Por Ismael del Toro Castro, presidente municipal de GuadalajaraA lo largo de su historia, Guadalajara ha recibido una larga lista de epítetos: el cronista Caballero la llamaba “La ciudad de los jardines”; el historiador Edward Gibbon la calificaba como “La ciudad real”; y el poeta Juan de Dios Peza se refería a la capital de Jalisco como “La Florencia mexicana”.Se trata de una ciudad en la que convergen la tradición y lo moderno: es el lugar que huele a tierra mojada, que suena a mariachi y sabe a tequila, y también la urbe que se proyecta al mundo como cuna de la industria creativa, la innovación y el desarrollo tecnológico.El compromiso de mi administración es hacer de Guadalajara una ciudad con mejor calidad de vida, una ciudad con mejores servicios públicos, una ciudad tranquila, como la que recordamos quienes solíamos pasear y jugar en sus calles y parques, disfrutar de sus fuentes en verano, de su clima inmejorable y, por supuesto, de lo más valioso que tiene: la calidez de sus habitantes.Nuestra apuesta es que los tapatíos hagan suyos los espacios públicos de la ciudad. El objetivo es que, a través de actividades culturales, recreativas y deportivas, demos un nuevo significado a la relación que tenemos como habitantes de La Ciudad de las Rosas; que rechacemos la confrontación para dar paso a la convivencia desde el respeto, como una comunidad plural, con costumbres diferentes pero fuertes lazos que unen la tradición y la modernidad, en una aspiración constante por refrendar a Guadalajara como la ciudad cálida, generosa y con un profundo sentido humano. Parafraseando al jurista y político mexicano, Mariano Otero, esta ciudad, a pesar a ser independiente y poderosa en tiempos de la Colonia, no dudó en arriesgar estas ventajas para salir en defensa de los derechos de los habitantes de otras partes del territorio.Guadalajara es ícono de las tradiciones del país y un referente cultural a nivel internacional. La Perla Tapatía concentra la esencia del mexicano y destaca a la vez como una ciudad avanzada. Retomar los rasgos que dan identidad a esta tierra y contribuir a su crecimiento es una de las tareas que impulsaré con mayor ahínco durante mi gestión como presidente municipal, con la participación activa y corresponsable de los habitantes de esta ciudad.Para lograrlo solo hace falta soñar, pero soñar como lo decía el Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, en su poema “El cántaro roto”: Hay que dormir con los ojos abiertos, hay que soñar con las manos, soñemos sueños activos de río buscando su cauce, sueños de Sol soñando sus mundos, hay que soñar en voz alta.
