La política es la gestión de la incertidumbre. El tiempo lo es todo. Una declaración o una postura puede potenciar una carrera política o destruirla, dependiendo del momento en que se enuncie. El político administra la incertidumbre a su conveniencia y, por ello, existe también el periodismo. Lo paradójico es que nunca habíamos tenido una campaña presidencial con tantos debates, discusiones, publicaciones periodísticas, proyectos como Verificado y, a pesar de ello, la incertidumbre sobre qué hará Andrés Manuel López Obrador, como presidente, es grandísima. La apuesta del presidente electo por ampliar su base de electores -meta que logró (53%)- significó también cabalgar entre contradicciones que amplió los márgenes de incertidumbre.López Obrador ha decidido comenzar a gobernar lo antes posible. Pocas horas después de la jornada electoral, el presidente electo ya estaba en conversaciones con Enrique Peña Nieto. Anunció la formación de una Comisión de Paz para delinear la estrategia de seguridad y la Ley de Amnistía. El futuro Secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, explicó dos proyectos torales: los salarios a jóvenes que no tienen empleo y tampoco acceso a la educación pública, y la universalización de las pensiones en México. Y no sólo eso, Urzúa se comprometió a detener los vaivenes bruscos de los precios de los combustibles, pero sostuvo que estarán indexados a la inflación. Es decir, no habrá reversa a los gasolinazos, pero sí mayor estabilidad a futuro.También ha combatido la incertidumbre con la ratificación de algunos de los secretarios que había anunciado en la campaña como Olga Sánchez Cordero en Gobernación o Carlos Urzúa en Hacienda. Y un cambio importante: Héctor Vasconcelos no será el canciller, sino Marcelo Ebrard. De la misma forma, reiteró su compromiso por trasladar el Estado Mayor Presidencial -actual cuerpo de protección del presidente- a la Secretaría de la Defensa, y convertir a Los Pinos en un centro para las artes y la cultura. La semana de López Obrador simbolizó la comprensión de que, a pesar del enorme apoyo en las urnas, su proyecto sigue generando incertidumbres. Desde el discurso del Hilton, pensado más en los mercados y la prensa internacional que en su electorado, López Obrador ha ido atajando los espacios de incertidumbre.La reunión con el Consejo Coordinador Empresarial supuso la reconciliación luego de una campaña tensa. López Obrador se comprometió a revisar la propuesta de fiscalía autónoma, a través de Sánchez Cordero, y a incluir al actual equipo negociador del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en las conversaciones que encabezará José Antonio Seade Kuri. La intensa agenda de López Obrador redujo los posibles efectos económicos de su decisión y tranquilizó a una parte de la opinión pública que aún ve con recelo las propuestas de Gobierno del exjefe capitalino. Y es que sabemos que, si los ciudadanos votan con las manos, los banqueros y empresarios votan con los pies: sacando su dinero y trasladando a otros lugares su capital.Sin embargo, a mi me quedan claro tres espacios de incertidumbre que López Obrador deberá enfrentar en las próximas semanas y que supone más definiciones políticas que económicas. ¿Hasta dónde se extiende esa idea de reconciliación con Enrique Peña Nieto, los gobernadores y el priismo? ¿Significará impunidad? No deja de ser llamativo que la primera reunión que tuvo López Obrador con un gobernador fue con Manuel Velasco, quien ha demostrado reiteradamente su autoritarismo y es la cara más visible de la corrupción del Partido Verde. De la misma forma, no ha habido, hasta el día de hoy, un compromiso claro y palpable para despolitizar la justicia a través de una fiscalía autónoma y un Poder Judicial que sea independiente. Es cierto que ninguna democracia admite cacerías de bruja o la tan mexicana justicia selectiva, pero es innegable que el combate a la impunidad requiere de reformas y transformaciones que hoy no parecen estar en el centro de las preocupaciones de López Obrador.Un segundo espacio es la intervención en el paquete económico 2018. El presupuesto es la política hecha números, por lo que el proyecto que se presentará en septiembre será un indicativo de las prioridades presidenciales. ¿Estarán detectados los 500 mil millones de pesos que López Obrador diagnosticó como el momento que se va en corrupción? ¿Veremos que no se toca ningún impuesto? ¿A través de qué mecanismo se congelará el precio de las gasolinas? ¿Cuál será la erogación inicial para el salario de los jóvenes? López Obrador ha recibido justificadas críticas por su impericia a la hora de cuadrar las cuentas, por lo que el paquete económico es un punto toral para entender el despegue de su administración.Tercero, ¿López Obrador logrará trascender lo simbólico en su primer año de gestión? Todo indica que López Obrador buscará la eficacia simbólica: austeridad, reducción de sueldos, Los Pinos, etcétera. Empero, la desigualdad, la pobreza y la violencia necesitan más que símbolos para ser revertidas. El Presidente debe tocar las estructuras más profundas que explican esa realidad y eso significa ir más allá del simbolismo. Incluso, derrochar capital político por tomar decisiones de calado. El mandato de las urnas es claro: Andrés Manuel debe emprender cambios de fondo, no sólo ajustes cosméticos. Este debate dividirá al gabinete del Presidente y a los partidos que lo acompañan. López Obrador tiene el espejo de Fox que decidió no tomar esas decisiones y prefirió pactar en el Congreso, en los estados, y seguir la ruta del pragmatismo. El fracaso de su gestión es uno de los pocos consensos que tenemos como país.López Obrador se ha dedicado durante estos días, desde que fue electo presidente, a atajar la incertidumbre. Mensajes a los mercados, a los empresarios, a sus críticos y a los escépticos. Empero, las urnas hablaron con claridad, el país votó contra la pobreza, la corrupción, la desigualdad, contra una elite parasitaria que se enriquece, contra un Gobierno que dilapida y se roba los impuestos, contra policías colapsadas y controladas por el crimen, contra los lujos de una clase política cínica. En resumidas cuentas, votó contra el sistema. La cirugía política de López Obrador no se puede quedar en símbolos y gestos. Y eso siempre divide.