Desde las 4:30 la esquina de 16 de septiembre y La Paz comenzaba a llenarse de colores. Parches, pelucas, zapatos de punta de esfera y narices rojas rojas revolotear de un lado a otro en medio de música circense.De ser tiras de aire sin vida, se convertían en espadas, perritos, pájaros, sombreros, flores y hasta en figuras del hombre araña que pasaban de aquellas manos cubiertas con guantes a las de los pequeños que agradecían con grandes sonrisas.Eran decenas de payasos que celebraban su día. Llegaron a pie, en motos, en autos adornados con luces y globos y hasta en una minivan que bailoteaba como suelen hacerlo en las películas los cochecitos de los cuales salen decenas de payasos.A las 5:30 partió la caravana por 16 de septiembre hacia el centro de la ciudad, acompañada de todo tipo de música: desde el reguetón y los villancicos, hasta llegar a Tatiana. Mientras caminaban y saludaban a quienes se encontraban a su paso, algunos hacían malabares con aros, pelotas y clavas, mientras otros realizaban actos circenses y unos más bailaban.“Un payaso es un artista completo. No sólo debe hacer chistes, debe saber trucos de magia, teatro, canto, saber imitar, malabares. Para eso ha tomado sus clases, por eso podemos acompañar a grandes y chicos en sus fiestas. Lo más bonito de ser payaso es hacer reír a la gente. Hay una sola vida, hay que disfrutarla, y en el disfrute de la vida viene el sonreír”, dijo el payasito Colorín, quien desempeña este oficio desde hace 31 años, y desde 1992 convoca a esta marcha ininterrumpidamente.Por todo Paseo Alcalde decenas de payasitas y payasitos saludaron a niños y adultos, les regalaron caramelos, paletas y hasta pelotas; subieron y bajaron postes, se tomaron fotos con quien se acercaba a pedírselos y hasta bailaron con la botarga de doctor que se hallaba afuera de una farmacia.Hacia las 6:30 de la tarde llegaron a la explanada del Santuario de la Virgen de Guadalupe, donde esperaron por alrededor de 30 minutos, en medio de más fiesta, música y colores, para poder entrar a la misa que Colorín mandó hacer para agradecer por su labor y porque la tradición de los payasos persiste para continuar haciendo reír a las personas con sus chistes, trucos y bailes. JL