Domingo, 12 de Octubre 2025
Cultura | Charla con el autor en el MAZ

''Palinuro'' Fernando de México

Mañana por la noche, el autor de Noticias del Imperio conversará con lectores sobre su segunda gran novela

Por: EL INFORMADOR

Fernando del Paso durante la entrevista realizada en su casa.  E. BARRERA  /

Fernando del Paso durante la entrevista realizada en su casa. E. BARRERA /

GUADALAJARA, JALISCO (26/SEP/2011).- Es medio día, el escritor Fernando del Paso (Ciudad de México, 1935) está al teléfono con los editores de su nuevo libro: un ensayo sobre el judaísmo y el islam. Señala algunas de sus dudas sobre una página y las anotaciones realizadas a su interlocutor. En los muros de su casa cuelgan algunos de sus dibujos, obras minuciosas, prueba del talento del autor de Noticias del Imperio, quien también es pintor, aunque ahora ha dejado el arte plástico por las letras y la historia.

El escritor, de 76 años, espera que sea martes para encontrarse con sus lectores en el Museo de Arte de Zapopan (MAZ), donde charlará sobre su segunda novela, Palinuro de México, la cual obtuvo el Premio Rómulo Gallegos en 1982.

Fernando del Paso comenzó su trayectoria como narrador con José Trigo, aunque también ha escrito poesía y teatro. Considera que las utopías son para perseguirse, aunque éstas sean inalcanzables como llevar la lectura a las masas. Además de trabajar su ensayo desde casa, también es el director de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz de la Universidad de Guadalajara (UdeG) desde hace casi dos décadas.

— Uno de sus intereses fue la medicina, ¿esto marcó a “Palinuro”?

— Definitivamente porque yo quería ser médico, antes no era antimilitarista, estaba muy joven, ahora sí. Entonces aspiraba a la escuela de médico militar, que era la mejor de América Latina. Conocí a mi esposa en la preparatoria, en el viejo edificio de San Ildefonso, y decidimos casarnos, entonces me di cuenta que ya no podía estudiar medicina, es una carrera que absorbe todos los tiempos, así que entré a economía porque los economistas tenían buenos sueldos. Y dije: ‘Bueno, al menos una carrera que tenga un buen sueldo’, pero empecé a ganar muy buen dinero en publicidad, entonces me salí.

Pero claro, la obsesión por la medicina… pensé que era un médico frustrado, pero después de acabar Palinuro me di cuenta que no. A mí lo que me había gustado más de la medicina era la historia de medicina, la de los investigadores, la parte romántica y literaria, pero estar ahí operando tumores, eso no lo hubiera aguantado.

— ¿Y el humor de este personaje?

— El humor corresponde al autor. La gente que no me conoce piensa que soy muy serio, y no, me rió todo el tiempo, digo chistes y tengo un gran almacén en la cabeza, aunque como ya vivo muy encerrado aquí –en su casa-, no lo alimento, pero veo la vida con mucho humor, me río de cualquier cosa, me río de mí mismo, me parece que es muy sano el humor. El humor corresponde al autor, si un autor crea un personaje humorista, creo que hay muchas posibilidades de que el autor  también lo sea, pero si crea asesinos no tantas –risas-.

— “Palinuro” cree en el amor infinito, ¿considera que éste existe?

— No, eso lo dice Palinuro, pero yo no estoy totalmente de acuerdo con él. Estefanía –el amor del protagonista- es una especie de conjunción de varias mujeres que conocí en mi vida.

— ¿Si ahora volviera a escribir “Palinuro de México” sería igual?

— Ésa es una pregunta que no le puedo contestar porque uno no puede reescribir una novela o escribir una novela distinta. Mientras uno la elabora, claro, puede reescribirse varias veces, pero una vez dada a la imprenta y ya publicada es una novela original, que ni el propio autor puede imitar porque saldría un fiasco, eso es lo que pienso.

Nunca reescribiría una novela, puede que otras personas lo hagan, pero yo no.

— Cuando escribió su segunda novela, tenía casi 40 años, ¿ahora son distintas sus certezas como escritor?

— Tenía 40 años, cuando la terminé, pero 30 cuando la comencé. Tenía muchos años ya para ser estudiante y tenía unos hijos muy chiquitos para que fueran estudiantes, entonces vi un poco al margen toda la tragedia –la matanza del 2 de octubre-, pero me impresionó muchísimo al punto que mi personaje se transformó en un estudiante del 68, que muere a causa de una golpiza que le dan en el Zócalo.

Uno cambia, por supuesto, pero los cambios son tan lentos como los físicos, yo tengo la misma cara de ayer y mañana tendré la misma cara de hoy, pero no tengo la misma cara de hace cinco años, pero uno no nota el cambio, las arrugas no aparecen de repente, eso sería terrible. Lo que sí puedo decir es que si yo escribí algunas cosas en pro de esto y del otro, y si ahora pienso distinto no me arrepiento de lo que escribí porque no lo escribí yo el de ahora, sino yo el joven, el que tenía 40 años, pero me respeto a mí mismo: ‘ya no opinó como tú, cuate, pero te respeto’.

— ¿“Palinuro de México” es una novela para entender el México contemporáneo?

— Uno no se plantea ‘ahora voy a escribir una novela para que se entienda mejor el México contemporáneo’, pero puede resultar que sí. ¿Pero qué es contemporáneo? Para personas de 30 o 40 años, el 68 no les puede parecer contemporáneo porque no correspondió con su tiempo, con él mío sí, yo nací en el 35, soy contemporáneo de Hitler, de Mussolini, del nacismo, de María Félix, de Agustín Lara, ése es mi tiempo.

Considero que es válido extender la contemporaneidad un poco más, porque yo no vivía durante la Revolución Mexicana, pero si era el tiempo de mis padres, de mis abuelos, de alguna manera me pertenece porque ellos hablaban de eso.

Creo que la tragedia del 68, repercute en estos tiempos, aún es una herida abierta, el ejército nunca ha pedido perdón. En el caso del famoso Dreyfus en Francia, el ejército lo hizo 95 años después, así que tenemos que esperar mucho tiempo si seguimos ese ejemplo.

En este año, en todas esas revueltas juveniles han participado adultos también en Grecia, en España y en Chile, cuando leo sobre ellas me da un escalofrío porque uno recuerda por supuesto el 68, que comenzó con la revolución de mayo de París, si hubo un muerto o dos fue accidentalmente, y culminó con la tragedia de la Plaza de las Tres Culturas, donde hubo, no sabemos, cuántos muertos, pero sí varios centenares. La juventud está otra vez indignada, otra vez indignada, porque este capitalismo salvaje, aunque yo creo que el capitalismo siempre es salvaje, pero ahora es más salvaje que otras veces, no  ofrece una buena educación, la cual cada vez se va deteriorando más en todos los países, en México muchísimo, esa educación a su vez no les garantiza empleos, entonces muchos jóvenes dicen ‘para qué estudiamos, si no vamos a encontrar empleo’. Ingenieros, médicos, químicos, que no encuentran empleo, y muchos de ellos desertan antes de la facultad porque tampoco hay suficiente cupo en las facultades, a la corta o a la larga se vuelven delincuentes.

— El proceso de escritura en sus novelas ha sido largo, de casi 10 años, ¿esto se debe a la exhaustiva búsqueda de un lenguaje o a qué lo atribuye?    

— Bueno sí, tengo un poco la obsesión de lo exhaustivo, a pesar de que nuca se puede lograr, yo lo sé muy bien, pero tiene que considerar que cuando yo comencé esta novela,  estaba casado y con hijos. De hecho con José Trigo ya habían nacido uno o dos de mis hijos y yo no nací millonario, me ganaba la vida, tenía un modus vivendi que fue por muchos años, primero los bancos y luego las agencias de publicidad. Cuando me fui a Londres estuve trabajando en la BBC y en París en la radio francesa y luego como consejero cultural de México y después como cónsul general de México, siempre tuve que trabajar mucho, entonces me tardaba más porque tenía poco tiempo para escribir, pese a eso sé que son novelas gordas, no gruesas, eso puede ser otra cosa. Alguien me preguntó alguna vez: ‘¿maestro no sabe usted condensar?, Palinuro tiene 700 páginas’, y respondí: ‘claro que sé condensar iba a ser de tres mil’ –risas-.  

— ¿Ahora sus obras son más sintéticas?

— Viajé de un estilo muy elaborado, casi hermético en José Trigo, a uno más sencillo en Palinuro de México y en Noticia del Imperio más todavía, sin que por eso sea una lectura fácil porque está llena de datos duros, eruditos, en fin, no diría que se fue depurando porque depurando implica que lo primero era impuro, se fue simplificando.

— ¿Considera que en sus novelas se marca la historia del país?

— En realidad he estado haciendo equilibrios muchos años en la cuerda floja, cuidándome de no caerme completamente en la literatura o en la historia, pero ahora ya caí en la historia definitivamente.  Entonces, claro en Palinuro está el 68, que se convierte en pivote de la novela. En José Trigo se habla de los cristeros, que fue un tema que descubrí a través del escritor Guadalupe de Anda, llegué a él porque tenía un libro sobre los ferrocarriles, novelas, pero también uno sobre los cristeros, fenómeno que yo no conocí; entonces en José Trigoestán los cristeros y los movimientos ferrocarrileros. Y Noticias del Imperio es la novela dedicada a la historia.

– Si usted le escribiera una carta a un joven novelista ¿qué le diría?

— No me he planteado ese problema. He hablado largamente con algunos novelistas jóvenes y no recuerdo exactamente que les he dicho, pero básicamente necesitan lo que llaman hoy retroalimentación, no es retro es alimentación, simplemente alimentarse con muchísimas lecturas, no leer teorías sobre el lenguaje.

Les recomendaría no leer teorías sobre el lenguaje y no meterse con la lingüística ni el reconstructivismo, ni todas esas cosas horrorosas como la semiótica. Decir cuidado: la semiótica es una enfermedad que se contagia por la lengua, es decir el autor debe ser muy espontáneo; bueno ni gramática les diría que estudiaran es mejor saber manejar el lenguaje porque así se aprendió en su experiencia vital y literaria. Hay que leer mucho, muchas novelas. Si uno quiere ser novelista, hay que leer muchísimas novelas.

— Si el enemigo es la semiótica ¿por qué su obra posee toda esa riqueza del lenguaje?

—Uno puede usar una forma retórica sin saber el nombre. Lo mejor es enriquecer el lenguaje y la imaginación a través de la lectura. Yo pensé que un semiótico jamás podría escribir una novela, me equivoqué con Umberto Eco, quien ha escrito unas cosas formidables, pero yo no podría estar escribiendo y al mismo tiempo analizar porque estoy diciendo eso, lo digo y se acabó.  Hay un crítico, no voy a mencionar su nombre, que descubrió que la palabra andrómeda era una obsesión que tenía desde José Trigo, y lo que no sabe es que yo me cambié a la calle de Andrómeda, cuando me cambié releí la leyenda y la usé en Linda 67, no había ninguna obsesión, aparece la palabra andrómeda curiosamente en José Trigo y en Noticias del Imperio, pero como aparece el nombre de otras constelaciones.

— ¿Considera que convertir la lectura en un hábito de las masas es una utopía?

— Antes de la imprenta era para lectores muy escogidos, había pocos ejemplares de libros hechos a mano y primorosos. A la mayor parte de la humanidad parece que no le interesa leer y parece que no hay forma de hacerla leer, muchos escritores tienen hijos que no leen, que no les interesa, como si un ingeniero tiene un hijo que no le interesa la ingeniería, si no otra cosa muy distinta. Creo que sí se puede aumentar mucho el número de lectores si se les expone a la buena lectura como se le puede exponer a la buena música, millones de personas en el mundo nacen en pueblos muy pobres, nunca salen de su pueblo, nunca compran en su casa un libro impreso o tocan un disco de Mozart, entonces no tienen exposición, ahí se hallarían no sólo buenos consumidores de arte, sino uno que otro genio que nunca manifestó su genialidad porque no tuvo la oportunidad y eso sí es una verdadera lástima, un desperdicio enorme. Sí se puede incrementar la lectura, pero tampoco que sea masiva, más IVA sí –risas-. Es una utopía, pero tenemos que seguirla buscando, las utopías son eso, inalcanzables, pero hay que perseguirlas, si no uno entra en el escepticismo.

''La semiótica es una enfermedad que se contagia por la lengua,  es decir el autor debe  ser muy espontáneo.''
Fernando del Paso, escritor

Perfil
El también pintor

*Fernando del Paso nació en la Ciudad de México, en 1935. Es escritor, pintor y director la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz de la Universidad de Guadalajara.

*En su juventud se interesó en la medicina, pero estudió economía en la Universidad Nacional de México (UNAM) y durante 14 años trabajó en agencias de publicidad.

*Su primera novela fue José Trigo, la cual se publicó en 1966 y obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia. Después siguieron los títulos Palinuro de México, Noticias del imperio y Linda 67. Historias de un crimen. El autor también ha incursionado en la poesía, el teatro y el ensayo.

*Ha radicado en Estados Unidos, en Reino Unido y en Francia, en este último país se desempeñó como consejero cultural y cónsul general de México en París, y desde hace 20 años radica en Guadalajara.

*Por su trabajo, el escritor ha recibido varios reconocimientos, entre ellos el Premio FIL de Literatura en 2007.

Conversación con Fernando del Paso sobre la novela Palinuro de México / Mañana, 20:30 horas / Museo de Arte de Zapopan, Andador 20 de Noviembre 166 / Entrada libre

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