Viernes, 26 de Julio 2024
Cultura | Por: Martín Almádez

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La importancia de ser Wilde

Por: EL INFORMADOR

Oscar Wilde, quien hoy cumpliría 109 años de no haber fallecido, debe estar -sin duda alguna- festejando que la Iglesia Católica le haya otorgado el perdón, luego de haberlo excomulgado por más de un siglo.

El irlandés y masón nacido en 1854 llevó sus últimos pasos al Hotel d’Alsace, en París, donde murió en la soledad de su cuarto, mismo en el que muchos años después, Jorge Luis Borges se hospedó, simbólicamente, rindiendo honor al dublinés.

“A mí dadme lo superfluo, que lo necesario todo el mundo puede tenerlo”.

Fiel a sus convicciones, Oscar Wilde llevó al debate de las ideas el debate de los sentimientos. Defendió como causa única la naturaleza del amor entre el maestro y su discípulo, en su dimensión equiparable al amor de un artista por su obra de arte.

Como escritor de su tiempo, supo llevar la condición humana en todas sus latitudes, bajo la premisa que le confiara a Gide al decirle que él había querido conocer “el otro lado del jardín”. Apostolado que le permitió rebasar los valores del siglo XIX y conseguir ser tan joven y actual en estos días con la novela y el cuento, el ensayo y el teatro, la poesía y la crítica.
Wilde fue el embrión de la autocrítica, de la razón bajo sospecha, del cuestionamiento de los convencionalismos y de la continua insatisfacción del pensamiento.

Su estructura mental y discursiva envolvió a la literatura y desbordó sus dones a la moral y a la política. La inteligencia fina que manifestó en lo escrito y en lo oral, acabó encantando a sus interlocutores, amigos y lectores, pero asimismo, diseñó la daga con la que sucumbiría. Entre los primeros, el mismo Churchill decía categórico cuando le preguntaban con quién le gustaría conversar en el cielo: “Con Oscar Wilde, sin ninguna duda”.

“A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante”.
La fascinación que provocaba ese hombre, fue proporcional al descrédito y a la humillación que recibió de la sociedad. Esta realidad, a la que él retaba siempre, significó la forma más sustancial de sobrellevar la tragedia de su propia vida. Quizá sean en el poema La balada en la cárcel de Reading y en De profundis, donde Wilde hace el extracto más oscuro de su condición.

De Oscar Wilde se ha dicho que es el escritor del juego y de lo lúdico. Se ha considerado su obra como una de las más punzantes de la inteligencia y de la reflexión. Se le ha reconocido la paternidad del teatro moderno, se han contado de igual forma sus más tentadoras historias y morbosos perfiles. El hombre y su aportación literaria han sido escudriñados, puestos a la luz y nuevamente revalorados.

Hoy, en su aniversario luctuoso, charlemos con Wilde, quien se pasea solaz y desenfadado por los pasillos de la FIL.

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