Viernes, 24 de Mayo 2024

LO ÚLTIMO DE Cultura

Cultura | El autor tapatío recibirá este año el premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez

Ciudadano del mundo

Poeta, hombre de teatro, diplomático, académico y periodista, el autor tapatío recibirá este año el premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez

Por: EL INFORMADOR

Este domingo, Hugo Gutiérrez Vega recibirá el Homenaje Periodismo Cultural Fernando Benítez. E. BARRERA  /

Este domingo, Hugo Gutiérrez Vega recibirá el Homenaje Periodismo Cultural Fernando Benítez. E. BARRERA /

Sábado. Ciudad de México. El reloj marca las 17:00 horas, el ambiente es silente, pero el sonido del timbre del 203 se encarga enseguida de romperlo. Detrás de la puerta blanca se oye el arrastrar de unos pies que han recorrido en 76 años países como España, Italia y Grecia. Su casa es como él: acogedora; su rostro y voz, tranquilos, calificativo contrario a su currículo. ¿Cuál es el motor que ha movido a Hugo Gutiérrez Vega (Guadalajara, 1934) a transitar por los caminos de la abogacía, la diplomacia, la poesía, el periodismo cultural, la dramaturgia y la universidad? La vida de Hugo es un rompecabezas con varias piezas para unir.

“Yo he sido aprendiz de todo y maestro de nada (…) Esta curiosidad, este hechizo del mundo me ha llevado a buscar por muchos terrenos”, concluye el autor de Antología con dudas, no sin advertir que, para él, el mundo contemporáneo no es tan digno de entusiasmo como el de otras épocas.

“Mi camino fundamental ha sido el de la poesía, el del periodismo, el de la actuación y luego el de la diplomacia”, ahonda Gutiérrez Vega. Cuenta que a los 18 años comenzó a escribir poemas y que la obtención de algunos reconocimientos le impulsó a continuar con sus creaciones; 13 años después, en 1965, publicaría su primer libro, Buscado amor.

El actual director del suplemento cultural La Jornada Semanal revela que Machado, Quevedo y López Velarde son sus “maestros”, aunque también admite influencia de los españoles de la Generación del 27 y de la poesía inglesa , T. S. Eliot, por ejemplo.

Escribe en la noche y casi siempre en la cama, pues, afirma entre risas, “yo hago las mejores cosas que se me ocurren en la cama”.

“La noche”, explica, “además de darme silencio, me da la sensación de soledad creativa, una soledad buscada para escribir en calma, es importante”.

Autor de más de 18 libros de poemas, ganador de premios de poesía como el Nacional de Aguascalientes (1975) y el Iberoamericano Ramón López Velarde (2001), sentencia que “yo no puedo figurarme un mundo sin poesía y un mundo sin arte, ni siquiera me lo puedo figurar”.

La literatura le ha traído, entre otras cosas, amigos como los recién fallecidos periodista y poeta Carlos Monsiváis y Alí Chumacero, y a su casi “hermano” Rafael Alberti, de quien le quedó como idea memorizar poesía; la suya ha sido traducida al inglés, francés, italiano, rumano, portugués, griego y turco.

Su incursión en el periodismo

Después de la poesía, lo que más ha hecho Gutiérrez Vega es periodismo. Sus inicios en el oficio se remontan a cuando estudiaba en el Instituto de Ciencias de Guadalajara: colaboró en la revista Juventud, después en Ideales y más tarde fundó un suplemento en un periódico de Querétaro, que en lengua ñañú significa Tierra nueva.

Luego, en la Ciudad de México, fungió como reportero y columnista de Últimas noticias del Excélsior y dirigió la revista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y desde hace 12 años es director del suplemento cultural La Jornada Semanal. Escribió también en Unomasuno y en otros periódicos de España, Argentina, Venezuela e Italia.

En cuanto al panorama del periodismo cultu-ral en México, especialización en la que es reconocido nacionalmente, estima que se pasa por un mal momento, uno de crisis, donde, frente a problemas financieros, las empresas periodísticas lo primero que cierran son los suplementos y secciones de cultura.
Pese a ello, enfatiza, “seguimos cumpliendo con nuestra obligación de tomar el pulso a la cultura del país, de informar sobre su desarrollo (…) y sobre todo de cumplir esta tarea civilizatoria que es el periodismo cultural”.

“Mientras los gobiernos no consideren que la cultura es un artículo de primera necesidad, y la subsidien y la apoyen, sin tratar de controlar, no lograremos que la difusión cultural realmente despegue; hacemos intentos…”, expone el poeta.

Otra de las grandes pasiones del periodista es la actuación. Estudió artes dramáticas en el Actor’s Studio de Nueva York y fundó un grupo de teatro que aún existe y cuenta 50 años de vida, además de que fue actor en la compañía de la UNAM. Se considera un actor “más o menos eficiente”, pues dictamina que “el que mucho abarca, poco aprieta; yo he apretado poco”.

Diplomacia, viajes y poesía

Hugo Gutiérrez Vega formó parte de la diplomacia mexicana, en distintos cargos a lo largo de 35 años: agregado cultural de la Embajada de México en Italia (1963-1966), consejero cultural de la Embajada de México en la Gran Bretaña (1967-1972) y en España (1979-1983), ministro encargado de asuntos culturales de la Embajada de México en Washington (1983-1986), cónsul general de México en Brasil (1986-1988), embajador de México en Grecia, concurrente en Líbano, Chipre, Rumania y Moldova (1988-1995), y finalmente cónsul general de México en San Juan, Puerto Rico (a partir del 30 de junio de 1995, jubilado en 1998).

La labor le daba tiempo para escribir poesía y le permitió “viajar mucho, conocer otras voces, asomarme a otras culturas, conocer a otros poetas, como Alberti. (…) Yo creo que tú te ves en los ojos de los otros y, si es otra cultura, otra lengua, otra manera de ver al mundo, ahí descubres muchas cosas de tu propia identidad, observando con cla-ridad, con, honestidad los ojos de los otros”.

Vuelve en el tiempo y relata lo mucho que le entusiasmaba la idea de dar a conocer la literatura mexicana y la tarea de difusión cultural dentro de la diplomacia. Una de las anécdotas que ejemplifica esta labor es el recorrido que hizo a bordo de su Ford Fiesta por diversas poblaciones españolas para promover “semanas culturales mexicanas”; llevaba consigo cinco películas: Vámonos con Pancho Villa, El compadre Mendoza, La mujer del puerto, Los de abajo y Los olvidados; una colección de diapositivas, fotografías y revistas de difusión cultural.

Además, en numerosas entrevistas ha reconocido que los viajes están presentes en su obra poética. A Grecia en especial, donde vivió por siete años, le dedica tres de sus libros: Los soles griegos (1990), Cantos del despotado de Morea (1994) y Una estación en Amorgós (1997).

“Guadalajara es una ciudad que amo, es una ciudad que llevo en los hombros. Podrás ver muchos países, viajar por todos lados, pero la ciudad irá contigo; en mi caso, Guadalajara siempre va conmigo”.

Experiencias como difusor cultural

La labor de Hugo Gutiérrez Vega como difusor cultural no sólo se limita al campo del periodismo y la diplomacia, sino que también abarcó dos instituciones educativas: la Universidad Autónoma de Querétaro, de la que fue rector, y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la que dirigió la oficina en la materia, así como también desde otra cultural, la Casa del Lago. Además, recientemente fue creada una cátedra que lleva su nombre en los centros universitarios de la Universidad de Guadalajara en Lagos de Moreno y Ciudad Guzmán, y que entre otros objetivos pretende fomentar la capacitación y el profesionalismo en el periodismo cultural y las letras.

Considera que su experiencia “más intensa” como difusor fue en la universidad queretana, “porque la idea era crear una atmósfera cultural que la rodeara y que propiciara las inquietudes, las reflexiones, las observaciones de los muchachos, teniendo una visión del mundo más amplia”; para ello se organizaban semanas culturales de varios países.

No obstante, afirma que su trabajo en la Casa del Lago, que dirigió alrededor de 1975, le gustó mucho: “Realmente, nunca había trabajado tanto en mi vida, pero nunca estuve tan contento y tan satisfecho. (…) Tal vez los momentos principales de mi vida hayan sido la rectoría de Querétaro, la dirección de la Casa del Lago y, ahora, la dirección del suplemento cultural de La Jornada”.

Estudios, placeres, vida

Hijo de padre español y madre originaria de Lagos de Moreno, Gutiérrez Vega residió en el municipio materno, al que le guarda especial cariño, del primer año a los siete, pese a que, tras casarse, el matrimonio se mudó a Guadalajara, donde nació el poeta.

La muerte de familiares le pilló joven: sus dos hermanos murieron sin poder contar los 12 meses de vida, y su madre, junto a uno de ellos.

Después regresaría a su ciudad natal, donde vivió con su abuela materna hasta los 22 años en una pensión en la calle Morelos, aunque eventualmente volvía con su familia de Lagos.

Sus estudios universitarios comprenden derecho en la Universidad de Guadalajara y en la Autónoma de Querétaro, letras en la UNAM, artes escénicas en Nueva York, exposiciones italianas en ese mismo país europeo y letras inglesas en Londres.

La niñez se le impone al poeta, incluso en el ámbito de la gastronomía, que, reconoce, es uno de los placeres que le quedan. Disfruta la comida china, la mexicana y la española, pero con una sonrisa en el rostro asegura que “cambio casi todo eso por una raspada con jitomate y col” del mercado Corona, al que acude para paladear una cuando visita la Perla Tapatía.

El jazz es otro de sus gustos, aunque también goza de la música clásica, del bolero, de los sones jaliscienses y del rock. De este último género, comenta: “También viví en Londres en una época, le va a dar envidia lo que le voy a contar, pero estuve a la distancia que estoy con usted de Janis Joplin: la entrevisté”. Rememora emocionado que estuvo en primera fila en un concierto de Jimmy Hendrix y asistió al último concierto en la azotea de The Beatles.

“¿Qué es lo que más me ha gustado en estos años de mi vida? El amor. El amor sexual, sensual, el amor espiritual, el amor a los amigos, el amor a una mujer, el amor al arte, a la literatura, el amor a los otros: el amor en general es lo que más gozo”.

“La que vino hace un momento es mi mujer”, dice en tono cariñoso y con orgullo; la conoció en Querétaro, siempre iban juntos, viajaban juntos, ella le comentaba con humor que él era el embajador y ella la “empacadora” (ríe al contarlo), pues esporádicamente había que hacer las maletas y mudarse a otro sitio por su trabajo. “Con esta mujer he pasado los últimos 50 años de mi vida y de alguna manera quisiera pasar el resto de lo que me queda, lo poco que me queda”.

Concluye que, mientras conserve la capacidad de deslumbramiento, en tanto sea un hechizado del mundo, seguirá aspirando a vivir: “El entusiasmo se me está acabando, pero trato de aferrarme a los jirones de entusiasmo que me quedan; soy un sobreviviente (…) vivo porque estoy vivo, sigo cumpliendo el oficio de vivir”.

Hoy, Auditorio Juan Rulfo, 17:30 horas / Homenaje y Premio Periodismo Cultural Fernando Benítez.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones