Domingo, 19 de Mayo 2024
Cultura | Cultura: nuevas voces

Martín Mora: la cultura de la calle

''La cultura urbana necesita públicos naturales para funcionar y si la gente que se dedica a hacer arte en los espacios públicos no crea público, pues va a generar al grupito de siempre'', critica Martín Mora

Por: EL INFORMADOR

Martín Mora, psicólogo social.  /

Martín Mora, psicólogo social. /

GUADALAJARA, JALISCO (28/FEB/2012).- Martín Mora Martínez (Ameca, Jalisco, 1966), es licenciado en Psicología por la Universidad de Guadalajara y doctor en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona; investigador en el Departamento de Estudios Socio Urbanos de la UdeG y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

Pero Martín prefiere pensarse como “urbanista de calle”, pues es a partir de la observación del espacio público que ha desarrollado gran parte de su labor investigativa. Además de haber sido consultor para el Ayuntamiento de Guadalajara en temas de urbanismo, planeación metropolitana, gestión de espacios públicos y nuevas tecnologías, Mora ha colaborado en distintos proyectos artísticos de intervención urbana en ámbitos del videoarte, el arte sonoro, la performance callejera, el uso de la bicicleta y la protección de los derechos del peatón.

Es a raíz de su conocimiento directo de la cultura urbana o la cultura de la calle, que el propio especialista habla a continuación, de su experiencia en este campo en crecimiento en Guadalajara.

Qué es la cultura urbana

“El primer asunto es definir la cultura urbana, que a veces se entiende limitada a los graffiti, pero en realidad incluye todas las expresiones artísticas y culturales ejecutadas en los espacios públicos: desde intervenciones de todo tipo (performativas, pictóricas, sonoras), hasta cosas que no tienen un discurso muy claro, por ejemplo los tejidos urbanos, que es gente que se dedica a hacer tejidos para transformar espacios.

Incluye también la utilización de espacios públicos para la movilidad: la utilización de la bicicleta como medio de transporte y la transformación de los espacios para que ese medio se convierta en una cosa natural, respetada y regulada. Incluye todo lo que ocurre en las calles: desde las cosas más intencionales, hasta las que parecen naturales y que luego son recuperadas.

La diferencia con las artes que se hacen en espacios creados ex profeso para cierto tipo de ejecución, es que en la cultura urbana se hace arte con los medios que se disponen de manera natural en la calle. Se intervienen o se le agregan cosas, pero respetando la naturalidad del espacio. Esto no sólo tiene un efecto real en los espectadores, sino que incentiva el hecho de que la gente utilice los espacios públicos para producir arte y cultura.

En Europa la cultura callejera es más rica que en América Latina en general. En el ámbito mexicano la cultura de calle tiene prácticamente 20 años, y estoy dando una cifra que se me ocurre: desde las primeras expresiones de los graffiti, que es una moda de Estados Unidos traída por los migrantes. Pero la cultura de calle en México es relativamente nueva, y poca gente está clavada en eso.

La evolución de las calles tapatías


En Guadalajara ha habido muchísimos cambios en cultura urbana. Yo llegue en 1985 a estudiar psicología, pero también hacia teatro con una compañía y nos presentábamos en el Cabañas, cuando era prácticamente el único espacio cultural importante de la ciudad, junto con el Ex Convento.

En 25 años he visto que cada vez más ha ido creciendo la capacidad de generar propuestas que van más allá de los espacios confinados. Cada vez hay más actividad en la calle, cada vez hay más combinaciones de actividades que incluyen teatros, salas de conciertos y museos, con actividades al aire libre.

Una experiencia interesante fue hace unos diez años cuando mucha de la gente que se dedica a las artes plásticas hicieron las jornadas de puertas abiertas: abrían sus galerías y pequeños talleres para que la gente hiciera recorridos y se familiarizara con lo que sucedía dentro de los espacios.

Ha habido un cambio impresionante. Yo lo he visto y me parece muy bonito, porque cada vez hay más gente interesada en hacer cosas, y que no utiliza como pretexto que no hay espacios. Porque hasta hace unos diez años todo mundo se quejaba de que no había espacios para hacer actividades culturales. Llegó un momento en que se pasó de la cultura de la queja a la cultura de las propuestas callejeras, con pocos recursos o con recursos pequeños.

Sin embargo, también soy muy crítico del hecho de que mucha gente, sobre todo recientemente, ha crecido en la idea que los espacios públicos son para ser intervenidos, que para eso están hechos.  Y no son capaces de preparar, por ejemplo, una actividad teatral o musical para un espacio como un teatro o auditorio, porque no saben cómo hacerlo: desde sonorizar hasta dominar el espacio escénico”.

Un problema de educación

Lo que veo es que hay un problema de educación artística, que hace que la gente con mucha voluntad, escasos recursos y muchas veces con muy poco talento, quiera hacer cosas en la calle nomás porque sabe que la calle la utiliza todo mundo. En las escuelas de arte deberían educar a la gente para que puedan dominar tanto un espacio cerrado como el exterior.

“Siempre que pienso en cultura o en arte pienso en educación. Mi discusión en foros con mis colegas que hablan de estos asuntos de cultura, o cultura urbana, es que todo tiene que pensarse en términos educativos o pedagógicos: si hago una intervención en un espacio público con una instalación sonora, por ejemplo, no sólo se trata de que yo me exprese como artista –que me parece muy egocéntrico y muy chafa—, sino que por lo menos piense en el público que lo va a escuchar. No es tanto que le deje un mensaje, sino que le eduque en que el espacio puede transformarse para otras cosas con recursos tan sencillos como poner un poquito de sonido, o un mural de una jaula de pájaros, o una bolita de estambre en un muro.

Por eso creo que lo que falla en Guadalajara es que casi toda la gente dedicada a la cultura o al arte se olvidan de su función pedagógica, y no saben cómo explicar lo que hacen. Pregúntale a casi todos los artistas y son incapaces de explicarte, y más la gente metida en las artes visuales o las artes plásticas.

Y luego te dicen que no tienen por qué explicarte lo que hacen. Pues deberían intentarlo por lo menos, porque su función es esa. Si no entramos en una bronca que tiene que ver con los públicos: la cultura urbana necesita públicos naturales para funcionar y si la gente que se dedica a hacer arte en los espacios públicos no crea público, pues va a generar al grupito de siempre: los mismos ocho que andamos de placita en placita viendo la performance de alguien que es nuestro amigo.

Y eso no es hacer cultura urbana, eso es hacer un gueto egocéntrico que  en Guadalajara es lo que más abunda y lo que debería desaparecer ya. Hay demasiadas mafias y grupitos que se soban entre ellos de que son muy buenos pero ni siquiera son competitivos con otras ciudades o con otros países.

Espacios con fines humanos

Yo soy psicólogo social, que en realidad es antropología urbana. Mi trabajo real y por el que me pagan en la UdeG tiene que ver lo que pasa en la calle: ver que pasa ahí y tratar de reflexionar sobre por qué la gente se comporta de determinadas maneras y qué ocurre cuando metes un elemento externo intencionadamente.

A mí lo que me interesa realmente es que los espacios tengan gente. No me gusta mucho la visión del urbanista-arquitecto que sólo piensa en los espacios como diseño. Los espacios deben tener usos, tener gente y ésta los debe usar a su gusto. Por eso es importante educar a que la gente los utilice como le sirvan: si les sirven para jugar canicas el paseo Chapultepec está perfecto; si le sirve a los skatos está perfecto, siempre y cuando se entienda que hay que respetar el mobiliario de los demás, que es una diferencia sutil.

Los artistas no sólo deben producir a  partir de la inspiración, sino que tienen una función social con un énfasis pedagógico. Su función artística tiene que ver con educar, generar públicos e  invitar a que los demás hagan lo mismo.

México tiene el gran problema de la falta de educación artística desde tempranas edades. Hay una gran carencia de formación musical en todas las escuelas. Y no sólo se trata de que la gente aprenda guitarra para que cante en las fiestas, sino es una formación más integral más importante, más espiritual.

Y ese es el tema de los que trabajan o reflexionan sobre arte urbano: que tenga como fin educar y hacer mejor gente. Que la gente sea civilizada. Que los espacios se utilicen de la manera más conveniente y sobre todo con fines humanos”.

Mucha gente ha crecido en la idea que los espacios públicos son para ser intervenidos, que para eso están hechos, y no son capaces de preparar una actividad teatral en un teatro

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