Domingo, 19 de Mayo 2024
Cultura | Cuauhtémoc Medina, curador del MUAC, habla de la importancia de Guadalajara en el arte

''Hay un pacto diabólico entre cultura moderna y capitalismo''

Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM señala la importancia de Guadalajara como referente creativo

Por: EL INFORMADOR

Experiencia. Cuauhtémoc Medina es doctor en Historia y Teoría de Arte por la Universidad de Essex, Gran Bretaña. EL INFORMADOR /

Experiencia. Cuauhtémoc Medina es doctor en Historia y Teoría de Arte por la Universidad de Essex, Gran Bretaña. EL INFORMADOR /

GUADALAJARA, JALISCO (22/MAY/2013).- El circuito global (de arte contemporáneo) es un circuito de ciudades. En este país claramente el foco lo constituyeron Guadalajara, México, “y en menor medida Monterrey. Históricamente es muy importante lo que implicó la Expo Arte Guadalajara en los noventa, porque produjo un modelo de interlocución entre mercado y teoría que fue muy innovador. Aquí se inventó la idea de un congreso teórico añadido a un evento comercial, que después se ha incorporado a ferias como ARCO (Madrid)”, afirma Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM, uno de los recintos más importantes del país en su campo de especialización.

En Guadalajara hay lugares “como el taller Suro, que son centros de producción internacional y que no necesariamente pasan por el circuito nacional. Y luego hay varios agentes curatoriales y críticos, que han tenido una serie de roles importantes emergidos de aquí: Patrick Charpenel ahora es director de la Colección Jumex, Carlos Ashida ha sido director de varios museos a lo largo del tiempo. Lo que estoy diciendo es que me parece clarísimo, que uno no entiende lo que ha sido el arte contemporáneo de las Américas sin entender que hubo un foco en Guadalajara”, dice el especialista.

Medina vino a la ciudad hace unos días para hablar en el Museo de Arte de Zapopan sobre The Deep of the Modern, la exhibición que curó en Bélgica el año pasado, invitado por la bienal europea de arte contemporáneo Manifesta 9.

Su intención como curador en jefe del museo universitario es continuar con el desarrollo de las facetas del recinto: desde la atracción de diversos tipos de públicos, y el aumento de la actual colección de arte moderno y contemporáneo de la UNAM –que actualmente cuenta con más de mil piezas— hasta la atención a las investigaciones y los programas académicos que ahí se desarrollan.

Para Cuauhtémoc Medina, el gran logro del museo en sus primeros cuatro años y medio de vida, ha sido el de “tener exposiciones de masas con arte avanzado y arte del sur. “Es un museo que puede aspirar a contribuir con una cultura cosmopolita no colonial: eso significa ser un museo del sur”, explica el curador antes de afirmar su deseo de radicalizar este hecho durante su gestión, “porque además esa noción involucra una mezcla entre ambición intelectual y una cierta ambición de expandir el territorio de quienes participamos de esta cultura contemporánea”.

—¿Cuál es el tipo de artistas que le interesa llevar al museo?


—MUAC tiene al mismo tiempo un programa académico, un programa de coleccionismo y un programa de exhibición. Lo que estamos planteando es hacer un proyecto que en cierta manera es una combinación de fuerzas, y en esa dimensión no hay un solo tipo. Lo mismo tenemos un programa que involucra tratar de recibir archivos significativos para la investigación y la exhibición de arte contemporáneo, que formar una colección panorámica de ciertas prácticas en México a partir de los cincuenta, que tener exhibiciones de artistas clave en la formación de arte contemporáneo en América Latina –con una cierta intención de inclusión hacia mujeres, gays y discursos marginales—, que vamos a hacer algunos proyectos de artistas contemporáneos que tienen un perfil de investigación intelectual y teórica. Entonces no hay uno solo; tenemos como unos cuatro o cinco perfiles que nos darán las líneas de trabajo de dos o tres años, para luego ser replanteados.

—¿En qué momento considera que se encuentra la escena del arte contemporáneo en México?

—Está bastante claro que el efecto de los años noventa fue el de generar una escena integrada con un circuito global en muy diversos niveles de intensidad, con un grupo de 10 o 12 artistas que están permanentemente en una circulación internacional clara y operando con varios argumentos (…) Las instituciones, particularmente las que aceptaron que había esta enorme capacidad de interlocución, han logrado también integrarse en una serie de campos, redes e intercambios que hacen –entre otras cosas—que por lo menos en la Ciudad de México haya una concentración de metros cuadrados de exhibición de arte contemporáneo, difícilmente equiparable en el mundo. En ninguna otra ciudad en América es igual, con excepción, quizás, de Nueva York.

—Con la reciente edición de Zona Maco se desencadenó una polémica en distintos medios acerca de lo que ahí sucede ¿A qué le atribuye este hecho?

—Hay una crisis de crecimiento muy interesante en los últimos años, y no está localizada en la feria. El arte contemporáneo se ha vuelto una parte decisiva en la vida cultural del país, y ciertamente ya desapareció el espacio protegido de los miedosos y los demagogos, donde se gozaba el arte contemporáneo porque no le interesaba al circuito público general. Por eso tenemos una serie de reacciones tardías, y una serie de escándalos trasnochados. Hay algunos seudo-periodistas y también ciertos públicos, que, en la honestidad que da la ignorancia, de pronto se están asombrando que algo ocurrió, porque nunca lo vieron cuando estaba efectivamente ocurriendo y operando. Creo que estas personas se hubieran escandalizado muchísimo más de lo que estaban haciendo los circuitos alternativos de mediados de los noventa, que lo que está ocurriendo en un espacio tan controlado, fresa y limitado como una feria de arte.

—¿Qué significa el que una feria de arte adquiera visibilidad social? (se pregunta Cuauhtémoc Medina a sí mismo)

—Significa, ante todo, que hubo una transformación de las relaciones entre la élite económica y la producción de arte contemporáneo. La novedad o lo que podría ser un escándalo, es que por primera vez en el siglo XX y XXI, hay una relación directa entre producción de cultura contemporánea y cultura de élite económica (…) Creo que esto supone que uno tiene que saber que hay oportunidades reales de convertir este espacio en un espacio de interlocución social, y pues sí: va a haber algunos cascarones rotos. Pero yo no le atribuyo a esa conflictividad nada de importancia, en la medida en que me parece claro que es el efecto de que finalmente aquellos que se ocupan de la divulgación, se enteraron que existe alguna cultura viable de nuestros días. Desde un punto de vista teórico y crítico, es una especie de chisme de lavadero (risas)... ¡Pero lo estoy diciendo muy en serio, eh! A mí me parece muy claro que a pesar de la discusión que se estuvo generando a lo largo de Zona Maco este año, el momento polémico crucial pasó hace una década.

—Quizá esta molestia también tiene que ver con la percepción de que el arte es un lujo…

—Estás hablando del siglo XV, ¿verdad? (risas) El crítico americano Clement Greenberg, en su famoso texto Vanguardia y Kitch (1979), hablaba de una manera muy sabia –siendo él entonces un trotskista— que el arte tenía un cordón umbilical de oro con el capital, y que esto era una característica limitativa de la producción artística. Esas cuestiones son interesantes de reflexionar, pero no me dejan de parecer –y espero que esto no suene tan petulante— condiciones de la normalidad de la sociedad capitalista. Que no dejan de ser problemáticas e interesantes y necesarias de una discusión, pero es descubrir el Mediterráneo. O sea, el arte en la modernidad ha sido una mercancía paradójica de lujo, producida en buena medida con condiciones preindustriales que garantizan su exclusividad. Pero esa es una discusión que desde el punto de vista de la historia del arte produce un enorme aburrimiento porque es una condición constitutiva.

—¿De qué manera se produce o se ha producido una polémica como la ya mencionada, en otras latitudes?

—Se da con frecuencia. En Inglaterra, hace 20 años, hubo un movimiento que se formó alrededor de la revista Modern Painters que estaba tratando de darle marcha atrás al hecho de que se había producido una escena de arte contemporáneo grande. La exhibición Sensation fue cerrada por una autoridad municipal en el estado de Nueva York y, por supuesto, hace 50 años, en medio del momento de expansión del expresionismo abstracto americano, hubo un senador de derecha (George Anthony) Dondero, que trató de impedir el avance del arte moderno acusándolo de ser comunista (…) O sea, la historia del arte moderno y arte contemporáneo, está llena de estos momentos en que alguien descubre que la familia ya no es tan provincial ni está tan de acuerdo, y momentos trágicos reales, como ocurrió con el movimiento moderno en Alemania bajo el nazismo.

Eso no ha cambiado el hecho de que hay una especie de pacto diabólico entre la cultura moderna y el capitalismo, y la sociedad compleja en la que vivimos, en donde la producción cultural, y particularmente la artística, tiene que estar siempre sometiéndose a sí misma a una crítica y a una transformación. La esperanza que algunos tienen –sobre la que uno puede tener incluso un poquito de misericordia— de que la cultura esté fija y satisfecha y detenida, pues es algo que no va a ocurrir, por lo menos en el horizonte que supone vivir en una sociedad con la violenta transformación en la que vivimos. Sí, entiendo que hay gente que tiene cierta debilidad espiritual y espera que haya una cultura estable, pero el mundo no lo está.

FRASE

"
Entiendo que hay gente que tiene cierta debilidad espiritual y espera que haya una cultura estable, pero el mundo no lo está "

Cuauhtémoc Medina,
curador de arte.

PERFIL
Credenciales

Doctor en Historia y Teoría de Arte por la Universidad de Essex, Gran Bretaña, Cuauhtémoc Medina ha trabajado durante más de 20 años como curador y crítico, y en gran medida –dijo— gracias a la libertad académica que le ha otorgado ser miembro del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Desde 1992, ha realizado ahí diversos seminarios y publicaciones que luego se han convertido en exposiciones, por ejemplo La Era de la Discrepancia. Arte y Cultura Visual en México 1968-1997, que se presentó en 2007 en el Museo Universitario de Ciencias y Arte (MUCA), y un año después en el  Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA).

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