Viernes, 29 de Marzo 2024

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Tomaz Pandur en Guadalajara

Por: Iván González Vega

La apertura del Conjunto de Artes Escénicas supone muchos retos para la Universidad de Guadalajara, pero es innegable que el recinto busca un buen golpe de efecto con su cartelera inaugural. Desde el 1 de noviembre alberga al Festín de los Muñecos, el festival de teatro de títeres y marionetas que la compañía tapatía Luna Morena ha convertido en una sólida tradición; según su información, trabajos como “Memorias del reloj de arena” (jueves 2), “Elisapi y las auroras boreales” (hasta el viernes 3) o “Pacamambo” (sólo el domingo 5) son imprescindibles de esta edición.

El otro regalo de esta nueva cartelera es el par de montajes incluidos en un homenaje al director y dramaturgo esloveno Tomaz Pandur, quien murió en 2016, a los 53 años. El creador yugoslavo fue un respetado artista dedicado a reflexionar sobre grandes asuntos de la cultura occidental —trabajó sobre “Las mil y una noches”, “La Divina Comedia” o “Hamlet”— y su traducción a la escena fue siempre grandilocuente. En América Latina tiene mucho sentido su proyecto frustrado: llevar al teatro la desbordante “Cien años de soledad” de García Márquez.

En Guadalajara estarán “Fausto” (jueves 2 y viernes 3, 20:30 horas), que convierte el drama de la tentación diabólica en una reflexión sobre el lugar del ser humano en el mundo, y también “Inmaculada” (sábado 4 y domingo 5), sobre la novela “El testamento de María”, del irlandés Colm Tóibín, en que la madre de Jesús se decide a combatir la verdad exagerada por los fanáticos de su hijo muerto.

¿En qué hay que fijarse? Primero, en la famosa visión escénica de Pandur: altas o profundas escenografías, espacios de agua en montajes como “Fausto” o “Inferno”, la luz como un elemento dramático, canciones para contar historias. Sobre Fausto hay preciosas proyecciones animadas que muestran la confusión de sus diarios y de repente, de las letras, estalla un hilo rojo que se convierte en una amplia mancha de sangre sobre la silueta del actor. La explícita sobreposición de discursos como síntesis.

Algunos reseñistas de Pandur subrayan que, en medio del sofisticado aparato visual y sonoro de sus montajes, no debe perderse de vista el trabajo de sus actores. También es una actoralidad profusa en gestos, pero pretende trascender los maquillajes de alto contraste o los vestuarios de cuero negro, pues los cuerpos deben expresar los fundamentales conflictos de los personajes: asombrados y no sólo aterrorizados, como el Dante de “Inferno”, o ávidos de certeza, como su Fausto, quien se lava las manos en su casa inundada al descubrirse desgraciado pese a sus años de estudio.

El llamativo contraste está en la “Inmaculada” (dirigida por la hermana de Tomaz: Livija Pandur), un montaje algo más “económico” en gestos. Para empezar, es un monólogo: la actriz en guerra contra el mundo desde dentro de su casa, asomada a un exterior al que quiere acallar con verdades; para seguir, su discurso es el de un personaje que valora el silencio y la prudencia como armas. La María de Tóibín es una mujer enfurecida, que ha tenido tiempo para rumiar que le arrebataran a su hijo y ahora no soporta el excesivo mito a su alrededor: “Creen que no entiendo qué es lo que está creciendo con lentitud en este mundo”, dice en la novela, publicada en español por Lumen.

Lo demás es lo obvio: si el Conjunto de Artes Escénicas logra atraer más grandes producciones internacionales a Guadalajara, ganamos todos, claro que sí… siempre y cuando consiga darle sentido a su cartelera en esta ciudad. Por lo pronto, si es posible, a aprovechar la visita de la compañía de Pandur.

Cartelera del teatro independiente: agoragdl.com.mx.

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