MIAMI.- Hacer filas parece una constante inevitable en la vida. No importa cuál sea la actividad, parece que siempre habrá una fila que deberás vencer para llegar a tu destino. De hecho, durante esta semana en Miami, el formarse ha parecido ser la única actividad constante.Y, ¿qué es lo que nos hace permanecer en esos lugares que bien podrían ser parte de la obra el Infierno de Dante? La respuesta es sencilla: es lo que hay al final de ella.Al amanecer en esta ciudad de Florida, la primera línea es la que se forma en la autopista que lleva a miles de visitantes con rumbo a Miami Beach, el lugar donde se puede vivir más de cerca la “NFL Experience”, donde una trayecto de 10 kilómetros se convierte en una experiencia de más de una hora, pero si tienes suerte, pueden reducirse a “sólo” 40 minutos.En una especie de tren, en donde las luces de los autos se confunden con las de los semáforos, los fanáticos, ataviados con jerseys y pintura en sus rostros, se dirigen a su destino: otra fila.Al llegar al Centro de Convenciones se deberán formar para pasar los estrictos filtros de seguridad. Hileras de mochilas, celulares y bolsas pasan a través de las máquinas de rayos X, situadas una detrás de otra, para garantizar la seguridad de los asistentes.Por fin, llegan a un espacio más amplio, donde parece que cada quien podrá tomar su camino con libertad y, es cierto... hasta llegar a la taquilla. Otra retención, esta vez una muy cara, pues entrar a este lugar cuesta 50 dólares. Aun así la gente luce emocionada. Bebés, niños y adultos, uno detrás de otro, esperando para cruzar las puertas detrás de las cuales está una experiencia que los permite acercarse a su lugar y deporte favorito: el futbol americano.Con boleto en mano... las filas no se detienen. Una línea de cientos de personas los reciben, en diferentes formas: las hay de caracol, en zigzag y rectas. Algunas subiendo rampas, escaleras o cruzando exhibiciones, pero filas al fin y al cabo.Ver el trofeo Lombardi de cerca parece un acto de valentía, algo casi heroico, con una espera que llega a ser de más de una hora. Lanzar un balón en las actividades que organizan garantiza una espera tan larga como la temporada de NFL y una experiencia tan corta como un “Hail Mary” en los últimos tres segundos del partido. Ver la exhibición de anillos que han recibido los ganadores del Super Bowl requiere más paciencia que la de un fanático de Kansas para ver el regreso de su equipo al Súper Domingo.Aun así llama la atención que nadie se desespera: todos ríen, platican, toman fotos y disfrutan. Al final obtendrán un recuerdo, una experiencia o una cerveza. Pero tendrán algo que contar. Irónicamente, aquí en Miami, la vida se vive y los recuerdos se crean estando detenidos en una fila.
