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Un rejoneador distinto; un torero que promete

Por: Patricio Fernández Cortina

Un rejoneador distinto; un torero que promete

Un rejoneador distinto; un torero que promete

Tarde de Sol, sin nubes y poco viento. Primera corrida en la Plaza de Toros Nuevo Progreso. Domingo 22 de octubre de 2017. Media entrada. A las cuatro de la tarde con 10 minutos, la banda de música comenzó a tocar “Guadalajara”, mientras los asistentes, entre ellos muchos jóvenes, comenzaban a tomar sus lugares.

Andy Cartagena, rejoneador español, destacó más por el modo de hacer bailar a sus caballos, y por esa suerte en la que logra que el caballo camine parado sobre sus patas traseras, quedando él colocado en ángulo recto, que por dar cátedra con los rejones a los dos toros de la ganadería de Los Cués. Queda, sin embargo, para el recuerdo, la imagen en la que cita al toro de frente y tiende luego el recorrido en media luna, como si el toro y el caballo estuvieran bailando un tango.

Alfredo Ríos “El Conde”, vestido de verde y oro, intentó de todo con los dos toros de la ganadería de Marco Garfias. Con el primero, al que le puso banderillas, no bajó la mano, lo que impidió que pudiera saberse si el toro embestiría; y con el segundo, luego de un primer tercio desordenado, pinchó tres veces con la espada y en el cuarto intento, con estocada caída, el toro cedió.

Tarde de contrastes para Leo Valadez. Este joven de 20 años, nacido en Aguascalientes y que acaba de tomar la alternativa el pasado 10 de octubre en Zaragoza, España, hizo aquí el paseíllo por primera vez como matador de toros.
 
Sólo el primero de sus toros de la ganadería de Marco Garfias, de nombre “Destilado”, le permitió mostrarse como un torero que tiene arte. Tres verónicas muy bien ejecutadas, con ritmo, echando el pie por delante y rematando con revolera de gran calidad, fue la manera de comenzar a mostrarse. Generoso en su repertorio, llevó al toro al caballo por chicuelinas, y realizó un quite por zapopinas lentísimas, citando al toro en el tiempo justo que permitía recibirlo cuando el capote se desdoblaba en sentimiento. De rodillas comenzó una serie de derechazos que concluyó de pie con cambio de mano pausado. Una tanda de derechazos rematando con pase de pecho al compás de “Granada”, que la banda desde arriba tocaba y que la acercaba al matador el viento. En plenitud de la lidia, tomó la muleta e hizo un desdén mirando al público. Por desgracia pinchó y a pesar de una tibia petición de oreja, recibió ovación muy merecida y vuelta al ruedo.
 
Ayer muchos jóvenes acudieron a la plaza de toros, y es verdad que la fiesta se alegra con ellos.

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