La gestión del comercio internacional de especies que están —o pueden llegar a estar— en peligro de extinción, como el okapi, la anguila o el ginseng, se estuvo bajo la lupa desde el pasado lunes en Samarcanda (Uzbekistán). El objetivo de la Conferencia Mundial sobre la Vida Silvestre siempre es claro: asegurar que el comercio de vida silvestre sea “legal, sostenible y trazable”, sin dejar margen a abusos. El evento reunió a más de 3 mil participantes de 170 países y se prolongó hasta el 5 de diciembre.En esta pasada edición, la Conferencia de las Partes de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (COP CITES) analizó 51 propuestas que podrían cambiar el futuro de unas 250 especies. Los delegados debieron decidir si prohibían su comercio comercial —salvo en casos excepcionales como la investigación científica (Apéndice I)— o si lo permitían bajo una regulación estricta que no comprometiera su supervivencia (Apéndice II).Entre las especies cuyo estatus podría cambiar figuran el okapi, la hiena rayada, la palma chilena o el palo de Brasil, candidatas al Apéndice I. También se valora la inclusión en el Apéndice II de la gacela dorcas, el perezoso de dos dedos, el cazón, la anguila y varios pepinos de mar, especies cada vez más presionadas por el comercio internacional.La agenda de la COP CITES es tan extensa como urgente: incluye la protección de elefantes, grandes simios, felinos asiáticos, tiburones o caballitos de mar, y debates sobre la conservación de árboles de palo de rosa, maderas muy codiciadas o plantas medicinales y aromáticas. Todo ello refleja la amplitud de la CITES, un acuerdo internacional que ofrece distintos niveles de protección a más de 37 mil especies de animales y plantas.La organización WWF aprovechó el encuentro ambiental para lanzar una advertencia: las poblaciones de anguilas viven una situación “dramática” en todo el mundo. La entidad celebra la propuesta de incorporar a la anguila japonesa y a la americana en el Apéndice II, un paso que considera imprescindible para frenar un declive acelerado por la demanda global, tanto legal como ilegal.La anguila europea —la más amenazada de todas— ya está incluida en ese mismo apéndice desde 2009, pero WWF recuerda que el problema va mucho más allá de una sola especie. Según su informe Planeta Vivo, las poblaciones de vertebrados de agua dulce han disminuido un 85% en los últimos cincuenta años, el mayor desplome entre todos los grupos analizados. Para la organización, el colapso de las anguilas es solo la punta del iceberg de un deterioro ambiental mucho más profundo.Por ello, WWF urge a los gobiernos presentes a reforzar la cooperación internacional, mejorar los controles del comercio y apostar por la restauración de hábitats y una gestión pesquera basada en la ciencia. Son medidas que, en su opinión, pueden dar un respiro a especies migratorias únicas y evitar que desaparezcan para siempre.*Mantente al día con las noticias, únete a nuestro canal de WhatsApp. AO