Miércoles, 22 de Octubre 2025
Cultura | Primer concierto de la OFJ

Programa de contrastes

Arranque de la temporada ''México de mis amores'' de la Filarmónica de Jalisco con obras de Dvorak, Elízaga y Toussaint

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA,JALISCO.- ¿Con que les gustó la Nuevo Mundo…? ¡Pues si vieran que bien tocada es mucho mejor aún…!

Los aplausos al término de cada movimiento -paciencia, melómanos…- fueron claro indicio de que, en efecto, la Sinfonía número 9 de Dvorak con que culminó el primer concierto de la primera temporada del año, denominada “México de mis amores”, en el Teatro Degollado, entusiasmó a la concurrencia que casi llenó la sala. Y eso que la del viernes fue una de las intepretaciones más lamentables que la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) haya hecho, de una partitura que sus músicos conocen bastante bien.

Los pasajes lentos de la obra resultaron pretenciosos y ampulosos; los brillantes rayaron en la estridencia, el tumulto y el estrépito. Fueron caóticos. El equilibrio sonoro entre las secciones de la orquesta se rompió sistemáticamente.

La lectura de Héctor Guzmán -titular de la Filarmónica-, superficial, efectista, desconectado del espíritu de la obra y de la función de un director en lo que hace a transmitir al público el alma de la partitura -la música, pues- y no sólo a marcar mecánicamente los compases, estuvo muy lejos de los paradigmas de la propia OFJ, entre los cuales uno relativamente reciente, de hará un par de años, con Juan Carlos Lomónaco como director huésped. Lástima… Dentro del caos, lo rescatable con creces: el solo de corno inglés del segundo movimiento, a cargo de Nancy de la Caridad Calcedo. Sublime.

En compensación, la Misa para la Catedral de Guadalajara, de Mariano Elízaga (1786-1842), rescatada para este estreno en el Teatro Degollado después de 144 años de permanecer archivada, resurgió con toda su belleza y su frescura.

Pese a las notorias influencias de los grandes maestros del género -pasaría como página perdida de Haydn o Haendel, por ejemplo-, la obra tiene luz propia. La interpretación del Coro del Antiguo Colegio de Infantes de la Catedral Metropolitana de Guadalajara, dirigido por Aurelio Martínez Corona, fue espléndida: la calidad de las voces, la afinación, el equilibrio y la disciplina del grupo, notables.

Capítulo aparte merecería el joven barítono Abraham Eduardo Navarro López en la parte solista del Domine Deus por la pulcritud del timbre, la robustez y la sonoridad de su registro. Sobresaliente. Un paso atrás estuvo la soprano María Guadalupe Blanco Aceves, solvente en general pero estridente en su agudo más acentuado.

El programa se abrió con el Himno Nacional -por el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución- y el poema sinfónico Popol-Vuh, de Toussaint, pletórico de sonoridades reminiscentes de la música autóctona.

El programa, con el mismo elenco, se repite este mediodía, a partir de las 12:30 horas, en el mismo escenario.

Jaime García Elías

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