Sábado, 21 de Junio 2025

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¿Vamos al cine?

Por: Abel Campirano

¿Vamos al cine?

¿Vamos al cine?

Ir al cine los sábados por la tarde era una de las actividades predilectas de los tapatíos, y tanto el sábado como el domingo, las salas cinematográficas ofrecían funciones matutinas que se llamaban matinés, vocablo proveniente del italiano matina, empezando las funciones desde las diez de la mañana.

Hace muchos años en Guadalajara, los horarios comunes de oficinas y comercios eran de nueve de la mañana a dos de la tarde y de cuatro a siete de la noche de lunes a viernes. Los sábados por la mañana abrían los bancos y las oficinas, incluso las dependencias de Gobierno como los juzgados, por lo que las tardes del sábado eran perfectas para el esparcimiento, y cuando no se iba de compras al centro, pues íbamos al cine.

Eran famosas las matinés del Cine Reforma, que estaba en la calle Pedro Moreno esquina con la calle Escorza, contraesquina de la Escuela de Música y la de Trabajo Social de la Universidad de Guadalajara, lamentablemente demolidas para dar paso a la ahora Torre Universitaria, algo que nos dolió a muchos tapatíos por la destrucción de esas joyas y su historia.

En el Reforma se pasaban casi siempre películas para niños; allí vi mis primeras películas de Walt Disney y, por supuesto, las inolvidables cintas de Tarzán, con Johny Weismuller y Maureen O’Hara, Tamy la flor de los pantanos, Sissy emperatriz y muchas más.

Dentro de los cines que recuerdo estaba el Variedades, ubicado en Juárez y Ocampo, de estilo art déco, hoy lamentablemente perdido para el paisaje urbano de nuestra ciudad; otro también muy art déco era el Cine Alameda, por la Calzada Independencia esquina con la calle Obregón, cine construido en el año de 1942 y que sufrió un incendio en 1952, pero de nada sirvió su reparación y reconstrucción porque finalmente se convirtió en un jacalón comercial. El Alameda era un cine muy grande que tenía 2,800 asientos, y lo más relevante, al igual que el Avenida, ubicado también por la Calzada Independencia, era su decoración interior, que parecía un cine al aire libre y nos mostraba una ciudad dentro de la sala cinematográfica, con sus faroles, balcones, casas y siluetas de templos, con un techo que semejaba una noche oscura y estrellada.

En pleno centro de la ciudad, por la calle Colón, entre las calles de López Cotilla y Juárez, estaba el Cine Colón, que exhibía películas francesas e italianas principalmente, con contenido orientado a los adultos.

Hay muchos nombres de cines que ustedes en estos momentos tendrán en mente y resultaría difícil mencionarlos todos, pero recordaré algunos más y en otra ocasión les platicaré de ellos: el Metropolitan, el Edén, el Roxy, el Américas, el Diana, el Park, el Cuauhtémoc, el Sorpresa, el Obregón, el Rex, el Autocinema Ritz, que estaba por el rumbo de la Glorieta de la colonia Chapalita y que después se convirtió en Autocinema Real, por la avenida Vallarta y Don Bosco, y que finalmente acabó por el rumbo de El Batán; y de años atrás, el cine Lux, el Principal, el Juárez y el Tabaré. Pero de estas salas cinematográficas ya habrá oportunidad de contarles historias más adelante.

¿Y se acuerdan de los pizarrones o tableros que estaban en los atrios de los templos? Allí aparecían listadas algunas de las películas que estaban en la cartelera y las recomendaciones y prohibiciones de estas.

Para ello, y desde que se conformó la Liga de la Decencia, la Secretaría de Gobernación, para permitir la exhibición de filmes, los clasificó con letras del abecedario en este orden: A, para todo público; B, para adolescentes y adultos; C, solo adultos; y D, estrictamente adultos con amplio criterio.

De esta forma, la feligresía podía acudir sin problemas de conciencia a las películas de su preferencia, aunque más o menos se conocían ya los cines de adultos como el Colón o el Cuauhtémoc, el más apto para niños como el Reforma o los preferidos para estrenos como el Variedades y el Metropolitan, por citar algunos ejemplos.

Las funciones iniciaban a las 4 de la tarde; en los primeros 20 minutos se exhibían cortos de los futuros estrenos y aquellos famosos noticieros como Provincia en Marcha o el Noticiero Mexicano, con las voces de Fernando Marcos, Paco Malgesto, Alonso Sordo, Alfonso Martínez Carpinteyro y la fotografía de Demetrio Bilbatúa.

Pasaban tres películas en una sola función, y después apareció la permanencia voluntaria, que esa es otra historia. Cuando se exhibía la última cinta, a eso de las 10 de la noche, era común ver las filas de coches de sitio, hoy llamados taxis, que en los años sesenta cobraban 4.00 (cuatro pesos) la dejada, y cómodamente llegaba uno a su casa en veinte minutos, pues la ciudad era realmente muy pequeña y había poco tránsito, así que no había problema con eso de que muchos camiones dejaban de circular a las 10 o a las 11 de la noche en aquellos tiempos.

Quedan en el tintero muchas cosas: las dulcerías, los intermedios, grandes películas y sus protagonistas, los anuncios de la época, las prohibiciones de ingreso a jóvenes si no traían su cartilla militar para acreditar su edad, las limitaciones para los fumadores. En fin, todo un tema que seguro lo habrán de comentar con sus familiares y amigos después de su bondadosa lectura.

Aquí nos encontraremos en EL INFORMADOR, el próximo sábado, si Dios quiere, y nuevamente gracias por sus comentarios a mi correo electrónico.

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