El primer encuentro presencial entre la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el mandatario estadounidense Donald Trump, se concretó finalmente en Washington, en una reunión marcada por el interés mutuo de fortalecer los acuerdos comerciales entre ambas naciones.Aunque el contexto del sorteo de la Copa Mundial de la FIFA 2026 dominó la agenda pública, el diálogo privado entre ambos mandatarios se centró en los aranceles impuestos por Estados Unidos y en la necesidad de encauzar una revisión conjunta del T-MEC que brinde certidumbre económica rumbo a 2026. En el encuentro también participó el primer ministro canadiense Patrick Carney, cuyo papel fue secundario pero relevante para subrayar el carácter trilateral de la agenda comercial norteamericana.La reunión se produjo tras meses de comunicación telefónica entre Sheinbaum y Trump sobre aranceles, comercio automotriz y cooperación contra el tráfico de fentanilo. No obstante, el contacto cara a cara se había postergado desde junio, luego de que un encuentro previsto al margen del G7 en Canadá fuera cancelado por la salida anticipada de Trump debido a tensiones en Medio Oriente. El encuentro en el Kennedy Center permitió reactivar las conversaciones en un ambiente más propicio y acompañar públicamente el evento deportivo en el que los tres países comparten la organización.Previo a su llegada a la capital estadounidense, Sheinbaum había señalado que su prioridad sería hablar de los aranceles que la administración de Trump ha impuesto a los automóviles, el acero y el aluminio de México, al advertir que estos afectan de manera directa la competitividad regional. Tras el intercambio privado, la Mandataria afirmó que ambos gobiernos “hablamos de la gran oportunidad que representa la Copa Mundial de Futbol 2026 para los tres países y de la buena relación que tenemos”, destacando el tono constructivo del encuentro. Más tarde, sintetizó el mensaje principal mediante una declaración puntual: “Acordamos seguir trabajando juntos para temas comerciales con nuestros equipos”.El papel de Carney, aunque discreto, ayudó a encuadrar la conversación en la lógica trilateral del T-MEC, en momentos en que Estados Unidos evalúa reformas al acuerdo antes de la revisión programada para julio. Funcionarios estadounidenses confirmaron que la intención es modernizar ciertas disposiciones sin romper la estructura del pacto vigente.A pesar de que temas como migración o seguridad ocuparon un lugar secundario en esta ocasión, el trasfondo económico dominó la narrativa, dado que México continúa negociando exenciones a aranceles de 25% en la industria automotriz y de 50% en el acero y el aluminio. La reunión permitió también enviar una señal de estabilidad a los mercados y de continuidad a la integración productiva de Norteamérica, especialmente en sectores estratégicos.Aunque las posturas de ambos mandatarios no siempre coinciden, la voluntad expresada en Washington refleja un intento claro de priorizar los intereses comerciales compartidos, conservar el dinamismo del intercambio bilateral y preparar el terreno para un ciclo de negociación que marcará el rumbo económico regional en los próximos años.