Jueves, 25 de Abril 2024

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Vivir con secuelas

Por: Gabriela Aguilar

Vivir con secuelas

Vivir con secuelas

El dolor en la espalda baja hace que pienses en el truco de los magos cuando parten en dos a una persona que está al interior de una caja, el dolor en la parte externa de las caderas quema, como si te arrastraran sin ropa y la piel queda raspada por el contacto con el piso; no puedes acostarte de ningún lado, boca arriba tampoco porque los médicos dicen que presionas los pulmones, la única opción es hacia abajo, pero el insoportable dolor de cabeza impide inhalar y exhalar en esa posición para tratar de controlar la crisis. Mucha sed, lengua escaldada -previo a perder el gusto- dolor en las uñas y en la raíz del cabello y la piel extremadamente seca.

Una buena amiga -que por estos días enfrenta en casa el COVID-19- me dice que durante una madrugada, el solo pensar que su capacidad de respiración podía disminuir, le daba pavor ¡pensarlo ya lo hacía sentirlo! Aprender a escuchar el cuerpo y a distinguir lo real de lo imaginado es parte también del proceso.

Lo peor después de tener Sars-Cov-2 es creer que ya estás del otro lado y no volverás a pasar por ese camino. Error, porque la diferencia principal entre esta creencia y la realidad, radica en el grado de intensidad con el que se enfrentó la enfermedad. Yo no quisiera sentir otra vez el dolor de esos días, porque con las secuelas con las que peleo son suficientes para recordar a cada momento lo errática, impredecible y grave que es la enfermedad.

Recuerdo que en esas primeras noches de enfrentamiento con el virus aparecieron síntomas que llegaron para quedarse, el más significativo responde a la pregunta que hizo mi amiga y que debe ser la que nos pasa por la mente en algún momento: “¿Pensaste que ibas a morir?”, “¡Claro! -le dije- mezcla el dolor en el cuerpo, de cabeza, en el pecho, la gripe, visión borrosa, tos seca y … las taquicardias, ¡por supuesto que tuve mi noche en la que pensé que iba caer de manera fulminante!”.

El latido cardiaco irregular y potente que aparece así de la nada, escurrimiento nasal, la lucha por que la mucosidad nasal no complique la respiración al hablar, punzadas que te recuerdan aquel característico dolor de cabeza, el letargo, los “lapsus” de amnesia en fracciones de segundo que te paran en seco y con pavor para preguntarte “¿dónde estoy?” o hacer como que no pasa nada y todo está bajo control cuando olvidas los nombres de personas con las que convives por años, e inicia la pelea con el cerebro, haces el esfuerzo, enorme para no lucir distraída.  

Eso es una pequeña parte del Post-Covid con proyecciones físicas que son como las olas del mar, van y vienen en medio de la peor temporada de casos positivos y decesos en Jalisco.

puntociego@mail.com

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