Jueves, 25 de Abril 2024
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Jalisco

1917: Año de cambios históricos

El nacimiento de EL INFORMADOR llega en un tiempo de grandes transformaciones políticas y sociales, y el medio logra cubrir el ansia de información de los tapatíos

El Informador

La fundación de EL INFORMADOR fue un parteaguas en la historia del periodismo jalisciense, ya que hasta 1917 había predominado el periodismo político, y este matutino vino a inaugurar en nuestro medio la era del diarismo comercial, que perdura hasta nuestros días.

Dos fueron las circunstancias históricas sobresalientes a nivel internacional y nacional que, al tener una importante repercusión en la capital tapatía, influyeron notablemente en la aparición de EL INFORMADOR y en la orientación y el material informativo que el naciente periódico proporcionó a sus lectores.

Tales acontecimientos fueron, por una parte, la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y, por la otra, el imperativo de reconstrucción nacional, como consecuencia de la recién terminada revolución armada que se había iniciado en 1910.

Guadalajara era por 1917 una ciudad interesada en la información de la Guerra Mundial; esto lo determinaba básicamente la presencia local de tres influyentes colonias extranjeras, como lo eran la francesa, la americana y la alemana. La opinión pública local y del país en general estaba dominada por la propaganda germanófila, y ello preocupaba naturalmente a los aliados.

La participación inicial de la colonia francesa como accionista de la empresa fundadora de EL INFORMADOR y la propia ideología liberal de Don Jesús fueron determinantes para fijar la orientación política e ideológica del nuevo periódico. 

Así las cosas, desde su aparición el nuevo diario tomó partido favorable a los aliados, lo que se demuestra en la amplísima información, editoriales y artículos de fondo que se publicaron hasta el fin de la guerra.

Y en cuanto al otro acontecimiento histórico, que fue el arranque de la vida constitucional del país, EL INFORMADOR dedica desde sus primeros números, amplios espacios a esta nueva era de paz, que nace, sin embargo, en medio  de  muy serios problemas económicos, políticos y sociales.

Dice el periódico en su primer número del 5 de Octubre:
“... La tarea de reconstrucción de la Patria se presenta erizada de obstáculos que tendremos que vencer solos y no debemos esperar ningún auxilio ni moral ni material que no sea exageradamente interesados, que nos costaría mucho más de lo que valiera... Viene EL INFORMADOR exento de toda clase de prejuicios y odios... Nuestra labor no es de oposición... Pero será un paladín de la verdad y la justicia”.

En otras palabras, desde 1920 el nuevo diario definía ya con claridad los problemas fundamentales del país, vigentes hasta la fecha. Estos conflictos, dice en su editorial del 21 de junio, son de dos clases: “los meramente sociales y los políticos. Aquéllos arrancan de la educación del pueblo, de sus costumbres arraigadas, de sus creencias y de su estado de ilustración... Los otros, los políticos tienen por causa, originariamente, nuestra poca educación cívica, la notable discordancia entre las disposiciones idealistas de las leyes, y la manera de cumplirlas y la apatía egoísta de eludir toda participación en la cosa pública que no nos traiga un provecho personal inmediato...”

Ambiente político

Por el tiempo en que nació EL INFORMADOR, gobernaba el país el “Primer Jefe” don Venustiano Carranza, quien buscaba reorganizar a la Nación, después de las cruentas luchas revolucionarias, para lo cual había promovido y promulgado en este mismo año una nueva Constitución Política, vigente hasta la fecha.

Por la misma época se encontraba al frente del Gobierno de Jalisco el licenciado Emiliano Degollado, quien cubría un interinato del general Manuel M. Diéguez, un hombre de ideas avanzadas, que incluso había sufrido prisión en San Juan de Ulúa por encabezar el movimiento obrero de Cananea, en Sonora, contra los abusos de la compañía minera.


En Guadalajara gobernaba Luis Castellanos y Tapia, a quien le correspondió encabezar el primer ayuntamiento constitucional de esta ciudad después de la Revolución (del 1 de mayo de 1915 al 1 de enero de 1918). Este funcionario tuvo que reorganizar todos los servicios municipales locales que habían quedado abandonados con motivo del movimiento armado.

Ambiente económico

Por aquel tiempo la población de la capital tapatía no llegaba a 150 mil habitantes, mientras el Estado de Jalisco tenía poco más de un millón. La actividad comercial se desarrollaba principalmente con Torreón y Chihuahua, dado que en el Pacífico aún no existían buenas comunicaciones y además era escasa la producción del Noroeste.

La industria tapatía apenas comenzaba y casi exclusivamente se producían artículos para uso local. Había molinos de trigo, fábricas de ropa y talleres de calzado; por lo general, los zapatos se hacían a mano y la gente iba al taller para que les tomaran medidas de los pies.


Llama la atención el hecho de que los ricos de la ciudad no eran los industriales, ni los comerciantes, ni los banqueros, sino los agricultores, dueños todavía de muchas haciendas, pues el reparto agrario apenas iniciaba.

Funcionaban en Guadalajara dos o tres oficinas bancarias y los movimientos de dinero se hacían en bolsas de 100 pesos de plata cargados en carros de mulas.

En aquella época había en la ciudad una sola compañía telefónica que contaba con unos mil suscriptores, y para comunicarse con alguien era necesario hablar primero al “Teléfono Jalisciense” y de ahí enlazaban al interesado con el suscriptor deseado.

Ambiente religioso y deportivo

La Romería a Zapopan, que hoy se celebra el 12 de octubre, antes se efectuaba el 5 del mismo mes y, claro está, EL INFORMADOR dio cuenta de la peregrinación en su edición del 6 con el encabezado “Otros Tiempos, Otras Costumbres”: La Romería a Zapopan -decía- ya no tiene, ni con mucho, la esplendidez que tuvo hace algunos años. En éste ocurrió mucha gente, pero se notaba cierta frialdad, falta de ánimo jubiloso y poca o ninguna devoción... Como de costumbre, hubo las tradicionales danzas en que los pobres bailarines se disputaban a porfía ver quién salía vencedor en su estrambótico baile; puestecillos se encontraban a granel, la ruleta y agregados no faltaron...”

Fe. La Romería, una tradición que ha definido a los tapatíos. EL INFORMADOR/Archivo

Finalmente, en el ambiente deportivo, una nota del 7 de octubre del 17: “Sabemos de buena fuente que ya está todo arreglado para dar principio al Campeonato Oficial d e Foot-Ball 1917-1918, pues con este objeto se han estado verificando largas y muy concurridas sesiones de la Junta Directiva de esta Liga, en Juárez 241. Hay trece ‘teams’ inscritos de primera y segunda fuerza... Los primeros juegos empezarán el domingo 14... A las 4:30 será el primer juego de los de primera fuerza entre las potentes oncenas Colón y Atlas (Hipódromo del Rosario), campo que es escogido por sus grandes comodidades tanto para el público como para los jugadores. Habrá un inmejorable servicio de tranvías. No falte”.

Vida social

Los problemas económicos que afrontaba esta ciudad por la época de la aparición de EL INFORMADOR, no impedían que los tapatíos buscaran la forma de divertirse en un sinnúmero de fiestas privadas y públicas que se celebraban con el más mínimo pretexto. Con fecha del 15 de noviembre de 1917 el periódico hace notar este error de los mexicanos en su editorial titulado “Más Días de Trabajo y Menos Holganza”, donde critica la tendencia al derroche, “causa grande de las miserias de México”.

Eran los tiempos de las reuniones sociales donde, según las notas periodísticas, “las numerosas parejas se entregaban a las delicias del Fox-Trot y del One-Step”, ritmos de moda. Eran los tiempos de las tradiciones serenatas en la Plaza de Armas -lo mismo que todavía se hace hoy en algunos pueblos- donde “pollas” y “pollos” daban la vuelta a la plaza (los más elegantes al centro y los menos catrines a la orilla). Eran los tiempos de los sonados “combates de flores” y de los paseos por la Avenida 16 de Septiembre y Colonia Reforma. 


“Como siempre -dice una nota del 10 de octubre de 1917- el paseo del domingo, en la Colonia Reforma, estuvo sumamente concurrido, abundando coches, autos y peatones. El desfile de vehículos estuvo muy animado, luciendo su gentileza y donaire y exquisita elegancia las familias de la élite tapatía. Pero -añadía- hubo una nota discordante: las nubes de polvo que causan molestias desagradabilísimas, sin contar con que echan a perder los ricos trajes que lucen las damas... Sugerimos a quien corresponda que los domingos y días de paseo se mande una barrica regadora a fin de evitar esas grandes polvaredas, lo que contribuiría a hacer aquel paseo digno de la cultura de Guadalajara”.

Los caballeros usaban trajes oscuros. Muchos usaban bombín y bastón. El sombrero de copa sólo se llevaba a ceremonias.

Obra pública y transporte

En cuestión de obras públicas, el alcalde de la ciudad informó el 1 de Enero de 1918 sobre la construcción del Mercado Corona, que costó 180 mil 773 pesos con 68 centavos. Se abrieron además las calles de Galeana, Gregorio Dávila, 26 de Enero, Escorza, Ignacio Alatorre y Mexicaltzingo, Independencia, Fortunato Arce, Nicolás Régules y Prisciliano Sánchez, “lo que impedirá -decía el alcalde- que se congestione el tráfico”.

Desarrollo. La ciudadanía disfrutó de más espacios abiertos donde convivir. EL INFORMADOR/Archivo

El mismo informe oficial daba cuenta de que Guadalajara tenía 126 automóviles particulares, 18 de alquiler (taxis); 44 “coches de punto” (calandrias) de primera clase, 41 de segunda y dos de tercera. Además, 30 “coches de punto” particulares y 609 carros (de mulas o caballos) de diferentes clases.

 La ciudad estaba comunicada por tranvías, con corridas que incluían a Zapopan y a Tlaquepaque, y se contaba además con un ferrocarril de vapor que hacía el servicio entre Guadalajara y el vecino pueblo de San Andrés, ferrocarril que por cierto estaba en pésimas condiciones.

Los trenes llegaban de Ameca a las seis de la tarde; de Colima, a las cinco, y de Irapuato, a las 5:40 de la tarde. Y había salidas a Irapuato a las ocho de la mañana; a Colima, a las nueve, y a Ameca, a las 6:30 de la mañana.

La fundación

Fue así como la Compañía Editora de Guadalajara, S.A., que posteriormente se llamó EL INFORMADOR, S.A., formada por don Jesús, decidió fundar el nuevo diario con un capital inicial de 20 mil pesos, asociándose con empresarios tapatíos, pero no se pudo reunir entonces la cantidad necesaria y de hecho comenzó con sólo cuatro mil 200 pesos, de los cuales el propio don Jesús aportó la mayor parte.

Don Ángel Olmos, jefe de los talleres desde la fundación del diario hasta 1960.

Desde su fundación, el periódico tuvo como jefe de talleres a don Ángel Olmos, quien fue el primer linotipista de Guadalajara, seguido a su muerte por el señor Higinio García.

Como toda empresa periodística que nace, EL INFORMADOR vino a la luz pública con pocas páginas, apenas cuatro en sus primeros números, y obviamente con escasos anuncios, entre ellos un solo aviso de ocasión que a la letra dice: “Se necesita un aparadorista con buenas referencias; dirigirse al Apartado 47”.
 
EL INFORMADOR se vendía en cinco centavos; el número atrasado valía 15 centavos, y en una ocasión se editó un número extra que costó un centavo. Esta edición especial fue para informar a los tapatíos sobre el fin de la Primera Guerra Mundial, ocurrido el 7 de noviembre de 1918.

Los lectores de periódicos de 1917 demandaban ya el conocimiento de las noticias en pocas palabras. En atención a esta exigencia EL INFORMADOR ofrecía las noticias en dos o tres párrafos; sólo que el caso lo ameritara, aumentaba la extensión de las notas. Las fotografías locales, aunque se publicaban pocas, eran de buena calidad.

Hasta su muerte en 1966, don Jesús fue editor-director de este matutino. Le sucedió su hijo Jorge Álvarez del Castillo Zuloaga, quien desarrolló durante más de 30 años importantes mejoras tecnológicas; luego, en una tercera generación familiar, estuvo al frente Carlos Álvarez del Castillo Gregory, hijo de don Jorge, hasta llegar a la época actual en que asume la dirección Juan Carlos Álvarez del Castillo Barragán, hijo de Carlos.

Atención. Los talleres de EL INFORMADOR despiertan el interés de chicos y grandes. EL INFORMADOR/Archivo

Este artículo forma parte de la edición conmemorativa de los 100 Años de EL INFORMADOR. El resto de los contenidos especiales están disponibles en ESTE ESPACIO y también puedes consultar la versión hojeable digital PULSA AQUÍ.