizo un espacio de conversación, que comenzó hace 17 años. — ¿Es negocio? — No. Es autosuficiente apenas, no lo es cierto del todo, pero genera una conversación y un círculo de intereses precioso. — ¿Le teme al libro digital? — No. Son medios diferentes y la monografía la estoy haciendo digitalmente. Nosotros no tenemos competencia y no soy comerciante, yo hago cosas que (la gente) compra. — Vivió algún tiempo en el extranjero, ¿por qué regresar al país? — Después de estar ocho años en Italia (1984-1992), yo tenía mucha necesidad de pertenencia cultural, quería estar con mi generación en la Ciudad de México. — ¿Al regresar encontró un espacio ideal para la creación? — Nacía el Zapatismo, desde luego sentí un contagio, que hoy en día me sigue conmoviendo, esa es la verdad. Aunque ahora, sin dejar sentirme tocado por el espíritu que anima al zapatismo, veo las cosas desde un lugar de complejidad, que quizá antes no alcanzaba a leer. – ¿Participó en alguna marcha? – No. Vi la marcha de campesinos descalzos que venían desde Oaxaca, frente de mi taller, en el Parque México. De repente, estaba pintando y olí humanidad, escuché rumor, vi que había una gran marcha de campesinos, muchos descalzos, y me impresionó profundamente, veían caminando desde el territorio zapatista. — ¿Vio pies heridos? — ¡Hombre! Miseria. Me dolió como mexicano. — ¿Plasmó algún cuadro al respecto? — Creo que forma parte de la cadena de interés social que hay en mi trabajo, el cual está teñido en todo momento por una vena social, crítica. A pesar de no haber hecho mayor caso, lo confieso…Yo no recuerdo haber escuchado que las culturas originarias hayan participado en el Bicentenario, me parece que fue repetir, justamente, aquello que tendría que haberse modificado. — Con la llamada guerra contra el narcotráfico, ¿le preocupa la situación actual que vive México? — Desde luego… Me preocupa la estulticia de los políticos. — ¿Es posible la creación en un país hostil? — Creo que hay gente que hace el país con sus iniciativas de cualquier índole. Está completamente equivocado el Estado mexicano, porque no se decide la limpieza del pecado o del mal sobre el mundo, es una torpeza, es una ingenuidad, que lo haya decidido así nuestro presidente, es simplemente la evidencia de que estuvo muy mal asesorado. Creo que lo que se tiene que hacer no es disparar balas, aunque en la actualidad ya es imposible no hacerlo y eso duele. Lo que se tiene que hacer urgentemente es sembrar en los miles pueblos marginados, que están entorno a las ciudades, talleres, posibilidades laborales esenciales. Talleres de hacer sillas de palo, chingado –y alza la voz porque el tema le molesta-… Jóvenes que tienen 16 años, en lugar de emborracharse desde el jueves y no ver la nada más que polvo y pobreza, puedan ir a un taller. El Estado, en lugar de gastar tanto dinero estúpidamente en decir que somos democráticos, debería utilizar los medios para que la juventud encuentre oficios y formas de reconstituir, desde la dignidad, una forma social de convivencia, que es trabajando e intercambiando cosas. Y el Estado se equivoca. Perfil Pintor y editor Roberto Rébora nació en Guadalajara en 1963. Es un destacado artista plástico. Su trabajo lo ha llevado a diversas partes del mundo, como a Italia, donde vivió cerca de una década. Reparte su tiempo entre la Ciudad de México y Guadalajara, donde tiene su espacios para la creación. Además, desde hace 17 años anima Ditoria, una pequeña casa editorial dedicada a los libros casi artesanales, que publica literatura y arte selectos. Tiene tres hermanos, todos artistas como él: Ana Luisa, Álvaro y Cecilia. En 2008 expusieron en Guadalajara. ''En cada cuadro hay una visión de absoluto, es decir que uno se la juega, y sin embargo esta visión se niega cada vez que uno vuelve a pintar.'' ''Está completamente equivocado el Estado mexicano, porque no se decide la limpieza del pecado o del mal sobre el mundo, es una torpeza, es una ingenuidad.'' Roberto Rébora, artista plástico Temas Artes Plásticas Pintura Feria del libro Lee También ¿Cuánto cuestan y dónde comprar los libros del Nobel de Literatura 2025? El Festín de los Muñecos cumple 20 años; anuncian el cierre de un ciclo Cantos de tierra y exilio: Illapu vuelve a Guadalajara Un octubre artístico para celebrar los 31 años del MUSA Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones